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EL PRINCIPE NEGRO

El venezolano Rolando Peña expone en Cali una muestra de sus instalaciones"

9 de julio de 1984

Rolando Peña (Caracas, 1942), vive y trabaja en Nueva York desde 1966. Es de los animadores número uno del performance y las instalaciones entre los artistas latinoamericanos. Experiencia venida de diferentes prácticas en el teatro y ballet (Martha Graham, Alwin Nikolai, Phylips Lamhut, Merce Cunningham). Su primera exhibición individual en Colombia se realiza ahora en la Sala Alterna del Museo de Arte Moderno La Tertulia de Cali, donde se muestra la instalación "Este petróleo me pertenece" (con frase indígena que alude y pronostica la destrucción de la sociedad contemporánea, 25 costales y 5 toneles de petróleo a la manera de trinchera), obras gráficas (Torres de petróleo doradas e iconografía de Bolívar) y 3 videos ("Petróleo", "Petróleo Crudo" y "Objeto de devoción"), conjunto que ofrece un panorama de la múltiple y variada producción de este venezolano en exilio voluntario.
Rolando Peña ha trabajado desde temprano en el happening, en 1965 celebró dos en la Universidad Central de Caracas: "Homenaje a Henry Miller" y "Testimonio", eventos que incluían diapositivas de violencia, sexo, lectura de textos de Miller, referencias a la guerrilla venezolana, música, danza y desnudos de cuerpo presente. Luego en Nueva York (1966), participó junto con Allen Ginsberg y Timothy Leary en el happening "La iluminación de Buda" y Andy Warhol incluyó en una de sus películas underground otro, titulado "Paella bicicleta total crucifixión".
Lejos de hacer un arte internacionalista y desligado de las señales que podríamos reconocer como latinoamericanas, Rolando Peña ha trajinado insistentemente con los temas de su Venezuela natal. Este interés parte desde 1967, cuando el artista diseña un afiche con los colores patrios (amarillo, azul y rojo) para ser vendido en las calles de Nueva York, lugar que le sirve igualmente como escenario de unos cincuenta happenings realizados a finales de la década del sesenta. Luego aparecen en su producción otras imágenes regionales como las efigies de María Lionza, José Gregorio Hernández, el Sagrado Corazón, la Mano Todopoderosa, Santa Bárbara y el inmarcesible Bolívar.
Pero su actividad se ha extendido y comprende múltiples modalidades. Una de las más practicadas es el video y el cine. El video, ahora lo usa como medio para documentar sus más recientes instalaciones y performances, mientras que el cine parece ser una práctica afín en distintos momentos de su carrera. En 1968 participó como guionista y protagonista en la película de 16 milímetros "Diálogo con el Ché", del puertorriqueño José Soltero, donde Peña encarnaba al héroe guerrillero en el episodio final de Bolivia. Luego trabajó con Andy Warhol en 3 películas Nude Restaurant, Four Stars y Love of Ondine que según Peña: "dos eran eventos improvisados, muy locos, que tipificaban el momento". En fechas más recientes ha usado el Super 8 para documentar sus exhibiciones y apareció en la película de Diego Risquez "Bolívar sinfonía tropical".
Peña es apodado el Príncipe Negro, sobrenombre que comenzó a regir desde 1968 para señalar el color predilecto del artista en su vestir (con gran pañuelo de seda, bastón, sombrero y cuando el clima lo merecía, capa). En 1975 incluso celebró una exposición con el tema "Homenaje post-morten a El Príncipe Negro", pero "de nada ha valido", según Peña... "Debió ser porque me sigo vistiendo de negro". A propósito de esto, John Stringer, escribe en su exhibición del Centro de Relaciones Interamericano, de su personalidad y apelativo: "Como personaje ficticio El Príncipe Negro posee una amplia gama de asociaciones mixtas. El negro mismo podría asociarse con una limitada variedad de temas: lo satánico, el vestir, lo malévolo, lo fanático, lo formal, lo oscuro, lo infnitó, en contraste con Príncipe, que es una palabra de significado más específico con el reciente trabajo en petróleo de Peña: una sustancia negra que simboliza la riqueza y el poder. La expresión "oro negro" encuentra una representación literal en los cuadros recientes de Peña, ya que en nuestra era el petróleo se ha convertido en criterio económico similar a los lingotes".
El arte de Rolando Peña tiene el sentido de la oportunidad y no escatima el medio para doblegarlo a ideas, sus imágenes instantáneas se mueven con la misma insistencia en lo permanente que en lo efímero. Aunque los componentes tienen las connotaciones de riqueza, poder y lo discriminatorio superior, resulta paradógico hoy, ya que Venezuela como punto de inspiración sufre en estos momentos empobrecimiento y descrédito. Es decir, que las imágenes sauditas de El Príncipe Negro, corren el riesgo de ser leídas como símbolos de sus opuestos, lo que no ocurría hace un año.--
Miguel González