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DE LETRAS Y LETRADOS

El "Manual de Literatura Colombiana", una obra fundamental de la cultura nacional.

27 de junio de 1988

Hará unos 10 años cuando Gloria Zea, que en aquella época estaba en la dirección de Colcultura, publicó los tres tomos correspondientes al "Manual de Historia Colombiana". Tras la edición -hoy inencontrable- pensó la directora de Colcultura en un "Manual de Literatura Colombiana". Luego vinieron los cambios, las sucesivas administraciones, el desmantelamiento, etc. etc. y el proyecto fue archivado. Más tarde con la creación de Procultura, Gloria Zea recuperó la idea del Manual de Literatura y la puso a marchar. Hernando Valencia Goelkel, director académico de la obra, y Santiago Mutis Durán, como director de publicaciones de Procultura, trabajaron largo tiempo en la conformación y la coordinación de estos gruesos volúmenes, que por fin convierten a aquel proyecto es una valiosa realidad.
Parece increíble que hasta hoy el país no hubiese contado con una obra tan necesaria para la comprensión de nuestras letras, para su estudio, para su discusión y crítica.
Síntoma inequívoco del decaimiento de nuestras letras, síntoma inequívoco del desinterés de un país hacia sus manifestaciones culturales, es este retraso de años en la publicación de ésta suerte de historia literaria. Su aparición, por otra parte, nos lleva a pensar que sobrevive una fuerza dinámica pensante y vigorosa que encuentra en la cultura, en la historia, en la literatura, la configuración de una identidad nacional exaltada en su producción intelectual.
El Manual en sí mismo es una obra obligada, una defensa contra el olvido. Representa, ni más ni menos, la presencia de la literatura a lo largo de cuatro siglos de historia, los cuatro siglos de ilustración en Colombia, por decirlo así.
Desde luego que una obra de esta naturaleza corre varios peligros: unos metodológicos y otros de apreciación, algunos de estilo, otros valorativos, de inclusiones y exclusiones, otros más de pertinencia crítica o de fundamentación histórica. Pero es que estos peligros que corre el Manual acechan desde el momento mismo de su definición, ya que es una obra de 27 autores diferentes, quienes han escrito los 31 ensayos que conforman esta historia literaria del país. De tal manera que cada autor, presumiblemente sujeto a un plan general de la obra, es obviamente responsable de sus métodos, sus puntos de vista, su juicio, su perspectiva histórica etc. El valor del Manual reside, pues, allí: el haber acopiado estos ensayos para cubrir la historia literaria del país con ensayistas de rigor y probada autoridad.
Pensamos que la dificultad inicial de la obra se encontró en su método: ¿cómo abarcar óptimamente la historia de nuestras letras, sin que fuese la obra de un solo autor y sin embargo, historia y literatura no entraran en conflicto? Si se hubiesen elegido las obras más significativas, tendrían que excluirse períodos importantes que, no obstante, carecían de obras de especial valor y significación. Y, si se seguía una cronología en el estudio de las circunstancias, no tendríamos entonces más que historia y muy poca literatura. Así que en lugar de una historia, la idea de un Manual conciliaba las tendencias, reducía sus peligros y conjuraba el equívoco. De tal manera, en la sistematización del Manual, están tanto los géneros y las escuelas, como los autores, los períodos y las generaciones que conforman estos cuatro siglos de existencia literaria.
Desde los cronistas, en donde se origina nuestra primera tradición narrativa, hasta la época contemporánea, cuando aparece lo que se ha llamado la modernidad, los diversos autores nos presentan un ambicioso panorama. Si echamos un vistazo sobre él, podemos quedar satisfechos: se ha abarcado los nombres y tendencias fundamentales que representan a la literatura colombiana, superando ese tipo de patriotismo, tan propio de las antologías, con las cuales se pretende tener contento a todo el mundo. Aquí hay una selección, y una selección rigurosa. Obviamente no podía estar ausente la actitud crítica en estos ensayos porque, ya se sabe desde Groce, que no es posible, a riesgo de caer en confusión, hacer historia sin que ésta resulte crítica o históricamente crítica. Así como el Manual de historia colombiana en su momento generó una aguda controversia, es muy probable que este Manual -el proyecto más completo en este campo, realizado hasta hoy en el país- provoque también juicios encontrados. Ahí está para que se conozca un poco mejor la literatura colombiana, para que se la divulgue, para que se la juzgue a la luz de la historia, pero también para que cree frente a ella un interés renovado, que se expresa en los diversos puntos de vista con que puede ser valorada.