Lanzada en 1977, Voyager 1 inició su misión con un objetivo claro: estudiar Júpiter y Saturno, sin embargo, la sonda pronto demostró que estaba destinada a ir mucho más lejos.

Tras completar los sobrevuelos de ambos planetas continuó su ruta hacia los confines del sistema solar, cruzando en 2012 la heliopausa, el punto donde el viento solar deja de imponerse frente al medio interestelar.

Ese cruce, confirmado por la Nasa en 2013, marcó su entrada en el espacio interestelar y convirtió a Voyager 1 en un testimonio vivo del alcance tecnológico del siglo XX.

Comunicarse con la nave será un desafío mayor

El hito previsto para 2026 destaca por la distancia alcanzada y también por las dificultades operativas que esto implica pues tal como señalan el medio tecnológico New Atlas y la revista científica Popular Science, al llegar al día-luz, la comunicación entre la Tierra y la sonda requerirá cerca de 24 horas para enviar una señal y otro día completo para recibir la respuesta.

El próximo hito de Voyager 1 implicará comunicaciones tan lentas que una señal tardará dos días en completarse entre ambos puntos. | Foto: Europa Press 2021

Tecnología de los 70 que continúa resistiendo

A pesar de las limitaciones propias de una nave diseñada en la década de 1970 (electrónica antigua, energía en declive y un entorno repleto de partículas de alta energía), Voyager 1 sigue enviando información desde el espacio profundo.

Según el medio Interesting Engineering, aún es capaz de medir partículas interestelares, campos magnéticos y rayos cósmicos, aunque con capacidades reducidas. La NASA ha priorizado mantener solo los sistemas esenciales con el fin de prolongar la vida útil de la misión, probablemente hasta comienzos de la década de 2030.

El mensaje de oro para quien pueda encontrarlo

Cuando la sonda agote su energía, continuará su viaje silencioso a más de 60.000 km/h rumbo a la nube de Oort, ubicada a unos 300 años luz de su posición actual. Aunque dejará de transmitir datos, seguirá su curso como una cápsula del tiempo interestelar.

El Disco de Oro de las Voyager reúne saludos en 55 idiomas, música global y sonidos que buscan retratar la vida en la Tierra. | Foto: United Archives/picture alliance

A bordo llevará siempre el Disco de Oro, la colección de sonidos e imágenes seleccionadas por el astrónomo Carl Sagan y su equipo como un mensaje dirigido a posibles civilizaciones futuras. Un símbolo de que, incluso desde los confines del cosmos, la humanidad quiso dejar un rastro de quiénes somos.

El objeto humano más lejano jamás construido

La llegada al día-luz tiene también un fuerte valor simbólico, en más de 45 años, ninguna otra nave espacial ha logrado superar a Voyager 1 en distancia y no existe una misión actual que pueda alcanzarla en el corto plazo.

Esto significa que seguirá siendo durante décadas el objeto humano más distante jamás enviado al espacio.

*Con información de DW.