Durante mucho tiempo se argumentó que el arte no tenia clase, raza ni época. Los movimientos sociales recientes confirmaron lo contrario. | Foto: AFP

ARTE

El arte colombiano ha empezado a mirar las obras de las minorías

Así lo celebra el subdirector de las Artes en Idartes, Jaime Cerón, quien explica en este texto cómo ha cambiado la manera de ver y reconocer los trabajos de los artistas nacionales, sin importar su etnia o género.

Jaime Cerón*
25 de septiembre de 2018

Desde el periodo colonial, los indígenas, el pueblo rom, los afros, los raizales y las palenqueras vieron sus derechos vulnerados por el racismo. Hoy esta discriminación no ha cambiado para las mujeres y la comunidad LGBTI que padecen el sexismo, el patriarcado y la homofobia.

Durante mucho tiempo se argumentó que el arte no tenía clase, raza, sexo, época, ni lugar, hasta que los movimientos sociales recientes confirmaron que esa idea representaba las concepciones culturales de los varones blancos, heterosexuales y de clase alta.

Si un hombre como Van Gogh pintaba flores, evocaban significados asociados a la libertad y la expresividad. Pero si una mujer como Georgia O’Keeffe hacía lo mismo, se decía que aludía a la fertilidad o la feminidad, una interpretación asociada a los roles que se les asignaba a las mujeres en la sociedad patriarcal.

Desde mediados del siglo XX se empezaron a hacer grandes avances, así fue como, por ejemplo, Débora Arango abrió el camino para la inclusión del género femenino como sujeto y no como objeto del arte. En la década de los sesenta el bogotano Antonio Caro criticó las acciones del Estado contra los líderes sociales y su injerencia en las prácticas culturales de las comunidades indígenas. Mientras Liliana Angulo realizó una arqueología a los fundamentos de la discriminación de la población afro.

Hoy el arte colombiano ha sido permeado por diversas subjetividades y búsquedas creativas. Esto ha ocurrido en el cine, la literatura, las artes plásticas, el teatro, la danza y la música. Sin embargo, durante mucho tiempo se guardó silencio frente a las obras provenientes de concepciones culturales no hegemónicas, y en los casos en que fueron objeto de interés, se buscó diluir sus particularidades en eufemismos o generalizaciones.

El arte del presente tiene la tarea de seguir indagando por situaciones que vulneren los derechos de cualquier tipo de comunidades, para buscar, al menos, un nivel de reparación simbólica. Hoy día es habitual que pensemos que una obra de arte, sin importar a qué género artístico pertenezca, puede ser apropiada desde aquello que la hace local, contingente y diversa.

*Curador