Adriana Santacruz luce una de sus creaciones: un manto plisado que destaca el contraste entre el colorido y la sobriedad. | Foto: Zico Rodríguez

DESARROLLO

Moda indígena en las vitrinas del mundo

La diseñadora pastusa Adriana Santacruz entrelaza técnicas ancestrales con siluetas modernas; un trabajo que ha llevado sus coloridas creaciones por todo el planeta.

Daniela Puerta Padilla*
2 de octubre de 2017

SEMANA: ¿Cómo nació su gusto por la moda?

ADRIANA SANTACRUZ: Después de pasar por la maternidad y el cuidado de mis hijos, comencé a pensar qué más podía hacer. Antes trabajaba con lencería y siempre fui muy manual, entonces empecé a estudiar Diseño y mi tesis fue una investigación con los indígenas. De hecho, con ese mismo proyecto participé en España, en Tenerife, con un rescate de técnicas artesanales en 1999. Siempre he trabajado muy conectada con estas comunidades. El objetivo de este trabajo era fusionar técnicas artesanales con alta costura. Siempre estuvo enfocado en la moda sostenible.

SEMANA: ¿Por qué se decidió por la técnica de tejido en telar?

A.S.: Mi esposo es ganadero y en todas las casitas de los campesinos siempre hay una guanga, esos vellones de lana que cuelgan en los corredores. Es un oficio que siempre ha sido de la mujer, pero en este momento también hay hombres que trabajan conmigo, las señoras les enseñaron a tejer. Por otro lado, pasé casi todas mis vacaciones en la casa de unos tíos que vivían en el campo, así que siempre he estado conectada con lo rural.

SEMANA: ¿Cómo ha evolucionado su técnica de trabajo?

A.S.: Ha sido un trabajo constante, hemos tenido que ampliar el radio de acción y ensayar. Antes todo era muy grueso y pesado. Ellos hacían tapetes, ruanas, cobijas y tocaba acomodarlos a lo que usamos hoy. De hecho, yo manejo mis piezas únicas, pero también tengo mi línea comercial prêt-à-porter: artículos fabricados con una tela muy especial. Todo lleva tejido, esa es mi identidad.

SEMANA: ¿En qué momento fusiona lo ancestral con lo moderno?

A.S.: Mi trabajo es diferenciador porque es arte y moda, es arte depurado, mis piezas tienen un revés divino, se pueden poner por dos lados. Lo mío ha sido fusionar ese arte manual, ese saber popular, con el saber científico. Es poner ese tejido noble en el mundo global: de lo ancestral a lo contemporáneo.

SEMANA: ¿Qué ha aprendido de ese trabajo con artesanos de la región?

A.S.: Soy pionera en aprovechar esa riqueza cultural y tengo una relación muy estrecha con ellos. Gané el Premio a la Mujer Cafam en Nariño y en Colombia fui segunda finalista, pero muchas de las otras mujeres trabajan en obras sociales hermosas que se basan en el dolor. Lo mío es lo contrario, se basa en la felicidad, en empoderar, en lo maravilloso que es dignificar a la mujer.

SEMANA: Cuéntenos de la experiencia de llevar sus diseños al Vancouver Fashion Week y al World Fashion Week Paris.

A.S: Es bellísimo porque es poner la cara por el país con un producto colombiano. Gané un premio en el Instituto Marangoni y llegué con mis piezas a Italia y todas las profesoras y conferencistas estaban sorprendidas. En ese momento no estaba de moda, pero no me importaba, creía en lo mío, siempre con la mirada en alto para que todos tuviéramos una vida feliz como la de los artesanos: en sus casitas, con tiempo para cuidar a sus hijos, echarles abono a las papas y tejer. Ahora ese trabajo es tendencia, están de moda los bordados, aunque los venimos haciendo desde 2000, cuando participé por primera vez en Expoartesanías con unos abrigos muy pesados que la gente todavía usa, lo que demuestra que mi trabajo es atemporal.

SEMANA: ¿Cómo ha contribuido a recuperar el gusto por lo nuestro?

A.S.: Creo que la gente se cansó de lo sintético y lo superficial, sabiendo que tenemos tanta riqueza por explotar. Desde el comienzo mi lema ha sido volver a lo natural, volver a la esencia. Por eso a mi primera tendencia la nombré Moda con espíritu.

*Coordinadora editorial de Especiales Regionales de SEMANA.