Finalmente, Petro logró el retiro de su visa por parte de los Estados Unidos, que era lo que estaba buscando desde hacía varias semanas. Lo que rebosó la copa fue el llamamiento que hizo a las fuerzas militares de los Estados Unidos de que no obedecieran las instrucciones de Trump en el medio oriente. Como si fueran las de Burkina Faso o las de Bolivia.

No es que el mandatario norteamericano se hubiera afanado, ya que seguramente ni siquiera se enteró del hecho. Tiene demasiados problemas internos e internacionales para atender a un pronunciamiento semejante del presidente de Colombia, que no figura en el mapa de la estrategia política de los Estados Unidos.

Gustavo Petro reaccionó tras el retiro de la visa de los Estados Unidos y aseguró que en ese país no debería estar la sede del organismo internacional. | Foto: Fotomontaje SEMANA/ Getty

Tampoco afecta a las fuerzas armadas de los Estados Unidos, ya que los altos mandos ni los soldados norteamericanos le van a “parar bolas” a ese llamamiento, del que igualmente, con seguridad, ni siquiera están informados. Ni que fuera una proclama de Putin, del presidente de China o de los Ayatolas.

Es más, ni siquiera los llamamientos en ese sentido hechos a las fuerzas armadas venezolanas, han tenido efecto. Petro lo sabe muy bien. Cabe entonces preguntarse ¿para qué hizo semejante pronunciamiento sabiendo las consecuencias que podría tener? Naturalmente, porque consideró que lo podría ayudar a él y a sus partidarios en el proceso electoral que se avecina. Muchas veces en la mayoría de los estados existe por diversas razones un sentimiento “antigringo”.

Sabe muy bien nuestro presidente que toda la comunidad internacional, incluso la mayoría de los miembros de la OTAN, está en contra de las acciones israelíes en la Franja de Gaza. Se sabe que la paz en el Medio Oriente no se puede lograr sin la existencia de dos estados: Israel y Palestina. Este último, no como un estado de papel, sino como un país sin solución de continuidad en su territorio y con pleno reconocimiento de fronteras seguras e identificables. También es conocido que Netanyahu está, como se dice en términos boxísticos, “contra las cuerdas”. Pero eso es otra cosa. Eso es mundial.

Hay muchos colombianos sin visa por diversas razones. El problema es que Petro la tenía y se la quitaron. Igual que al entonces presidente Ernesto Samper. La diferencia es que a Samper se la retiraron desde el principio de su mandato, mientras que a Petro faltando un año para la terminación del suyo y por otras razones.

El presidente de Colombia, Ernesto Samper, (1994-1998), Hillary Clinton, el presidente de Estados Unidos, Bill Clinton (1993-2001) y Jacquin Strouss, esposa de Samper. Una de las pocas reuniones entre ambos mandatarios que se dio en medio de la crisis política que atravesó Colombia por el Proceso 8.000, que llevó la administración Clinton a cancelarle la visa a Samper.

Los Estados Unidos saben muy bien cómo es Colombia y qué piensan los colombianos. Además de que las actuaciones de Petro no son compartidas por millones. Por lo tanto, es de esperarse que, no obstante con un presidente impredecible como Trump, no se vayan a adoptar medidas que puedan afectar a la mayoría de la población colombiana.

El señor presidente, que es antiimperialista, afirma que está tranquilo porque puede ingresar a los Estados Unidos sin necesidad de visa, dada su condición de “ciudadano italiano”. Seguramente se le pasó que Mussolini invadió a Etiopía y luego estableció un régimen que fue sostenido por el Tercer Reich. Italia fue siempre, ha sido y seguirá siendo una potencia. De pronto podría renunciar públicamente a su nacionalidad italiana.

Pero si considera que esa condición le facilita el ingreso a los Estados Unidos aun si visa, es muy fácil comprobarlo: que tome el avión presidencial y viaje a los Estados Unidos, para ver cuál sería la actitud de las autoridades migratorias de ese país.

A lo largo de la vida contemporánea hemos tenido una relación cordial con los Estados Unidos, a pesar de los altibajos que se han afrontado. Bush padre, durante la administración de Virgilio Barco, envió a la flota norteamericana a bloquear a Colombia, “para ayudarnos” a la represión del narcotráfico. El gobierno colombiano salió a enfrentarlo sin alharacas: Bush pidió excusas, ordenó el regreso de la flota y dijo que habían tergiversado sus instrucciones.

El presidente de Estados Unidos, George H. W. Bush (1989-1993), con el presidente de Colombia, Virgilio Barco (1986-1990). El 15 de febrero de 1990 Bush padre llegó a Cartagena para la Cumbre de Presidentes Andinos, en la que trataron el tema del narcotráfico y, además, afianzaron alianzas para incentivar el café colombiano.

Posteriormente, también durante la administración Barco, la liberación del narcotraficante Jorge Luis Ochoa por un juez, trajo como consecuencia la orden de la administración norteamericana de no descargar de los buques y aviones procedentes de Colombia productos como café, frutas y flores. Igualmente, impidió la entrada de miles de colombianos en los aeropuertos. Centenares de mujeres, ancianos, hombres y niños estuvieron tendidos por días en los corredores aduaneros en los Estados Unidos.

Colombia denunció a los Estados Unidos en la OEA. La influencia de nuestro país logró la mayoría para condenar a los Estados Unidos en lo que se consideraba “su coto de caza”. Washington antes de la aprobación de la resolución pidió excusas y derogó las medidas. Barco no buscaba reelección ni quería ser el nuevo libertador de Colombia.

Pero es que estamos en otro milenio.

*Julio Londoño Paredes es excanciller del país, exembajador