El año pasado la revista ‘Time’ seleccionó a Interno como uno de los 100 mejores sitios del mundo para visitar. | Foto: Adolfo Palacio

INCLUSIÓN

El restaurante de las segundas oportunidades

Johana Bahamón, creadora de Fundación Acción Interna, cuenta cómo el Restaurate Interno, ubicado en la Cárcel San Diego de Cartagena, cambió la vida a las personas privadas de la libertad.

Johana Bahamón*
12 de agosto de 2019

Todas las noches, de martes a domingo, el Restaurante Interno abre sus puertas para recibir a las personas que quieren disfrutar de una buena comida y de una copa de vino. El establecimiento es único en su tipo. Y no porque esté ubicado en la cárcel San Diego de Cartagena, en pleno centro histórico, sino porque las mismas internas son quienes atienden a los visitantes y cocinan para ellos. Los platos fueron creados por los mejores chefs del país, con el toque personal y la sazón de las internas. Son únicos.

El establecimiento, que se inauguró hace dos años y medio, es un taller productivo donde la Fundación Acción Interna capacita a las mujeres que están próximas a recuperar su libertad. Lo que pretendemos es, precisamente, convertir las cárceles en centros productivos y generar espacios de encuentro entre la población civil y carcelaria. Allí les damos herramientas a las internas para que puedan seguir trabajando cuando cumplan su condena y las impulsamos a edificar sus propios emprendimientos. Hoy la mayoría de internas que recuperaron su libertad están trabajando en los mejores restaurantes de Cartagena.

Gracias a esta iniciativa hemos podido desmentir la idea de que en las cárceles no se pueden hacer proyectos de calidad. El año pasado, por ejemplo, la revista Time seleccionó a Interno como uno de los 100 mejores sitios del mundo para visitar. Además, como Cartagena es una ciudad tan turística y el 95 por ciento de nuestros clientes son extranjeros y de otros lugares de Colombia, hemos cambiado el estigma y la percepción negativa que el mundo tiene hacia los internos.

El restaurante también les permite a las mujeres que reduzcan su condena por cada año de trabajo y les da el derecho de recibir bonificaciones de 200.000 pesos al mes. Estas son enviadas a sus familiares, ya que no está permitido que tengan dinero en la prisión. Los ingresos del establecimiento son reinvertidos en otros proyectos de diferentes cárceles del país.

Leer más: Johana Bahamón: “En la cárcel son más libres que muchos de los que estamos afuera”

Los resultados de este trabajo nos motivaron en Acción Interna a pensar en la creación de Externo, un nuevo restaurante que contratará a personas privadas de la libertad una vez salgan de la cárcel –esperamos tener listo este proyecto a finales de este año–.

Un giro de 180 grados

Todo comenzó hace seis años, cuando visité una cárcel por primera vez. En esa época mi herramienta de trabajo era la actuación y por el personaje que estaba haciendo en ese momento en televisión me invitaron a ser jurado de un evento en El Buen Pastor, en Bogotá. Aunque estaba enterada de la realidad que vivían las personas en los centros penitenciarios del país, nada se compara al verlo en persona. Mi vida dio un giro de 180 grados.

Salí del evento con un propósito claro: trabajar para mejorar la calidad de vida de las personas que están privadas de su libertad. Recuerdo que el ‘cómo’ no lo tenía claro, pero estaba segura de que los internos, al igual que todos en la vida, merecían una segunda oportunidad. Fue así como nació en 2013 la Fundación Teatro Interno, hoy Fundación Acción Interna.

El primer espacio de reconciliación que creamos no fue el restaurante, sino el Festival Teatral Carcelario, donde los internos de diferentes centros penitenciarios del país montan una obra y la mejor se presenta en el Festival Iberoamericano de Teatro de Bogotá. Ahí se dio un primer paso para que estas personas dejaran de ser vistas como alguien que cometió un delito y empezaran a ser consideradas como seres valiosos y talentosos.

Libertad

Hoy, 30.000 personas de 30 cárceles del país están cumpliendo con la finalidad de la pena, es decir, recibiendo herramientas que les permitan no reincidir cuando salgan de los centros penitenciarios. Y lo anterior, en parte, gracias a nuestro empeño y el de ellos. Eso te hace sentir que todo valió la pena. Y vale la pena porque es nuestra oportunidad de generar segundas oportunidades.

*Directora ejecutiva de la Fundación Acción Interna.