Para muchos usuarios, la compra de un nuevos celular representa la oportunidad de resolver uno de los inconvenientes más habituales: la pérdida progresiva de rendimiento. Este deterioro suele estar vinculado a la falta de memoria RAM, un componente esencial que permite que las aplicaciones se ejecuten con agilidad y que el dispositivo pueda manejar diversas tareas al mismo tiempo sin interrupciones.
Sin embargo, al buscar un nuevo dispositivo móvil, la mayoría de personas suele enfocarse en aspectos como la cámara, el tamaño de la pantalla, el diseño o el precio, dejando de lado la importancia del almacenamiento interno.
Este problema obliga a muchos usuarios a recurrir a soluciones como almacenar archivos en la nube, trasladar contenidos a un computador o incluso eliminar aplicaciones. Parte de esta situación se debe al peso creciente de los archivos del sistema, razón por la cual fabricantes como Motorola, Xiaomi u OPPO han incorporado herramientas internas de limpieza para optimizar el espacio disponible.
Mantener un margen adecuado de almacenamiento libre sigue siendo fundamental, ya que cuando el dispositivo se acerca a su límite, el rendimiento se ve afectado de manera notable, generando lentitud, bloqueos y fallas en procesos básicos.
Ante este tipo de situaciones, surge una pregunta: ¿Cuánta memoria debería tener un celular para evitar que funcione lento? Expertos del sitio web Movil Zona recomiendan, para quienes buscan que su smartphone tenga una vida útil de tres o cuatro años, un dispositivo con 128 o 256 GB de almacenamiento interno, especialmente en el caso de los iPhone, que no permiten ampliar la memoria mediante tarjetas externas.
Esta capacidad inicial ofrece un margen más amplio para sostener el aumento progresivo de archivos, aplicaciones y actualizaciones del sistema sin comprometer el rendimiento del equipo, ya que cuando el dispositivo se acerca a su límite, el rendimiento se ve afectado de manera notable.
La razón es sencilla, según el medio citado: en los últimos años, tanto las aplicaciones como los archivos generados por el propio dispositivo han incrementado su tamaño, y todo indica que esta tendencia continuará. Aunque 64 GB pueden resultar suficientes durante los primeros meses o incluso un par de años, es probable que, con el tiempo, el usuario empiece a enfrentar limitaciones para instalar nuevas apps, guardar contenido o mantener la fluidez del sistema.
Por eso, optar por un teléfono con 128 GB en adelante y, si es posible, con ranura para tarjetas microSD, ya que estas permiten duplicar o incluso cuadruplicar el espacio disponible. Dado que los smartphones suelen acompañar al usuario durante varios años y que las aplicaciones exigen cada vez más capacidad, contar con la opción de ampliar el almacenamiento se convierte en una ventaja clave.
Así que, antes de adquirir un nuevo dispositivo, es fundamental verificar no solo la cantidad de memoria interna, sino también si admite tarjetas SD y cuál es el límite de expansión que permite.