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LA ABSTRACCION GEOMETRICA DE TOYOTA

Mecanización y naturaleza: ¿dos fuentes de inspiración incompatibles?

23 de mayo de 1983

Con el auspicio de la Agregaduría Cultural de la Embajada del Brasil, se presenta la exposición de este escultor ampliamente conocido por su trayectoria tanto brasileña como internacional. Su trabajo se ajusta a las especificaciones de la escultura moderna que se lleva a cabo a lo largo de los lineamientos técnicos del constructivismo, dentro de la estética de la abstracción geométrica.
Yukata Toyota es originalmente japonés. Ese punto de partida de su primera nacionalidad logra atravesar la capa más evidente de su nuevo país, el brasileño, para manifestar una significativa combinación del arte y las tradiciones del Japón con las circunstancias ambientales latinoamericanas.
En efecto, si por una parte en su trabajo se presenta el respeto por la seriedad, inmanencia y rigor de las formas, por la otra, ellas se refieren a su posible origen en el ámbito de la naturaleza desmedida donde priman las fuerzas orgánicas. Quizás sea por ello que el trabajo de Toyota siempre utiliza la curva, pero en planta, organizándola a lo largo de afiladas aristas en las que se encuentran, unos contra otros, planos y más planos. Esto último ocurre con una limpieza tal que nos remite inmediatamente al mundo de los objetos de la gran manufactura; los que han sido fabricados teniendo en cuenta consideraciones de tipo económico procedimental, para su posible multiplicación en números que podrían llegar a ser muy considerables.
Pero el anterior no es el caso de la obra de Toyota. Sencillamente, la presencia de lo fabril, de la gran industria, y de lo que tiene que ver con la máquina, va a ser la manera de reconstruir el proceso japonés desde su más antigua tradición hasta la actualidad, mientras que la presencia orgánica, de las constantes curvaturas, de las formas oscilantes que suben vibrando sobre sí mismas, y aun la presencia del brillo y los reflejos del acero inoxidable con que están hechas las piezas, nos indicarán que también el Brasil, esa supertropical potencia, se encuentra de por medio en el discurrir del escultor.
Pero el arte no debe servir solo para recordar lo que ya sabemos del origen del artista. Más allá de reflejar quién és, es decir, de regresar al pasado de la obra misma, el arte debe abrir la discusión sobre la validez del lenguaje utilizado en cuanto que el mismo sea capaz o nó de transmitir significaciones, y debe también servir para demandar que el artista aporte el campo de la visión y lo que ella puede tener de útil, estéticamente hablando, claro está.
Quizás lo que en esta obra resulta decepcionante es la insistencia casi ritual en el lenguaje del modernismo a través de su vertiente de la abstracción geométrica, y la evidencia de que a pesar del gran esfuerzo realizado no se logra sobrepasar el nivel de ajuste a un lenguaje ya establecido para, dentro de sus parámetros, dentro de sus reglas, trabajar con impecable acierto en todo lo referente a los gentes admisibles. A fín de cuentas, el arte que maneja Toyota parece un poco frenado, como si la historia se hubiera detenido, o como si el lenguaje estricto del modernismo hubiese sido callejón sin salida donde quedó atrapado más de un artista talentoso.
Sería injusto no recalcar la gran calidad del trabajo de Toyota como manifestante y difusor de descubrimientos hechos por otros. Es sin duda un gran intérprete. Pero también hay que señalar la tremenda estabilidad que este tipo de actitudes ha llegado a tener, entre otras cosas debido a lo rígido de su lenguaje y de sus normas.