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Jennifer Aniston quiere con esta película dejar atrás los papeles de actriz de comedia y dar el salto a una intérprete dramática.

CINE

Cake: una razón para vivir

Una mujer adolorida física y mentalmente trata de encontrar la paz en esta película que intenta darle un barniz de credibilidad actoral a Jennifer Aniston. ** ½

Manuel Kalmanovitz G.
4 de julio de 2015

Título original: Cake
Año: 2014
País: Estados Unidos
Director: Daniel Barnz
Guion: Patrick Tobin
Actores: Jennifer Aniston, Adriana Barraza y Sam Worthington
Duración: 102 min


Como muchos otros actores y actrices que se hicieron conocidos en series de televisión, Jennifer Aniston nunca ha logrado superar del todo el papel que la hizo famosa y ha terminado haciendo en muchas películas pequeñas variaciones de Rachel, la muchacha descomplicada y amable que interpretó en la serie Friends entre 1994 y 2004.

Esta película, en principio, la muestra en su papel más alejado de ese esquema. Fue estrenada justo para que alcanzara a clasificar a los premios Oscar del año pasado y buena parte de su campaña promocional se basó, infructuosamente, en promoverla como candidata a mejor actriz. Quizás esperaba que, como Charlize Theron en Monstruo (2003), un cambio radical surtiera efecto.

En Cake, Aniston interpreta a Claire Bennett, una mujer hostil y complicada, adicta a los calmantes y con cicatrices notorias en el cuerpo y el rostro. La película va dosificando muy lentamente lo sucedido en el pasado, así que lo que vemos es el espectáculo de-salentador de una mujer rabiosa y resentida que pasa sus días en una rutina de rehabilitación en la que no parece creer.

Es una mujer de negativos, porque además de no creer en sus tratamientos y terapias, tampoco acepta ver a su marido ni aprecia del todo la colaboración y preocupación de Silvana (Adriana Barraza), la mujer que limpia su casa y que es su único apoyo.

El tono emocional de la película es complicado porque presenta a Bennett como simultáneamente digna de lástima e imposible de aguantar. Mostrar que la principal característica de alguien consumiéndose de rabia por dentro es un cinismo nada atractivo resulta siendo una decisión valiente –aunque difícil de ver–, que Aniston lleva al extremo.

Pero la película no termina de asumir las consecuencias de ese cinismo. A pesar de la mala actitud, Bennett está rodeada de gente extremadamente comprensiva que apenas si se altera por sus desplantes y obstinaciones.

El realismo de la interpretación se ve menoscabado por un elemento sobrenatural, cuando Bennett comienza a ver por ahí a Nina Collins (Anna Kendrick), una compañera de un grupo de apoyo para mujeres que sufren de dolor crónico quien se suicidó lanzándose desde el puente de una autopista.

Intrigada por esta presencia, Bennett entra en contacto con su marido (Sam Worthington), quien vive su duelo de manera mucho más tranquila que ella y que encuentra curiosa las exigencias de esta mujer.

El verdadero problema de Cake es que no termina de creer en la oscuridad de su premisa. Es como si confiara en que, a pesar de las cicatrices y berrinches, el público vería a Bennett como la Rachel de antaño, una Rachel que, debajo de las cicatrices y el mal humor, es la misma chica descomplicada y amable que pasaba sus días sin hacer nada más que departir con sus amigos en una Nueva York de cuentos de hadas.

“Cuéntame una historia donde todo resulta bien para la bruja mala”, dice Bennett en un momento. Pero es una idea que la película no se toma en serio, en este cuento de hadas la bruja mala no es más que una princesa malherida.

Cartelera
**** Excelente  ***½ Muy buena   *** Buena   **½ Aceptable  ** Regular  * Mala


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