La carrera del caleño Juan Torres por superar la adversidad comenzó pocos días después del 13 de septiembre de 2020, cuando sufrió el accidente que cambió su vida. Ese día practicaba ciclismo de ruta y un motociclista imprudente –que venía en contravía– lo obligó a chocar contra el separador de la vía; las lesiones fueron tan fuertes que el brazo derecho quedó inservible, inmóvil. Hoy, 22 meses después, solo es un ancla de dolor y sufrimiento.

Esa situación, lejos de deprimirlo, lo motivó. Su vida tomó un giro inesperado y en la adversidad Juan encontró el verdadero propósito: ya no quería entrenar ciclismo de manera aficionada, sino que elevaría el nivel de dificultad para llegar a la categoría élite. Nadie le creyó al principio, pero él no dudó ni un solo instante.

¿Cómo lo haría ahora sin una de sus extremidades? El brazo derecho, tras varias cirugías, fue diagnosticado con pérdida de sensibilidad y movilidad total un año después del accidente. Juan ya tenía un plan B para su vida. Seis meses atrás, y contra el pronóstico médico, se volvió a subir a la bici: conducía solo con el brazo izquierdo y el derecho lo pegaba al cuerpo para minimizar el peso y dolor.

“Cuando me accidenté, el médico me dijo que nunca más me volvería a subir a una bicicleta y esas palabras para mí fueron un reto. Yo soy una persona muy terca y quería lograrlo para demostrar que sí podría”, cuenta Juan. Y así fue. A su bicicleta le adecuaron las funciones de cambios y frenos al lado izquierdo. Pero, más allá del entusiasmo de vencer lo imposible, aún su brazo derecho es un asunto por resolver.

En enero de 2022, Juan decidió que no quería continuar con él, le explicó a la junta médica que, por decisión propia, quería que se lo amputaran. Una determinación que tomó por sorpresa a los médicos. “El dolor en ocasiones es insoportable. Y no solo es en el brazo, sino en el cuello y espalda”, dice.

Tras el accidente –y el retorno al ciclismo de pista–, a Juan se le ocurrió que ahora podría competir en la modalidad paralímpica. Lo que para muchos fue una desgracia, para él fue una nueva oportunidad. En sus primeras carreras no logró los resultados esperados, pues llevar el lastre del ancla del dolor en su costado derecho pesa y a veces desestabiliza. Juan compite en ciclismo de ruta y pista.

“Mi interés es alcanzar un mejor desempeño en lo deportivo, porque el peso del brazo, al estar sin uso, es como un ancla y durante la actividad, pues también los dolores son frecuentes”, cuenta.

“Quiero que me lo amputen”

El viernes en la tarde, horas antes de que este artículo estuviera publicado, Juan recibió el concepto positivo de psiquiatría para la amputación del brazo. El proceso, según dice, ya está en el 95 por ciento y espera que antes de finalizar este mes ya se haya hecho efectivo.

“Ya ha pasado un año de terapias y al ver que no había evolución de la cirugía tomé la decisión de solicitar la amputación del brazo”, añade.

Juan Torres tiene 24 años, antes de septiembre de 2020 se dedicaba al fotorreportaje, es comunicador social de profesión y, hasta ese momento, ciclista aficionado. El accidente amenazó con quitarle todo, pero su vida no es una ecuación lineal de lo predecible. “Me ha tocado acostumbrarme a hacer todo con la mano izquierda: hay cosas que puedo hacer, otras que no, otras que debo perfeccionar. Todos los días es un aprendizaje”, dice.

Y agrega que: “Emocionalmente, al inicio no me dio duro; después, a los meses, empecé a sentir ese desnivel emocional, pero después empecé a realizar cosas, a aprender, a saber que no me podía quedar quieto. Yo soy partidario de que todo pasa por algo. Y si eso me pasó tiene su razón de ser”.

En sus primeras competencias representando al Valle del Cauca, las sensaciones han sido positivas. Espera llegar a unos Juegos Paralímpicos. | Foto: .

La fotografía no pudo ejercerla más, pues muchos de los comandos manuales de las cámaras profesionales están en el lado derecho; buscó espacio en otros escenarios de la comunicación, pero le cerraron las puertas, una tras otra. “Cuando intenté buscar trabajo, muchas empresas me decían que tenía las habilidades para poder contratarme, pero tenían temor porque si me hacían el contrato a los meses yo les iba a decir que estaba incapacitado por el tema del brazo”, señala.

Quizá si las palabras del médico –que Juan tomó como un desafío– no hubieran aterrizado como un balde de agua fría, el ciclismo tampoco sería una opción. “Volver a montar en la bicicleta fue mucha felicidad. Yo lo había consultado con el médico y me dijo que no volvería a tomar una bici, entonces yo soy una persona terca, y eso fue un impulso más para hacerlo, como a los cinco meses después del accidente”.

Un nuevo comenzar

Juan cree, con la certeza de quien no está acostumbrado a fallar, que su misión era esta: dedicarse al deporte paralímpico, darles alegrías a su familia y a Colombia. Las posibilidades de que una moto en contravía tratara de arrollarlo, caer de la bicicleta y perder la movilidad en la extremidad predominante eran cien contra uno, pero pasó. No ocurrió nada más en ninguna parte de su cuerpo, solo ahí. El destino, dice, estaba escrito.

Cargar el brazo derecho ha sido una gran prueba, pero decidir que lo mejor era amputarlo fue la verdadera evaluación de vida. “Mi familia tomó una actitud positiva, no hubo ningún impedimento. Me han apoyado totalmente”, señala. Ahora no solo quiere quedarse en la anécdota de que, guiado por el dolor y las ganas de superación, pidió la amputación del brazo, sino que quiere abrirse camino en las pistas deportivas y comerciales. “Tengo un emprendimiento de ropa deportiva para personas con discapacidad, así como deportistas aficionados y élites”, cuenta.

La primera vuelta de la carrera de Juan está a punto de finalizar con la amputación de su brazo, luego vendrán las etapas más decisivas: hacerle el quite definitivo a la adversidad, conquistar títulos, abrir sucursales de su emprendimiento y cultivar en todo aquel que se sienta derrotado la llama del optimismo. No hay nada que perder y sí mucho por ganar.