Reportaje

Salud Hernández-Mora explica las razones por las que se prendió la guerra en el Catatumbo entre el ELN y las disidencias de las Farc

Salud Hernández-Mora relata cómo, desde finales del año pasado, el ELN les mostró los dientes a las Farc en Norte de Santander, y anticipó la confrontación que deja decenas de muertos en las últimas horas.

18 de enero de 2025, 8:50 a. m.
Salud Hernández-Mora llegó hasta los campamentos de Andrey Avendaño en diciembre de 2024, en Norte de Santander.
Salud Hernández-Mora llegó hasta los campamentos de Andrey Avendaño en diciembre de 2024, en Norte de Santander. | Foto: SALUD HERNÁNDEZ-MORA

Hay hombres armados con fusiles en cascos urbanos, los combates se suceden, igual que los asesinatos selectivos, empiezan a aparecer cadáveres botados por los caminos y ambos bandos han sufrido bajas. “Esa guerra no nos conviene a ninguno”, me había dicho el comandante Andrey Avendaño, jefe del frente 33 de las Farc-EP, cuando lo entrevisté en diciembre pasado en el campamento del bloque Gentil Duarte, situado en el corazón del Catatumbo, en Norte de Santander. “Los dos grupos tenemos familiares y conocidos en toda esta región”, anotó. “Causaría muchos muertos sin sentido y solo nos debilitaría a ambos”, anticipó.

Andrey intuía en aquel momento el trágico desenlace: un enfrentamiento entre las disidencias y el ELN que hasta la tarde de este viernes dejaba como saldo casi 30 muertos, más de ocho heridos y puso en pausa las conversaciones de paz entre el Gobierno y los elenos, un grupo armado que históricamente no ha mostrado señales de paz. Ni siquiera en la administración de Gustavo Petro, quien ha cedido terreno a cambio de nada.

El día anterior a nuestro encuentro en las profundidades del Catatumbo, el ELN, en un duro comunicado, declaró enemigo al frente 33, lo tildó de grupo “narcoparamilitar”, prohibió a “los disidentes vestidos de guerrilleros que lleguen a las fincas” y anunció que tomarían “medidas ofensivas” para evitar que siguieran “los atropellos en el cobro de impuestos abusivos”. Lo firmaba el Frente de Guerra Nororiental, comandante en jefe Manuel Pérez Martínez.

De alguna manera Avendaño, quien forma parte de la mesa de negociación que habla sobre paz con el Gobierno Petro, logró mandar mensajes discretos por algunas vías para apaciguar los ánimos y el ELN, que ansía apoderarse por completo de la segunda región más cocalera del país, superó la situación asegurando que se trataba de un escrito falso, aunque para nadie era un secreto que lo habían redactado ellos y que las Farc-EP debían estar alerta.

Grafitis en las casas que muestran la presencia constante de las Farc en el Catatumbo. | Foto: SALUD HERNÁNDEZ-MORA

Cuando una noche abandonamos el campamento fariano para retornar a Tibú, el comandante Andrey marchó con sus escoltas hacia otro lugar y yo seguí en campero, manejado por un guerrillero. Nos acompañaban a cierta distancia dos motos y enseguida percibí que el conductor tomaba ciertas precauciones para eludir cualquier encuentro fortuito con alguna patrulla elena. Era evidente que persistía un clima de desconfianza y que la chispa podría saltar en cualquier momento.

Y el jueves de esta semana saltó con una fuerza inusitada. “Siendo las 11:50 minutos de la mañana, lamentamos informarle al pueblo del Catatumbo que el ELN ha tomado la decisión de atacar a todas nuestras unidades”, manifestó el comandante Arley en un audio que hizo llegar a SEMANA.

“Hay novedades por todas partes. Han matado civiles, han querido sacar a los familiares de los guerrilleros por la fuerza y asesinarlos, la gente nuestra, niños, mujeres, que estaban totalmente indefensas”, afirmaba. “Es una situación gravísima que no queremos para el Catatumbo. Consideramos que el problema del Catatumbo no se resuelve a tiros, se resuelve hablando. Pero es una situación que se nos sale de las manos. Tenemos muertos y, como siempre, los hemos llorado en silencio”.

Pedía al ELN parar la confrontación, pero no lo escucharon. Los enfrentamientos se fueron multiplicando a lo largo de la jornada y en algunos colegios los alumnos y profesores fueron sorprendidos por las balas de unos y otros, y debieron resguardarse bajo los pupitres. A medida que avanzaba el día, los lugareños se encerraron en sus casas y los centros poblados quedaron desiertos.

Salud Hernández-Mora estuvo presente en los entrenamientos de las Farc. Desde diciembre tenían claro el enfrentamiento con los elenos.
Salud Hernández-Mora estuvo presente en los entrenamientos de las Farc. Desde diciembre tenían claro el enfrentamiento con los elenos. | Foto: SALUD HERNÁNDEZ-MORA

Porque los más amenazados debieron buscar un escondrijo en parajes apartados. “Estoy en un lugar escondido y con mucho miedo”, confesaba José del Carmen Abril, un reconocido líder social, en un video que logró subir a Facebook. “Nos encontramos refugiados en una loma porque el conflicto entre el ELN y las Farc se agudizó, van muchos muertos entre combatientes, están entrando a las casas, sacan mujeres, niños, de todo. Y yo temo por mi vida, ha ido a la casa a buscarme cuatro veces el ELN”, relataba angustiado.

“Llamamos al presidente, a las organizaciones sociales, a la comunidad internacional” a que los ayuden. Y preguntaba “a Antonio García, a Pablo Beltrán, si cuando fundaron la guerrilla era para asesinar al pueblo. Tenemos mucho miedo, el ELN nos va a matar”.

Uno de los estaderos donde estuve con integrantes de las Farc-EP, que utilizaban como punto de encuentro, reunión y vigilancia, y cuyo nombre omito por las circunstancias actuales, fue atacado el jueves por el ELN, según informaciones locales, y al cierre de esta edición desconozco si mataron a algún empleado por considerarlo colaborador de sus nuevos enemigos. Eran personas del común, llegadas de otras partes de Colombia por haber más facilidad en el Catatumbo de encontrar algún trabajo, por tratarse de una región de economía cocalera.

Dada la intensidad de la arremetida de las huestes de Antonio García, me pregunto qué será del adolescente que conocí en el campamento donde entrenan, durante cuatro meses, a los recién incorporados a las Farc-EP, y que estaba deseoso de entrar en combate por primera vez en su corta vida. A diferencia de sus compañeros, que solo portaban fusiles de madera, le habían entregado uno de verdad porque manejaba armas con destreza.

Las Fuerzas Militares enviaron 300 soldados al Catatumbo para menguar las disputas entre los grupos armados.
Las Fuerzas Militares enviaron 300 soldados al Catatumbo para menguar las disputas entre los grupos armados. | Foto: SALUD HERNÁNDEZ-MORA

“Seguiré en la guerrilla hasta la muerte”, me dijo orgulloso otro novato, alistado hacía poco tiempo y demasiado biche para guerrear a bala con subversivos de vieja data. Y vi unas chicas que aún no tenían fuerzas para resistir algunas fases de los ejercicios bélicos. Serían, pensé, unos objetivos fáciles si tuvieran que ir al frente de batalla en alguna de las confrontaciones que las Farc-EP de Calarcá libran contra las de Iván Mordico y la Nueva Marquetalia de Iván Márquez en otros territorios.

Tal vez el ELN adivinó la falta de experiencia de la tropa del frente 33, conocía que pronto contarían con tropa nueva, y decidió lanzar una sanguinaria arremetida para eliminarlos de la región antes de que crecieran.

“Ojalá la fuerza pública se riegue por todas partes del pueblo. Hay muchos armados”, me decía un amigo de La Gabarra, corregimiento de Tibú, cuando recorrí la zona. A pesar de que el Catatumbo es territorio de las guerrillas, creía que aún el Ejército estaba a tiempo de ejercer un cierto control en algunos cascos urbanos para devolverles la tensa tranquilidad en la que se acostumbraron a vivir.

Como si escuchara su clamor, el Ejército anunció el envío de 300 militares para unirse a los existentes y tratar de neutralizar el enfrentamiento entre ambos grupos armados. Un despliegue parecido al que suelen hacer en Arauca cada vez que las dos guerrillas inician una nueva confrontación, como la actual de elenos contra las Farc de Mordisco. Pero allá nunca ha dado resultado, no consiguen imponer el orden ni la ley y, menos aún, una paz duradera. Y el Catatumbo posee unas características aún más complejas.