En un siniestro episodio en Houston, Texas, un niño de once años perdió la vida después de ejecutar una broma tradicional de llamar al timbre y huir, conocida como “ding-dong ditch”, junto a sus amigos.
La policía local confirmó que el incidente ocurrió la noche del sábado 30 de agosto, cuando el menor tocó el timbre de una vivienda en la zona este de la ciudad y comenzó a correr.
Un testigo relató que, tras tocar el timbre, vio al niño huyendo en plena calle justo antes de escuchar disparos. El niño fue alcanzado varias veces y trasladado de urgencia al hospital, donde falleció al día siguiente, el domingo 31 de agosto
El portavoz del Departamento de Policía de Houston, Shay Awosiyan, declaró que no se ha realizado ninguna detención hasta la noche del domingo y que la investigación sigue en curso.
Además, el sargento del Homicide Division, Michael Cass, aseguró que, según los indicios recogidos, el uso de la fuerza letal no parece justificable como defensa propia: “no parece un caso de legítima defensa”, lo que apunta a que podrían presentarse cargos por homicidio.
Este hecho ha desatado una ola de indignación en la comunidad. Vecinos expresaron su consternación ante lo que consideran una reacción desproporcionada. “¿Quién dispara a un niño de 11 años por tocar un timbre?”, preguntó indignado un usuario en redes sobre la imprudente reacción del adulto.
La tragedia se inscribe en un preocupante patrón: en mayo reciente, un joven de 18 años fue asesinado en Virginia mientras filmaba un reto para TikTok, y otro episodio en California en 2023 culminó con la condena de un hombre que embistió con su vehículo a adolescentes que hicieron la misma broma.
La proliferación de estas bromas viralizadas en redes sociales, ha puesto en alerta tanto a autoridades como a padres y educadores, quienes advierten sobre las consecuencias fatales de aparente inocencia.
Las autoridades de Frisco, Texas, por ejemplo, ya presentaron cargos a un hombre acusado de disparar contra un grupo de adolescentes que tocaban su puerta en julio, resaltando la obligación de los propietarios de ejercer moderación y no responder con violencia.
Mientras tanto, en Houston, se revisan registros de cámaras de seguridad y se interrogan vecinos en busca de más pruebas. No se han divulgado ni la identidad del sospechoso ni la del menor, mientras los habitantes de la zona exigen que el caso no quede en la impunidad.
Este caso subraya cuán frágil puede ser la línea entre una broma, una reacción exagerada y la tragedia, y cómo la presencia de armas puede transformar un juego en una fatal desgracia.