Lo que parece una cima escarpada iluminada por estrellas es, en realidad, una nube de polvo cósmico desgarrada por los vientos abrasadores y la radiación de estrellas masivas y jóvenes cercanas.

Se trata de Pismis 24, un joven cúmulo estelar captado por el telescopio espacial James Webb. Este se encuentra en el núcleo de la Nebulosa de la Langosta, a unos 5.500 años luz de la Tierra, en la constelación de Escorpio, según informó la ESA en un comunicado. La agencia europea opera el telescopio en colaboración con la NASA y la CSA canadiense.

Hogar de una activa “guardería estelar” y uno de los lugares más próximos de formación de estrellas masivas, Pismis 24 ofrece una ventana privilegiada para estudiar el nacimiento y la evolución de astros jóvenes, calientes y luminosos.

En el corazón de este brillante cúmulo se halla Pismis 24-1, situada en el centro de un grupo de estrellas sobre los picos anaranjados y dentados, hacia la cual apunta la aguja más alta de la nebulosa. En un inicio se pensó que era la estrella más masiva conocida, pero los astrónomos descubrieron que en realidad está compuesta por al menos dos estrellas.

El cúmulo alberga una “guardería estelar”, donde nacen estrellas masivas y muy calientes. | Foto: Getty Images

Aunque en la imagen aparecen como una sola, cada una posee entre 66 y 74 masas solares, lo que las convierte en dos de los astros más pesados y luminosos jamás observados.

Miles de estrellas con forma de joya

La imagen, tomada en luz infrarroja con la cámara NIRCam del Webb, revela miles de estrellas que brillan como joyas de diferentes tamaños y colores. Las más grandes y resplandecientes, con picos de difracción de seis puntas, corresponden a las estrellas más masivas del cúmulo.

A su alrededor se distinguen cientos —e incluso miles— de astros más pequeños en tonos blancos, amarillos o rojos, dependiendo de su tipo y del polvo que los rodea. Detrás del cúmulo, el Webb también dejó al descubierto decenas de miles de estrellas pertenecientes a la Vía Láctea.

Las estrellas jóvenes y supercalientes —algunas con temperaturas hasta ocho veces mayores que la del Sol— emiten radiación y vientos tan intensos que han excavado una cavidad en la pared de la nebulosa, la cual se extiende mucho más allá del campo de visión de la NIRCam.

En la imagen solo se aprecian fragmentos en la parte inferior y superior derecha. Desde sus crestas emergen espirales de gas caliente e ionizado, mientras tenues velos de gas y polvo iluminados flotan en torno a los picos de la nebulosa.

El telescopio espacial James Webb captó imágenes impresionantes de la región en luz infrarroja. | Foto: Getty Images

De la pared brillante de gas sobresalen imponentes agujas cósmicas, que resisten la radiación y los vientos de las estrellas cercanas. Estas estructuras, similares a dedos que señalan el cielo, se comprimen bajo fuerzas extremas, lo que provoca la formación de nuevas estrellas en su interior.

La aguja más alta se extiende unos 5,4 años luz desde su punta hasta la base de la imagen. Solo en el ancho de su extremo —0,14 años luz— cabrían más de 200 sistemas solares como el nuestro, hasta la órbita de Neptuno.

Colores con significado cósmico

La imagen infrarroja del Webb está codificada en colores que revelan la composición del entorno:

  • Cian: hidrógeno caliente e ionizado por las estrellas masivas jóvenes.
  • Naranja: polvo cósmico con propiedades similares al humo en la Tierra.
  • Rojo: hidrógeno molecular más frío y denso; cuanto más oscuro, mayor es la densidad.
  • Negro: gas tan denso que no emite luz.
  • Blanco tenue: gas y polvo que dispersan la luz estelar.

*Con información de Europa Press