"La lejanía de las regiones de los líderes, sumado al miedo a la denuncia de las comunidades termina debilitando la labor periodística. " | Foto: Fred Solís

MEDIOS

¿Cómo se está cubriendo el asesinato de líderes sociales en el país?

Hablamos con algunos directores de observatorios de medios y de los principales diarios y plataformas digitales del país sobre el escaso espacio que tienen los defensores de derechos en las noticias.

11 de diciembre de 2018

Con el acuerdo de paz llegó el silenciamiento de las armas de las Farc y los medios de comunicación comenzaron a centrarse en los protagonistas ocultos del conflicto. Los asesinatos de los líderes sociales, que se cometen desde hace tiempo, por fin empezaron a ser visibles en las noticias. Sin embargo, aunque sus muertes siguen en aumento, es difícil hallar esta realidad en los titulares de la mayoría de noticieros y diarios.

Hay poco espacio en estos para la búsqueda y la investigación sobre el trabajo de los defensores de derechos humanos en las regiones del país, especialmente en las más apartadas. Como lo afirma Mario Morales, director del Observatorio de Medios de la Universidad Javeriana, “el asesinato de líderes sociales no forma parte de la agenda mediática. Esa es la principal falla. No hay una investigación propia, ni seguimiento. No se ve más allá del registro”.

Según Mauricio Builes, asesor de comunicaciones del Centro de Memoria Histórica, el cubrimiento más extenso sucedió el año pasado cuando se cumplía el primer aniversario de la firma de los acuerdos de paz con las Farc. Entonces, medios como El Espectador, El Tiempo, El Colombiano, El País de Cali y el portal La Silla Vacía, entre otros, registraron las decenas de asesinatos de líderes y defensores de derechos humanos.

Pero así de rápido como aumentó el número de notas sobre los asesinatos en las regiones apartadas del país, así también disminuyeron. Y esto se explica porque la atención se desvió a una discusión que demerita la real noticia: ¿quiénes son los líderes sociales? ¿Cuántos son? Según Alejandro Gómez Dugand, gestor de proyectos del Centro de Estudios en Periodismo de la Universidad de los Andes, “nadie ha sido exacto con las cifras. Ni la ONU, ni el gobierno. Estos hechos también dificultan la labor del periodismo”.

La lejanía de las regiones de los líderes, sumado al miedo a la denuncia de las comunidades (lea más del tema en la página 64) termina debilitando la labor periodística, que al final se realiza desde las salas de redacción con una reportería escasa, fría y distante de la realidad.

“Los medios fallan en quedarse en el conteo de muertos sin analizar las causas, móviles, consecuencias. Hay pocas historias, solo números y registros”, explica Gloria Castrillón, directora del proyecto Colombia 2020 de El Espectador. Por eso, titulares como ‘Preocupación por el aumento de asesinatos a líderes sociales’ y ‘Crece el número de líderes asesinados’, son constantes en el desarrollo de este tipo de noticias. Pero no hay verdaderas historias. No se analizan ni las causas ni las consecuencias del fenómeno.

Como explica Fidel Cano, director del diario El Espectador, “el cubrimiento ha sido muy somero, centralista y episódico. Hay que tomar cada asesinato como si fuera el primero para hacer ese trabajo de manera que no nos conformemos con el conteo de los caídos”.

Es obvio que se han hecho esfuerzos, Diego Alarcón, director de la plataforma ¡Pacifista!, que ha retratado la problemática de la violencia y los líderes sociales, cuenta, “si bien hay fallas, también ha habido avances; y por más de que el tema no haya estado continuamente en las primeras planas, las noticias publicadas sí han forzado a que el gobierno se pronuncie y a que buena parte de la opinión pública crea que también merece atención”.

Así mismo, para Rodrigo Pardo, subdirector editorial de la Revista SEMANA, “ha habido trabajos individuales muy buenos. Yo creo que el periodismo más que averiguar para contar, hoy día tiene que entender para explicar. Tenemos muchos datos y hay que tener en cuenta que estamos hablando de decenas de vidas humanas con una connotación política muy grave”.

El cubrimiento de la violación de los derechos humanos de los líderes es un trabajo que apenas comienza a trabajarse de manera dedicada en las salas de redacción. Su importancia se resume en las palabras de Dugand: “Cuando se asesina a un activista, no se asesina simple y únicamente a un ser humano. También, se silencia una voz que está hablando por otros”.