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DALI: ¿GENIO O FARSANTE?

53 cuadros expuestos en la galería Meindl permiten al espectador dar una respuesta

20 de febrero de 1984

Desde el año pasado, las agencias internacionales de noticias han estado enviando cables en los que anuncian que la muerte de Salvador Dalí está próxima, de manera tal que los diferentes medios desde hace rato tienen preparada su respectiva nota necrológica que será el pretexto para contar una vez más la vida de este controvertido pintor español y afirmar en tono solemne que nadie podrá llenar ese gran vacío que deja su defunsión. Pero Dalí sigue siendo terco y no se quiere morir, con lo que las gacetillas que lamentan su desaparición han tenido que seguir acumulando polvo en las gavetas de los escritorios de los redactores. El próximo 11 de mayo cumplirá 80 años -nació en 1904 en la localidad Catalana de Figueras, en la provincia de Gerona-, en los que, en su mayor parte, ha sido considerado como la encarnación misma del surrealismo y ha compartido con Pablo Picasso el privilegio de ser el más conocido personaje del arte de nuestro tiempo.
Para los atentos lectores de diarios y revistas no es un secreto que el mismo Salvador Felipe Jacinto Dalí ha contribuído, más que nadie, a construirse esa inmensa popularidad al buscar siempre la más amplia difusión para sus gestos, posturas y afirmaciones escandalosas, hasta el punto que sus mismos amigos surrealistas llegaron a afirmar que no era un pintor sino una empresa de publicidad. Lo cierto es que su obra sigue siendo apreciada por millones de personas y en este momento, en la Galería Meindl de Bogotá, podrán ser contemplados 53 cuadros realizados entre 1935 y 1980.
Quienes asistan a esta exposición retrospectiva de obras gráficas originales podrán volverse a hacer la pregunta de si la creatividad de Dalí es auténtica o es una farsa, para lo cual conviene recordar las palabras de Ernesto Sábato: "Se discute si Dalí es auténtico o farsante. Desde luego, es auténtico. ¿ Tiene algún sentido decir que alguien se ha pasado la vida haciendo una farsa? ¿Por qué no suponer, al revés, que esa continua farsa es su autenticidad? La expresión es, en definitiva, un género de sinceridad". Son muchas las opiniones que sobre Dalí se han lanzado y no vale la pena hacer ahora un inventario de ellas, porque muy probablemente para entenderlo baste sólo recordar el principio de su autobiografía donde escribe: "A los seis años quería ser cocinero. A los siete quería ser Napoleón. Y mi ambición ha ido desde entonces, aumentando sin parar". Y en el epílogo agrega: "Tengo 37 años en este 30 de julio de 1941, día en que prometí a mi editor que estaría terminando mi manuscrito. Estoy completamente desnudo y sólo en mi pieza de Hampton Manor. Me acerco al espejo del armario y miro: mi cabello es todavía negro como el ébano. Mis pies no conocen todavía el degradante estigma de un solo callo; mi cuerpo se parece exactamente al de un adolescente, salvo mi vientre que ha crecido". Hoy, estas afirmaciones, para muchos producto de una mente narcisista, han entrado a formar parte de los recuerdos de Dalí, pues su cuerpo ha quedado reducido a un saco de huesos con 34 kilos de peso que dos corpulentas enfermeras sacan a pasear todas las tardes por los jardines de su castillo de Pubul.
Mientras tanto se siguen realizanda grandes exposiciones de su obra en París, Londres y últimamente en el Museo de Arte Contemporáneo de Madrid. La exposición que actualmente se realiza en Bogotá incluye cuadros típicos surrealistas como "Memorias del tiempo perdido", dibujo que Picasso consideró excelente "Dos figuras en paisaje surrealista" realizado en 1935, "El burócrata", una cabeza en la que se insertan gavetas de escritorio dibujada en los años de la Segunda Guerra Mundial, "Fantasía", "La señal de angustia", y otros. También se pueden apreciar obras pertenecientes a sus ciclos en los que ilustraba temas literarios de Dante, Calderón de la Barca, Shakespeare, La Fontaine y Sade. Además se pueden ver algunos de sus famosos retratos de Picasso, Freud y Gala, su desaparecida y adorada esposa. Una importante muestra de un pintor moribundo que gritó a los cuatro vientos: "Soy el mejor, no por ser excelente en lo que hago, ¡es que mis rivales son terribles!".