A las 6:09 a. m. suena el primer Tik Tak de hoy jueves 21 de abril en SEMANA por los lados del esperado y muy temido fallo de la Corte Penal Internacional de La Haya que se dio muy temprano esta mañana en el caso de Colombia y Nicaragua. ¿Ganamos o perdimos?

Entonces, ¿por qué parece que perdimos? Porque la Corte evidentemente le reconoce a Nicaragua que sobre los 51 incidentes denunciados de casos ocurridos en altamar y que podrían implicar un abuso de los derechos de Nicaragua por parte de Colombia, solo en 16 la Armada colombiana hizo algo a lo que evidentemente Colombia no tenía derecho.

Se refiere el fallo a esos casos denunciados por Nicaragua en los que nuestra Armada pretendió sacar a pequeños barcos pesqueros nicaragüenses o misiones de investigación científica de sus aguas, pero del resto no hay regaño a Colombia por incumplimiento del fallo.

Ahora, lo que perdimos ya lo habíamos perdido con el fallo de 2012. Ahí nos dejaron enclavados entre aguas nicaragüenses, los cayos de Quitasueño y Serrana. En opinión de los expertos, en este fallo se reintegra por el contrario del archipiélago, porque la Corte de La Haya reconoce que por su mar territorial están conectados por su zona contigua a Providencia y San Andrés.

¿Qué no puede hacer Colombia? Pescar en aguas nicaragüenses o impedir que lo hagan los pescadores nicaragüenses, pero sí puede hacer interdicciones tendientes a combatir el narcotráfico en aguas contiguas al archipiélago y los pescadores colombianos tienen derecho a pasar por aguas nicaragüenses, para ir a pescar o para atraer su pesca de los bancos pesqueros de aguas colombianas.

Es decir, la estrategia jurídica colombiana de alegar la existencia de derechos funcionó, Nicaragua no pudo negarle a Colombia los efectos de mar territorial y zona contigua. E igual de importante el alegato de Colombia de que necesita un tratado para probar cualquier cambio de límites no es una disculpa, como ha dicho Nicaragua, porque la Corte Internacional de La Haya reconoce el derecho que tiene Colombia a fijar sus límites y no condena en ningún momento a pagarle una indemnización a Nicaragua, como su presidente Daniel Ortega pretendía.

En conclusión, era tan malo lo que esperábamos que nos pasara con este fallo, que en su lectura esta madrugada se deriva que más bien ganamos.