Muchos computadores y portátiles incorporan puertos USB con distintos colores, y el tono amarillo suele ser el que más intriga genera.
Aunque a primera vista podría parecer un simple detalle visual, esta identificación tiene un propósito claro: señalar un conector diseñado para suministrar energía de forma constante, incluso cuando el equipo está apagado.
Esto lo convierte en una opción práctica para cargar dispositivos externos sin depender del funcionamiento del computador.
Sin embargo, esta utilidad viene acompañada de una limitación importante. El color amarillo no ofrece información sobre la velocidad de transferencia, por lo que es posible que el usuario conecte sus dispositivos pensando que aprovecha un puerto rápido, cuando en realidad está usando uno basado en un estándar antiguo.
De acuerdo con el sitio web Computer Hoy, un puerto USB amarillo pertenece a un conjunto específico de conexiones pensadas para suministrar energía de forma continua. Este tipo de puerto combina dos funciones conocidas como Always On y Passive Power Delivery, lo que lo convierte en una opción versátil para mantener cargados varios dispositivos sin necesidad de accesorios adicionales.
En el uso diario, esto significa que el usuario puede recargar un celular, unos audífonos o un reloj inteligente sin encender el computador. La energía permanece activa incluso cuando el sistema está apagado, una ventaja especialmente útil para quienes tienen múltiples gadgets en el escritorio y buscan reducir la cantidad de cargadores conectados.
Lo importante es que esta característica no está asociada a la velocidad del estándar USB. El color amarillo solo indica que el puerto continúa entregando energía, no si ofrece un rendimiento alto o limitado en transferencias de datos, algo que puede generar confusión entre quienes buscan rapidez.
El desafío aparece porque un puerto amarillo puede pertenecer tanto a USB 2.0 como a USB 3.0, dependiendo del fabricante. Esto implica que puedes encontrarte con modelos que apenas alcanzan los 480 Mbps, suficientes para periféricos simples, pero claramente insuficientes para mover archivos pesados como vídeos en 4K hacia un disco externo.
También existe la posibilidad de que algunos sí alcancen velocidades de 5 Gbps, aunque no hay forma de saberlo únicamente por el color. Esta falta de consistencia hace que el puerto amarillo sea una opción cómoda para cargar dispositivos, pero poco predecible cuando se requiere rendimiento. La confusión aumenta al compararlo con los puertos naranjas, menos comunes, pero que sí garantizan siempre el estándar USB 3.0 con carga permanente.
Si el usuario conecta una memoria USB, una cámara o un SSD externo esperando velocidades elevadas, es probable que se lleve una decepción si el puerto utilizado pertenece a un estándar antiguo. El dispositivo funcionará sin problemas, pero la transferencia quedará limitada, lo que puede resultar poco práctico cuando se manejan archivos pesados o tareas que requieren mayor rendimiento.
Por su parte, la codificación por colores de los puertos USB-A puede servir como una guía rápida, aunque no siempre es uniforme entre marcas. El negro suele indicar USB 2.0, el azul corresponde a USB 3.0 y el rojo identifica modelos más potentes diseñados para mover más datos o soportar cargas intensas.
Por ello, la única forma de saber con certeza qué velocidad ofrece cada puerto es consultar las especificaciones del fabricante.