Don Ca

País: Colombia

Año: 2012

Directora: Patricia Ayala Restrepo

Actor: Camilo Arroyo

Duración: 90 min.

Esta es la película colombiana más conmovedora del año. Aunque quizás habría que reformular la frase porque así no suena a gran cosa –la cosecha fílmica nacional del 2013 ha sido pobre–. Así que es mejor decir, simplemente, que este documental es una de las películas más conmovedoras del año.

Realizada por Patricia Ayala Restrepo y con fotografía de Ricardo Restrepo, la exploración del personaje peculiar y carismático del título, digno de una novela de aventuras de otro siglo, muestra la Colombia que tanto trabajo le cuesta explorar a nuestras películas de ficción: infinitamente rica e infinitamente trágica.

El centro de Don Ca es Camilo Arroyo y su casa en una vereda del pueblo de Guapi, en Cauca, a un par de kilómetros del mar Pacífico y al pie del río del mismo nombre. Las imágenes de Restrepo muestran el universo de Arroyo como un paraíso donde este hombre blanco y barbado convive con dos micos, tres perros, dos gatos y varios gallos de pelea. El perro pelea con el mico, el mico molesta al perro, el perro caza ineptamente insectos en el aire, mientras don Ca poda con una guadañadora de gasolina.

Es una vida dura pero satisfactoria. Don Ca hace parte de su comunidad. Acuden a él, saca muelas, asusta niños y les sirve de padre adoptivo a varios muchachos que lo ven como un monstruo benévolo, comprensivo y malgeniado.

Durante el año que duró el rodaje, entre finales de 2011 y de 2012, el equipo de Ayala tuvo la suerte de ver la situación cambiar (suerte para el documental, desgracia para los guapireños). Ese lugar idílico, al mismo tiempo pobre y rico, comenzó a reflejar el país en donde chocan la guerrilla y los paras en una guerra silenciosa e inquietante. Vemos cómo el silencio de las noches deja de ser la quietud neutra de un mundo que descansa para ser la antesala de los horrores por venir.

Camilo Arroyo es una figura formidable e imposible de clasificar. Cuenta Ayala que lo conoció mientras buscaba un lanchero, no tan caro, durante el rodaje de otro documental; pero más que un lanchero con precios razonables, encontró un tesoro.

Porque detrás de él hay un heredero de una familia tradicional de Popayán que terminó viviendo, por gusto, en una casa a medio digerir por la selva circundante.

Las imágenes más extrañas del documental muestran a Camilo en su antiguo mundo, en una Semana Santa de Popayán donde se viste de frac y lleva una cruz al frente de una de las procesiones. Después de verlo nadando en el río en ropa interior cuesta trabajo pensar en él como la misma persona.

El horror que le cae encima a Guapi es etéreo y el documental no lo explica. Lo que muestra es cómo el terror del silencio, de la gente cuidando sus palabras, se apodera de este mundo abierto y duro que se había dibujado al comienzo.

Don Ca no es un hippie ni un fundamentalista ni un idealista. Es un hombre que encontró su lugar en el mundo por casualidad, que se lo ganó con trabajo y que durante el documental ve que la violencia amenaza con volverlo inhabitable: un recorrido impresionante que rompe el corazón.