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El Street Art: los dueños de la calle

Un nuevo libro reúne el trabajo de cuatro bogotanos que se dedican al Street Art, una expresión artística que cada vez es más popular en la ciudad.

16 de junio de 2012

El arte callejero o Street Art no es una práctica nueva: sus orígenes se podrían remontar al día en el que un hombre pintó por primera vez una figura sobre una pared. Es decir que existe casi desde el inicio de la historia del arte. Pintar sobre los muros de edificios y calles ha sido una constante desde el arte rupestre: durante el Imperio Romano, en el Renacimiento y en la Edad Media. Ya en el siglo XX, varios artistas, como Yves Klein o Jean-Michel Basquiat, hicieron obras en espacios públicos. De hecho, en París fue una práctica muy común entre ciertos pintores en los años cuarenta y cincuenta.

Sin embargo, el Street Art como movimiento empezó en Filadelfia, Estados Unidos, en los sesenta. Entonces se conocía como ‘Bombing’: un grupo de artistas bombardearon los muros de la ciudad con mensajes de protesta. El movimiento se trasladó rápidamente a Nueva York, específicamente al Bronx, donde los jóvenes empezaron a rayar los muros de las estaciones de metro con todo tipo de imágenes. El boom de esta manifestación, que empezó a conocerse como grafiti, estaba estrechamente relacionada con el nacimiento de géneros musicales como el rap, el hip hop y el breakdance.

“Son expresiones urbanas que están ligadas y no se pueden entender la una sin la otra”, le dijo a SEMANA Diego Jiménez, un grafitero que organiza desde hace cuatro años el Festival de Grafiti Tercer Mundo en Bogotá.

Durante los ochenta, las autoridades neoyorquinas le declararon la guerra a los grafiteros y aplicaron medidas de represión muy fuertes en su contra. Esto obligó a que el polo del arte urbano se desplazara a París, Berlín y Londres. En Inglaterra se esparció por varias ciudades y alcanzó su cúspide en Bristol, donde Banksy, un famoso artista anónimo, empezó su carrera (ver recuadro).

En ese momento también se empezó a diferenciar entre grafiti y Street Art. El primero es una intervención rápida con pintura de latas de aerosol, mientras que el segundo es una intervención de un espacio urbano en la que se utiliza una técnica y materiales más profesionales. De hecho, para algunos, el Street Art se puede considerar como el ‘post-grafiti’. Hoy el arte callejero se exhibe incluso en museos y galerías.

En Latinoamérica el grafiti llegó primero a Brasil. En São Paulo y Río de Janeiro se encuentran algunos de los artistas más representativos del género, como los hermanos Otávio y Gustavo Pandolfo, llamados Os Gêmeos. En Colombia este movimiento empezó a surgir en los noventa y se consolidó en la década pasada. Hoy, en Bogotá –ciudad que, junto a Medellín, lidera el movimiento– hay varios espacios intervenidos y trabajan muchos artistas como Bastardilla, Deadbird, Seta, Chac y Zokos, entre otros.

Justamente la semana pasada se lanzó el libro Calle esos ojos, una publicación independiente que reúne el trabajo de cuatro de los artistas urbanos más reconocidos de Bogotá: Toxicómano, Dj Lu, Guache y Lesivo. El libro ya había sido presentado en la pasada Feria del Libro, pero los artistas decidieron hacer un nuevo lanzamiento en el que intervinieron un espacio de la Casa Ensamble, ubicada en el Parkway. Calle esos ojos tiene un prólogo del escritor Darío Jaramillo en el que afirma que la pintura ha encontrado una nueva vida en las calles.“Sin museos, sin galerías, acorralada por la moda y el culto a la firma, ¿dónde demonios se refugió el arte de pintar? Pues también en los márgenes”, escribe Jaramillo.

Los cuatro artistas se conocieron hace ocho años gracias a su afición por el grafiti. Poco a poco fueron depurando sus técnicas y su estilo y decidieron armar un colectivo. Empezaron a intervenir espacios abandonados de la ciudad: “Nunca tenemos un lugar predeterminado. Simplemente vamos y pintamos en sitios abandonados y les damos vida. La calle es un lugar que nos pertenece a todos. Lo que pretendemos es que a través de la pintura se dé un vinculo, un diálogo entre los ciudadanos”, le dijo Toxicómano a SEMANA. Todos tienen estilos y técnicas diferentes: algunos utilizan el esténcil o la pintura en aerosol, mientras que otros trabajan con rodillo, vinilo y pinturas de agua.

Todos coinciden en que hay un auge del movimiento en la capital. “En Bogotá se ha dado algo que no ocurre en muchas ciudades y es que se ha masificado el arte urbano. Hay muchos estilos y artistas, lo que nos habla de una descentralización de formas, técnicas y ubicaciones. Se pueden encontrar obras en Usme, Soacha, San Cristóbal o Chicó”, le dijo Lesivo a SEMANA. Aunque existe en casi todas las ciudades del país, en Bogotá se ha profesionalizado. Las zonas donde más se dan estas expresiones son en Chapinero, Suba, Engativá y a lo largo de la carrera 30. La idea de estos artistas es retomar las calles: “La calle se está usando cada vez más para el tránsito, para ir de un lugar a otro en su carro y no interactuar con nadie. La propuesta que yo tengo está precisamente enfocada en la visibilización de lo que ocurre allí”, le dijo a esta revista Dj Lu.

Las prácticas del arte urbano todavía están prohibidas en la capital. Por eso estos artistas prefieren no dar sus nombres reales y tienen que trabajar en horas en las que la Policía no los detenga. Sin embargo, desde el año pasado la Secretaría de Cultura está impulsando un proyecto para que se legalice la intervención de ciertos espacios: es decir que habría unas zonas específicas en las que sería permitido pintar. Para los artistas esta es una buena iniciativa pero, como dice Diego Jiménez: “Contradice la esencia del arte callejero, que es la rebeldía”.
 
Banksy, el Picasso del Street Art
 
Aunque es uno de los artistas más cotizados hoy en día, pocos le han visto la cara a Banksy. Es un enigma. Nació y empezó su carrera en Bristol, Inglaterra, y poco a poco empezó a convertirse en un referente de la resistencia civil y el ‘arte guerrillero’. Varios turistas viajan a Bristol y Londres para ver las primeras intervenciones. Su trabajo, hecho solo con moldes de cartón y aerosoles, ha llegado a galerías y museos de todo el planeta. Su documental, Exit Trough the Gift Shop, se convirtió en un fenómeno de taquilla y fue nominado el año pasado al premio de Mejor Documental en los premios Óscar. No se sabe mucho más de él. En 2003, The Guardian logró entrevistarlo cara a cara y publicó que Bansky parecía un joven común y corriente de cualquier suburbio londinense. El artista le confesó al diario que sus padres creían que era un decorador de interiores. Lo que no saben es que su hijo partió en dos la historia del arte urbano.