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EGIPTO BUSCA UN PADRINO

La recuperación del barrio Egipto se quedó en promesas del Alcalde

7 de octubre de 1985


Como "regalo de cumpleaños", le dieron a Bogotá la Avenida Circunvalar: dos mil millones de pesos para carreras de automóviles. Pero recién inaugurada por el Alcalde Mayor empezaron las protestas, porque rompe los automóviles. No es una buena pista de carreras. Pero en cambio en su cabecera, donde se precipita hacia el centro de la ciudad, la avenida rompió definitivamente el barrio Egipto. Y no se oyen protestas.
Egipto es -o era- un barrio antiguo, modesto, habitado por pobres hacinados en casas de inquilinato; pero que conformaba, en las goteras del más elegante barrio de La Candelaria, parte esencial del corazón histórico de Bogotá. Uno de los pocos espacios urbanos homogéneos, con personalidad de barrio, de esta ciudad hecha por aluvión y por inercia, por invasión y especulación. La nueva vía de alta velocidad partió el barrio de un hachazo, destruyendo su vieja plaza de mercado y de fiestas populares, pulverizando una escuela, separando de otra mediante cuatro carriles de tráfico a sus 2.500 alumnos, destapando culatas de adobe, dejando lotes residuales que ya están convertidos en basureros. La acción de diversas entidades comunales logró una solución de maquillaje: que adoquinaran en la avenida el espacio que había sido la plaza, frente a la iglesia. Pero también eso causa protestas: daña los carros.
Y sin embargo, para impedir la destrucción completa del barrio, para recuperar en lo posible su espacio urbano para sus habitantes (es zona declarada de "conservación ambiental"), había proyectos. En particular uno, desarrollado por los arquitectos del "Taller de la ciudad" Carlos Hernández y Eduardo Samper con la colaboración de Fernando Cortés, y apoyados resueltamente por las asociaciones de vecinos del barrio, por la Junta de Acción Comunal, por el párroco Fernando Rueda, por la Sociedad Hermógenes Maza y por la Corporación de La Candelaria. Había sido encargado por el Departamento Administrativo de Planeación Distrital (DAPD), y sus estudios costeados por el Banco Central Hipotecario, que está interesado en que no se cree un basurero urbano en el borde mismo de su proyecto del barrio de Santa Bárbara. A adelantar ese proyecto se comprometieron solemnemente el ,alcalde Hisnardo Ardila y el Instituto de Desarrollo Urbano (IDU), responsable de la Avenida Circunvalar. Pero ya no quieren volver a oír hablar del asunto.
Es un proyecto modesto, como conviene al barrio. No se trata de inventarle un ficticio perfil "artístico", de fabricar una nueva Guatavita la Nueva en pleno corazón de Bogotá.
Sino, por el contrario. de restablecer en lo posible su ambiente natural, reconstituyendo su "espacio público", que es el espacio en donde vive la gente. Consiste en construir dos puentes sobre la via rápida, uno a la entrada y otro a la salida del barrio, que sirvan no solamente para reunificar sus dos mitades divorciadas,sino para indicar a los conductores que están entrando, como por dos grandes puertas, a una zona de alta densidad de población. En abrir una nueva plaza para el mercado y las fiestas, usando un lote abandonado que pertenece al Acueducto. En crear un parque en la Calle Séptima, antiguo lecho del rio San Francisco. Baños públicos. Una galería de arcadas para puestos de comida. Una escuela que reemplace la que fue demolida. Un centro de salud, una guardería, un centro comunitario, utilizando los retazos de lotes expropiados por el IDU y hoy transformados en botaderos de basura. Y todo eso va acompañado de una normativa de fachadas y volúmenes para las edificaciones públicas o privadas, nuevas o recuperadas, destinada a conservarle al barrio su fisonomía característica: alturas, esquinas, voladizos, tejados... De acuerdo con los cálculos de los arquitectos del "Taller de la ciudad" el proyecto costaba -cuesta- algo menos de setenta millones de pesos, que es apenas el 3% del costo total que tuvo la Circunvalar. Pero, como se dijo ya, las promesas no pararon en nada.
Es que Egipto es un barrio modesto, habitado por pobres, sembrado de casas de inquilinato con propietarios ausentistas. Y no tiene padrino político.