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El triángulo

La nueva producción de Caracol que arranca esta semana es un 'reality' en el que los tres participantes tienen dos citas a ciegas para escoger pareja.

15 de junio de 2003

Entre las cuatro paredes de una casa chiquita duermen un hombre y una mujer vigilados por los ojos de productores, técnicos y una chaperona a través de los lentes de cuatro cámaras. El triángulo, la nueva producción de Caracol, ofrece a sus jóvenes participantes la posibilidad de divertirse, conocer gente nueva y hasta de enamorarse después de dos citas a ciegas... pero al tiempo.

Cada capítulo de El triángulo resume un día completo de convivencia entre los tres participantes (dos mujeres y un hombre, o viceversa), quienes tratarán de averiguar si alguno de sus compañeros puede convertirse en su pareja. La casa construida por Caracol para el juego consta de tres habitaciones y un comedor, donde se encuentran en un inicio los participantes. Allí dentro, a través de unas tarjetas al azar, ella o él escoge a uno de los otros dos para salir. El tercero hace de pato y tocará el violín mientras los otros dos bailan.

Al final de la jornada, el concursante al que han intentado conquistar los otros dos debe escoger a uno de sus compañeros. El eliminado se irá de la casa. Los dos restantes se podrán elegir el uno al otro en la Ceremonia de medianoche porque se gustan. Para esto, ambos deberán encontrarse en la sala para demostrar al público que no desean seguir buscando más y que prefieren vivir una relación con su compañero fuera de las cámaras. Si no se encuentran, pasan allí la noche a la espera de un nuevo invitado, que llegará a la mañana siguiente.

El triángulo se basa en un formato para jóvenes de 18 a 25 años de Tokio Broadcasting System, llamado Alternative loft, que se ha adaptado con éxito en Alemania -Tres son demasiado- e Italia, al igual que en Holanda, Rusia y España.

El director de El triángulo, Andrés Huertas, le imprime un toque novelesco a la historia: "Es como un cuento de hadas, un pasatiempo en el que los muchachos dejan ver sus químicas, dejan salir la ingenuidad y dejan de verse como una juventud desinteresada que ha olvidado las tradiciones. Uno se da cuenta de que tienen unas ganas enormes de enamorarse".

Se crea una trama con actores naturales, en la que lo paradójico es que en un mismo espacio quepan el amor y la competencia. Definitivamente es un experimento televisivo. Falta ver si los jóvenes se dejarán seducir por un juego de azar en el cual al final el premio puede o no ser el amor.