El presidente Gustavo Petro utilizó toda clase de epítetos contra Miguel Uribe. Utilizó a su abuelo, el expresidente liberal Julio César Turbay, como excusa para golpear a su nieto con toda clase de ofensas, lo que finalmente creó las condiciones políticas que llevaron a su asesinato. Su narrativa para generar odio no tiene nada que ver con la realidad del verdadero M-19, que en nada se pareció con lo que Petro es, con lo que dice y mucho menos con cómo actúa.

Para la muestra, un botón: la foto que acompaña este artículo. La madre de Carlos Pizarro, el entonces líder del M-19, doña Margoth Leongómez de Pizarro, lideró un homenaje al expresidente Turbay a finales de 1989 en agradecimiento por todas sus gestiones que, como director del Partido Liberal, junto a su hija Diana Turbay, hizo para apoyar el proceso de paz con el M-19. Al preguntarle a un exmiembro de esa organización que quién había dado la orden para ese evento, en el Salón Rojo del Hotel Tequendama, en Bogotá, me dijo que había sido el mismo Carlos Pizarro.

La historia del M-19 y Turbay fue muy compleja y el antagonismo entre ellos fue tremendo, fueron enemigos totales. Turbay, tan pronto llegó al poder, expidió el estatuto de seguridad, una medida de excepción muy dura para enfrentar a las organizaciones terroristas. El M-19, por su parte, en los primeros dos años de Gobierno, se robó las armas del Cantón Norte, se tomó la Embajada de República Dominicana con 16 embajadores –incluyendo el de Estados Unidos– y montó sus primeros frentes rurales en el sur del país, todo con ayuda de Cuba. Turbay rompió relaciones con ese país en 1981.

Mucha agua de violencia pasó debajo de ese puente, pero lo más importante no fue eso. Petro obviamente se quedó con el M-19 en la guerra y en la violencia, a diferencia de gran parte de la dirigencia del M-19, que cree con toda certeza que lo más importante del M-19 fue la paz. Muchos que conocen el trasfondo de las cosas dicen que Petro no estuvo ni en la guerra ni en la paz del M-19 y, además, que es fácilmente verificable.

Esto último tampoco importa, pues quienes deben entender lo que el M-19 verdaderamente fue, y no lo que Petro se inventa cada vez que lo menciona, son las hijas de Pizarro, María José y María del Mar, y esa izquierda democrática que quiere reformas profundas en el país y hoy ve con gran desilusión lo que Petro ha hecho en estos tres años.

Doña Margoth Leongómez de Pizarro, madre de Carlos Pizarro, el entonces líder del M-19, lideró un homenaje al expresidente Julio césar Turbay a finales de 1989.

La paz del M-19, y ese homenaje que le hacen a Turbay, forman parte del verdadero legado de esa organización. Siempre pensaron en Colombia y en dejar atrás la violencia para construir un país mejor. El odio no era parte de ellos, era más importante la bacanería o, como decía su líder histórico, Jaime Bateman, el “sancocho nacional”, que era un acuerdo entre todos, sin exclusiones, para construir una Colombia distinta.

Es más, el país se los reconoció cuando dejaron las armas y se convirtieron en la segunda fuerza política del país en las elecciones para la Constituyente de 1991 con 992.000 votos. Lograron 19 constituyentes, de los 70 que elaboraron la Constitución de 1991, y su liderazgo tripartito lo compartieron Horacio Serpa, Álvaro Gómez y Antonio Navarro.

Esta historia tiene otros ingredientes que vale la pena resaltar. En las elecciones de 1990, luego del asesinato de Carlos Pizarro, su reemplazo, Antonio Navarro Wolff, sacó casi sin campaña y sin presupuesto, pura opinión, 750.000 votos. Un éxito electoral sin precedentes. Más si se tiene en cuenta la historia de donde venía esta organización, incluyendo la toma del Palacio de Justicia. Colombia estaba lista a perdonar y el M-19, sin soberbia y sin odio, sino como parte del sancocho nacional, dejó las armas y se integró a la civilidad.

Solo para comparar, luego del proceso de paz con las Farc, en 2018, esta organización sacó 52.000 votos. Sí, ¡52.000! El M-19, casi tres décadas antes, obtuvo 952.000. Ni hablar de lo que pasó cuatro años después, cuando las Farc lograron con gran esfuerzo 25.000 votos. Al M-19 nunca le regalaron una curul, como sí se las regalaron a las Farc, lo que de nada sirvió, valga la pena decirlo.

Petro, cada vez que habla, o escribe, del M-19, miente o los utiliza para generar odio. Si Bateman era el proponente del sancocho nacional, Petro es exactamente lo contrario: excluye y amenaza a quien no piensa como él. Triste para una organización que marcó dos décadas de Colombia, quedar con ese terrible legado.

Sin embargo, una foto dice más que mil palabras. Ojalá la historia lo confirme así.