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BACH FOREVER

300 años después, el gran compositor alemán sigue despertando el fervor de los melómanos.

22 de abril de 1985

El 21 de marzo de 1985 Juan Sebastián Bach cumplió 300 años, ese gran jueves las campanas de las iglesias de todo el mundo repicaron su canción matinal con esmerado acento. Tañido universal que iniciaron los badajos de Eisenach y Leipzig hasta multiplicarse en un eco espiralado que resonó entre Vancouver y Varsovia, Boston y Buenos Aires. Ese día especial se inauguró oficialmente el año musical Bach. Y el orbe entero rindió tributo emocionado a este colosal compositor, en quien el mismo Beethoven reconoció al "océano de la música".
En Bogotá, los preparativos para festejar el año Bach avanzan con fervor y sin pausa: el lunes santo se estrenará nada menos que la gran diosa "Pasión según San Mateo", quizá el montaje musical más ambicioso y extenso que hayan emprendido en circunstancia alguna los profesionales de la música en estas coordenadas andinas. Cuatro horas de música celestial que seguramente significarán el gran acontecimiento artístico del año: verdadera apoteosis musical con la cual se dará comienzo a la Semana Santa y se honrará la memoria del insigne cantor de la parroquia de Santo Tomás, ya tricentenario.
Desde tiempos inmemoriales, en los ritos de la Semana Mayor practicados por la iglesia romana se solía leer la Pasión de Cristo, según los textos de los cuatro evangelistas. Tres sacerdotes se alternaban en la recitación: mientras las palabras de Cristo correspondían a una voz profunda y las del evangelista a una voz media, el resto de los protagonistas en el drama bíblico (apóstoles, judíos y soldados) eran interpretados por una voz de tenor. Tal recitación se realizaba en canto llano a la manera de una melodía simple y su tono continuo se prolongó hasta iniciado el barroco. Hubo tentativas para enriquecer las representaciones de la Pasión con agregados musicales posteriores, tales como la inclusión de un coro que hacía las veces del populacho judío. A partir de la reforma orquestada por Lutero, el ejercicio litúrgico de la Pasión empezó a engrandecerse con las nuevas conquistas de la música. Obrecht y Demantius introdujeron la forma motete a varias voces, logrando como resultado la llamada "Pasión figurada" o polifónica. A Schutz se deben tres Pasiones intensas y dramáticas, ya que combinó los antiguos acentos de la misa alemana establecidos por el reformador con el tono recitativo de los monodistas florentinos.
Avezado conocedor de toda esta abundante tradición, Bach musicalizó la Pasión en conceptos y términos absolutamente diferentes. Con elementos heredados de la ópera y del oratorio, la Pasión en Bach se colma de sentido y colorido, así se perciba aún la presencia dominante del recitativo histórico. Visión espiritual, misterio transformado en música, esta novísima manera de cantar la Pasión de Cristo sucumbe a dos sentimientos religiosos intensamente desplegados por el maestro: la contemplación y el pietismo. La introducción de una serie de personajes alegóricos como la Fe y la Verdad que emiten piadosas reflexiones sobre los relatos de las escrituras son prueba del espíritu innovador y renovador del "músico poeta", como lo llamara Schweitzer.
Según algunos historiadores, Bach compuso cinco Pasiones, de las cuales sólo subsisten tres: la de San Juan, la de San Mateo y la de San Lucas. Esta última, anotan otros musicólogos, es una transcripción corregida y engalanada que hiciera el propio Bach de un texto anónimo anterior. Pero lo que sí ha resultado indiscutible es la grata deuda que estas Pasiones conservan con la antigua tragedia griega, especialmente por el empleo del coro que representaba la voz del pueblo con cierto dejo profético. Ahora bien mientras la Pasión según San Juan se concentra en el relato del evangelista, acentuando la crueldad y la tragedia del juicio y suplicio de Cristo, la Pasión según San Mateo destaca permanentemente la redención de la especie humana, vía la crucifixión de Jesús. En la primera, domina la ortodoxia bajo los signos de la Ley y la palabra; en la segunda, gobiernan el pietismo y la gracia. Si la Pasión según San Juan es impetuosa, dramática y vehemente, como corresponde a una típica obra maestra de juventud, la Pasión según San Mateo es íntima, tierna y consoladora, resultado de una profunda creación madura.
La Pasión según San Mateo de Bach constituye, pues, un hito en la larga evolución de un género que nació con el canto llano y que se vigorizó sustancialmente después de la reforma luterana no sólo con el reemplazo del latín por la lengua vulgar, sino con la tonificante cascada de toda suerte de digresiones, cánticos, arias y melodías sinfónicas derivadas de viejas formas teatrales. Apoyada en el texto de Mateo, el más universal y transparente de los cuatro evangelistas, como precisa Rudolf Steiner donde se percibe la verdadera dimensión humana de Cristo, esta Pasión anuncia toda una cosecha felíz de logros y vaticinios. El coro inicial que lentamente inunda la escena recuerda algunos pasajes de Esquilo, en tanto que en la instrumentación de la obra los colores de los timbres corresponden con asombrosa capacidad descriptiva al estado anímico de los personajes. En algunos casos, suprime el bajo continuo y las cuerdas para hacer más aérea la sonoridad de las flautas o de los oboes que acompañan la cantilena de la soprano; en otros, envuelve las palabras de Cristo en la atmósfera de un cuarteto de cuerdas que hace más dramática su agonía.
Estrenada el jueves santo de 1729 en forma casi desapercibida, la Pasión según San Mateo de Bach fue interpretada con el concurso de un número extraordinario de músicos y cantantes cuya representación prefiguró el moderno concepto de la estereofonía. En un despliegue de alta técnica del sonido, quizá inaugurada por Gabrieli en sus sinfonías sacras venecianas años antes y años después retomada por Berlioz a propósito de su Réquiem, Bach tejió un grandioso diálogo entre dos coros, dos orquestas y dos órganos, conectados entre sí por un coro de niños en el centro. Aprovechando que la iglesia de Santo Tomás tenía dos palcos y dos órganos, el maestro de maestros creó un poderoso intercambio de colores y volúmenes musicales que se desplazaba desde la derecha o la izquierda, desde el centro, y desde todos los puntos en forma simultánea. Una majestuosa catarata de la más hermosa música de todos los tiempos que, sin embargo, no conmovió a los taciturnos protestantes de Leipzig. Y no sólo se estrenaba la Pasión segun San Mateo, sino que el sonido estereofónico encendía sus primeras pirotecnias.
Esta próxima y bienvenida Pasión según San Mateo que se celebrará el lunes Santo en el teatro Colón de Bogotá, será de seguro un bello homenaje a Juan Sebastián, tres veces centenario.