Preparar a las familias para su ingreso al territorio marca una diferencia entre el desarraigo y la creación de redes de vecinos. | Foto: Giovanny Escudero

REPORTAJE

Aprender a vivir en comunidad, el reto de las familias que reciben viviendas gratis

Para eso están los programas de acompañamiento social que operan en Barranquilla y Cartagena, realizados en alianza con el Ministerio de Vivienda y bajo la gerencia de la Fundación Mario Santo Domingo.

Pablo Gabriel Obregón Santo Domingo*
30 de julio de 2018

Es cierto que una casa nueva trae consigo muchas bendiciones, pero también muchas responsabilidades. Esto lo viven cada día las familias beneficiadas con los proyectos de vivienda gratis del Gobierno Nacional.

¿De dónde vienen estas familias? ¿Qué tipo de situaciones han vivido? ¿Cuáles son sus dinámicas de convivencia y relacionamiento con la comunidad? ¿Y sus redes de apoyo? Cuando un grupo familiar comienza a vivir en un nuevo lugar enfrenta muchos cambios y es necesario un acompañamiento para desarrollar nuevas capacidades que les permitirán transformar sus vidas.

Las dinámicas de convivencia en un proyecto de vivienda gratis exigen otros aprendizajes, nuevas obligaciones y maneras de relacionarse. Por ejemplo, conformar la junta de administración, elegir un buen administrador, cumplir las normas de propiedad horizontal y hasta pagar los servicios públicos.

En la Fundación Mario Santo Domingo entendemos la importancia de este proceso. Las casas gratis no son tan solo cuatro paredes y un techo, son oportunidades para construir y empoderar a las comunidades, y eso demanda una labor de acompañamiento.

Nuestro trabajo empieza tres meses antes de la mudanza. Las familias reciben una asesoría constante para entender su nueva dinámica, para saber a dónde llegarán, cómo lo harán, qué entidades las atenderán, qué podrán y qué no podrán llevar. Prepararlas para su ingreso al territorio marca una diferencia muy grande entre el desarraigo y las redes de vecinos que se conformarán de nuevo.

Pero esa es solo una de las tantas tareas que atendemos en territorios como Villas de San Pablo, en Barranquilla; y en Ciudad Bicentenario y Villas de Aranjuez, en Cartagena; las ciudades donde opera nuestra fundación. En estos proyectos nos hemos propuesto cumplir otros tres objetivos.

El primero es fortalecer a la comunidad, es decir, identificar organizaciones de base y fomentar liderazgos positivos que se conviertan en la representación de centenares de familias. Hemos formado más de 100 líderes, un hecho sin precedentes y que marca la diferencia en los territorios. Mientras un líder negativo instiga a sus vecinos a bloquear una vía por falta de luz, uno positivo organiza a la comunidad para que visiten la empresa de energía y reclamen un mejor servicio.

Nuestro segundo objetivo se centra en trabajar con grupos de diversas edades, especialmente niños, niñas, adolescentes y jóvenes, para que puedan acceder a los programas del Gobierno y a la infraestructura social. Es esencial que existan colegios y centros de desarrollo infantil cerca de las viviendas. Los resultados han sido visibles, tenemos casos documentados de jóvenes que han dejado atrás las actividades ilícitas y ahora están estudiando. Muchos de ellos no lo hacían hace años.

Nuestro tercer y último objetivo es la generación de ingresos. Cuando empezamos a trabajar y a relacionarnos con estas familias, comprendimos que muchos de sus problemas de convivencia tienen relación con su nivel de ingresos. Si los miembros de un grupo familiar no cuentan con el dinero suficiente para mantener sus gastos básicos eso traerá problemas como la delincuencia, y creará un ambiente de poca seguridad que dificultará los lazos de unión.

Por ello, una de las prioridades ha sido la formación a la medida. Si bien hay personas preparadas, existen brechas con la oferta local de empleos. De igual manera, fue indispensable formar a los aspirantes en habilidades blandas, es decir, en cómo elaborar una hoja de vida, cumplir un horario y presentar una entrevista de trabajo.

Con dos años de gestión en estos proyectos es muy pronto aún para medir el impacto. Pero los resultados preliminares apuntan a una mayor escolaridad, mejores ingresos y hasta más capacidad de denuncia frente a flagelos como violencia doméstica, el abuso de menores de edad y el microtráfico. Aún hay trabajo para rato, pero estamos convencidos de que este es el camino correcto para seguir transformando la vida de miles de colombianos.

*Presidente de la Fundación Mario Santo Domingo.