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El almanaque Bristol, después de 152 años, sigue rigiendo las actividades de miles de colombianos

16 de enero de 1984

Es un cuadernillo anaranjado. Si no fuera porque en el centro aparece la cifra 1984, cualquiera podría pensar que se trata de una publicación del siglo pasado que, por alguna razón, ha conservado el color de su tapa, el cromo de sus grapas y el negro de su tinta. Es el almanaque pintoresco Bristol que, lo mismo que algunas estampas religiosas populares, ha soportado imperturbable el paso del tiempo.
Publicado en forma continua desde hace 152 años, su diagramación ha sufrido cambios imperceptibles. Su contenido, por otra parte, mezcla información astronómica, meteorológica, chistes, poemas y una tragicomedia en 8 actos, y ha incorporado, a petición de los lectores, el horóscopo que, por ejemplo para el año entrante, vaticina la influencia de Plutón sobre la mayoría de los signos.
La información que recibe más atención es la astronómica. No sólo se reseñan en primera página los tres eclipses de luna que se verán en 1984, sino que en las páginas dedicadas a cada mes, al lado de los nombres de los santos de la Iglesia de cada día aparece la hora exacta de la salida o puesta de la luna en el norte, el centro y el sur del país e indica en qué día cambiarán las fases de la luna. Al final de cada página se señalan los mejores días de cada mes para la pesca, un dato basado en estadísticas de años. A todo ésto se agrega un audaz pronóstico del tiempo y de las mareas para las distintas regiones del país, lo mismo que la posición de los planetas el primer domingo de cada mes y el día y la hora en los cuales comienzan las 4 estaciones en el hemisferio norte. Como si fuera poco, aparte de que señala la opacidad o brillantez de las estrellas matutinas y vespertinas durante las diferentes épocas del año informa en qué día, a la puesta del sol, entrará el nuevo año de las eras israelita y mahometana.
En cuanto a la información religiosa, ésta no se limita al santoral, sino que también incluye los cómputos eclesiásticos y las fiestas móviles de la Iglesia. Este año, un inconveniente de tipo político, obligó a los editores a colocar en su almanaque las fiestas religiosas en la fecha tradicional, porque cuando fue llevado a la imprenta aún no se sabía a ciencia cierta si serían trasladadas a los lunes.

COMO PAN CALIENTE
El almanaque Bristol, que a primera vista parece un anacrónico folleto rezagado en el tiempo y sin mayor demanda, es en realidad una de las publicaciones que más circula en el mundo. Es preparado en los Estados Unidos con los cálculos para todas las regiones del planeta y solamente en Colombia su tiraje es de millón y medio de ejemplares, ya actualmente agotados. Un representante en Colombia de la firma que lo imprime señaló que el tiraje se aumenta cada año y que Colombia, como dato curioso, es uno de los países donde menos circula. Lanman y Kemp, la firma que fabrica productos de tocador como Agua Florida de Murray, el jabón de Reuter y el Tricofero de Barry, es la editora del almanaque. Paga por la publicación de los datos astronómicos 25 mil dólares a la NASA y anualmente, Juan F. Samayoa viene desde Nueva Jersey a Colombia, para confrontarlos con los de los institutos.
El mejor punto de venta del almanaque son los laboratorios y droguerías y los campesinos son los lectores por excelencia, pues es ese sector de la población el que más se basa en sus datos para programar sus actividades de pesca y agricultura. Su producción se vende como pan caliente y tiene una clientela millonaria fija que no necesita portadas en color o páginas satinadas para estimular su compra. "Calculado expresamente para Colombia y cuya corrección se garantiza", el almanaque Bristol es un fenómeno que ha logrado superar la barrera de los 150 años de vida. Este año, cientos de vendedores que literalmente se tomaron los semáforos de las ciudades, se encargaron de dejar en manos de los colombianos los almanaques Bristol que, desde ahora, ocuparán un sitio en las mesas de noche o en las repisas de esos cientos de miles de colombianos que aún basan parte de sus actividades en las fases de la luna o en la posición relativa del sol y los planetas.