Mientras el mundo analiza los efectos y desarrollos del discurso de Trump en Naciones Unidas, en Colombia, parroquialmente tratamos de reponernos del de Petro, ya que en ninguna otra parte del mundo ha merecido un comentario. No se sabe si sus asesores lo convencieron de que con semejante intervención pasaría a la posteridad, marcando un hito en las Naciones Unidas, o si en sus desvelos nocturnos, fue acumulando las ideas para el histórico discurso.
Desafortunadamente, su indumentaria no será recordada, ya que la guayabera no es necesariamente el traje tradicional colombiano. Tal vez trató de emular a Gabriel García Márquez, que cuando se presentó a recibir el Premio Nobel, estaba ataviado con un liki-liki, traje típico venezolano. Sin embargo, a pesar de la retórica poética de Petro, hay una pequeña diferencia entre él y Gabo. Aunque de pronto, como van las cosas y con sus iniciativas, puede ser candidato a un segundo Nobel de Paz para nuestro país.
Todos los jefes de Estado se han referido a la guerra de Israel contra Hamás en la Franja de Gaza y a los aterradores efectos de las operaciones israelíes. Netanyahu está contra las cuerdas y las simpatías que había logrado su país desde 1948, se han ido cayendo como un castillo de naipes.
Es evidente que no habrá paz en el Medio Oriente hasta que no haya dos estados: Israel y Palestina. Este último, no como un ‘estado de papel’, sino con su propia fisonomía y con un territorio con solución de continuidad.
Sin embargo, lo que puede haber llamado la atención es la iniciativa de nuestro presidente de sugerir la formación de un gran ejército, que se enfrentaría seguramente al de Israel y al de los Estados Unidos.
Hasta donde se puede suponer, ese extraordinario ejército tendría que estar constituido por fuerzas chinas y seguramente de Corea del Norte. No se sabe si los iraníes participarían, ya que a ellos no les interesa en este momento verse inmiscuidos en un conflicto nuclear.
Necesariamente, tendrían que participar fuerzas colombianas, puesto que nuestro querido presidente es el gestor de la idea. Habría que sacarlas de los cuatro puntos cardinales de la geografía nacional.
Pero no hay problema, porque como en algunas partes del país, comunidades manipuladas por grupos armados, narcotraficantes, mineros ilegales, guardias campesinas etc., se oponen a la presencia del Ejército, y el Gobierno adelanta negociaciones con gestores de paz que exigen la suspensión de las operaciones militares; estos grupos se podrían ocupar de la vigilancia y control de esas regiones, para lo que están bien entrenados.
Por lo tanto, definitivamente la iniciativa de Petro es interesante.