Nuestras ciudades latinoamericanas se caracterizan por barrios emblemáticos y enorme paisajismo urbano, algunos más elegantes y exclusivos que otros. ¿Quién puede imaginarse una Buenos Aires sin la Recoleta o Palermo, o una Ciudad de México sin el sector de Lomas de Chapultepec?

Inversionistas inmobiliarios han buscado cambiar la cara de diferentes sectores, la densificación conlleva a perder el valor histórico, ambiental o patrimonial de muchos barrios para dar paso a edificaciones más altas, barrios más poblados y con edificaciones modernas.

En Bogotá tenemos varios barrios tradicionales, incluso el POT presentado por la administración estableció 11 polígonos residenciales netos, sectores donde predomina el sistema de loteo individual para vivienda unifamiliar, entre ellos Belmira, Santa Bárbara Alta y Oriental, La Alhambra Sur y Norte, Niza Norte y Sur, Las Villas, El Batán y Malibú.

Estos barrios lograron ganar una batalla y es que no tuvieran otros usos, evitando así que fueran consumidos por locales comerciales, oficinas, entre otros usos, perdiendo sus características que representan una época histórica del urbanismo bogotano.

Pero existe un barrio, Santa Ana Oriental, que queda arriba de la Carrera Séptima, entre las calles 108 y 111, que cuenta con una comunidad biológica y urbanística que estaría al borde de desaparecer si se aprueba que para este sector cambie la altura actual de sus edificaciones.

Este barrio, gracias a la Asociación de Residentes de Santa Ana-ARSA, durante más de 60 años de historia ha tenido una tradición unifamiliar, los mismos residentes son quienes por muchos años han invertido en preservar la biodiversidad ecológica del sector, al igual que garantizar la seguridad, el mejoramiento de vías y de los parques, zonas que son del disfrute para todos los bogotanos.

A Santa Ana Oriental lo atraviesan varios cuerpos de agua, colinda con los cerros orientales, sus calles públicas y patios interiores son un verdadero bosque urbano. Son 55 hectáreas de las cuales 26 son parques y zonas verdes sembradas con más de 5.000 árboles. De estas 26 hectáreas, 19 son zonas que pertenecen a los jardines de las casas.

Hoy este barrio vive una disyuntiva. Por un lado, tenemos que el 87 % de los predios son de vivienda unifamiliar de dos pisos, donde más del 50 % de su área, son jardines, por otra parte, tenemos una pequeña zona (13%) que ha desarrollado otro tipo de unidades multifamiliares. Incluso quienes recorren sus calles pueden darse cuenta de ciertas ‘gabelitas’ que, por ahí, una norma urbana aprobada en el 2014, permitió construir un edificio de 15 pisos y 24 unidades de vivienda.

Con la propuesta presentada por el Distrito, en el nuevo POT se apuntaría a direccionar el futuro del barrio hacia este segundo tipo de edificaciones, permitiendo una altura de 3 pisos, con el agravante de poderse duplicar si se construye en manzana completa.

De llegar a ocurrir esto, es decir, tener unidades residenciales de hasta 6 pisos, Santa Ana Oriental tal y como hoy lo conocemos dejaría de existir. Sus jardines se convertirán en apartamentos, los arboles tendrían que talarse y el daño ambiental sería incuestionable. Adicionalmente, al volverse propiedad horizontal, sus calles perderían las coberturas vegetales que hoy se pueden apreciar.

No entendemos cómo en un POT cuyo concepto clave es “reverdecer Bogotá”, se le impone a un barrio de 2 pisos tener una altura de 3 pisos, bajo la excusa de que el altillo sobre cubierta que tienen muchas de estas casas debe contemplarse como tal.

Muchos estarán muy interesados en sacarle provecho a esta nueva norma, incluso algunos residentes apoyan estas propuestas para poder vender sus inmuebles con la expectativa de sacar una renta adicional y dejar de pagar un impuesto predial alto. Pero estas ganancias de los particulares, no puede primar sobre el bien de la comunidad, que reclama la permanencia de su barrio tal y como hoy existe.

Este POT que ha sido cuestionado por la escasa participación ciudadana y porque los propios ciudadanos no han podido tomar decisiones sobre el futuro de sus barrios. De hecho, ARSA realizó una encuesta en este sector con una firma especializada y los resultados fueron interesantes.

El 70 % de los residentes encuestados dijeron que querían que su barrio continuara como vivienda unifamiliar, el 78% se opusieron a la construcción de viviendas de 8 pisos o más sobre la manzana colindante de la carrera séptima y solamente un 12% de los residentes manifestaron estar de acuerdo con que en la zona se construya vivienda multifamiliar.

Que interesante que el Distrito hubiera impulsado este tipo de acciones en las diferentes localidades de Bogotá, que para el caso de Santa Ana Oriental se llevó a cabo por iniciativa de sus propios residentes, seguramente el resultado de los mapas de tratamientos y áreas de actividad no sería el mismo que la administración presentó al Concejo.

La situación de Santa Ana es análoga a muchos barrios en el Distrito, en el sur, norte u occidente, muchas zonas que quedarían en tratamiento de consolidación, duplicarán su altura promedio, muchos moradores o residentes tradicionales tienen temor de lo que pueda llegar a ocurrir con sus barrios.

El artículo 310, trae un parágrafo que promueve: “Para los predios sometidos al tratamiento de consolidación cuyo ámbito de proyecto objeto de licenciamiento sea igual una manzana y además se localice en área de actividad de proximidad, el número máximo de pisos será dos veces el permitido en los mapas n° CU-5.4.2 a CU-5.4.33, sin superar la altura de doce (12) pisos.”

Esta semana la Comisión Primera del Plan iniciará la votación de las ponencias y la administración deberá acoger o rechazar cientos de propuestas que han sido planteadas, amanecerá y veremos cuál será la norma urbana que quedará vigente para los bogotanos.