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| Foto: José Malagón /SEMANA

MÚSICA

La Mambanegra, una banda del Pacífico colombiano que tocará en Turquía

Alemania, Francia, Holanda, Suiza, Países Bajos, Polonia y Portugal han disfrutado del "veneno" y el son de esta agrupación. Ahora el turno es para Estambul y Ankara, en Turquía, y Bakú, en Azerbaiyán.

24 de mayo de 2018

“Un experimento que permite contar una historia sin seguir moldes”. Así es la música de la Mambanegra, una banda del Pacífico colombiano que fusiona salsa con sonidos de otras partes del mundo y que por estos días realiza una gira por varios países de Europa y Asia.

Aunque la mamba negra es la serpiente más venenosa de África, no es esa la razón del nombre de la banda. Su origen se remonta a la historia del bisabuelo de Jacobo Vélez, su vocalista, a quien le regalaron una flauta con ese nombre para curar el olvido.

Estambul y Ankara, en Turquía, y Bakú, en Azerbaiyán, serán sus próximos destinos, donde la banda se presentará el 25, 26 y 27 de mayo, respectivamente.

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Esta gira es organizada por la agencia que maneja La Mambanegra, Afropicks, y apoyada por el gobierno de Colombia a través del Ministerio de Relaciones Exteriores y de sus embajadas como parte de un plan de promoción de la cultura colombiana en el extranjero. Se trata de una iniciativa de diplomacia cultural que, según la Cancillería, “busca promover el conocimiento de las expresiones culturales del país a nivel internacional, en campos como el arte, la música, la danza, el teatro, la academia, la literatura, el cine y la gastronomía”.

El embajador de Colombia en Turquía, Juan Alfredo Pinto, afirmó que se quería mantener el nivel artístico y de convocatoria que alcanzó la promoción cultural de Colombia en 2016 y 2017, cuando se contó con la presencia de las bandas La 33 y Colombia All Stars, que reunieron miles de personas. “Por ello en este 2018, año de Colombia para la juventud turca, decidimos presentar, bajo el marco del respeto y el espíritu familiar del Ramadán, dos espectáculos que permitieran a las familias turcas, al culminar su ayuno, disfrutar nuestra música con los colombianos y latinoamericanos en Ankara y Estambul”.

Jacobo Vélez, compositor, productor, saxofonista y cantante de La Mambanegra, habló con la Agencia Anadolu y le explicó en qué consiste la apuesta musical de esta agrupación.

Jacobo, aclaremos algo: ¿qué género de música es el que toca la Mambanegra?

En un principio lo bauticé como Break Salsa, pensando en el Break Dance de los setentas que se cocinaba en las calles del Bronx y Brooklyn, barrios neoyorquinos plagados de pandillas, que al final terminaron resolviendo sus conflictos violentos desde esta expresión estética derivada del Hip Hop. Además, las bases del Break Dance también inciden en mi concepto, el hecho de que los pasos de James Brown tuvieran una relevancia en su estructura coincide con las bases musicales que me influyen al componer, es decir, el funk es clave a la hora de inspirarme.

La música de esta orquesta es una búsqueda ecléctica, un experimento que me permite contar una historia sin seguir moldes. La evolución del Break Dance también se nutre de la capoeira y de la misma salsa, es una mezcla diversa, así que encuentro una gran empatía con ese estilo; por eso lo apropio dando origen al nombre compuesto que uso para denominar mi música. Lo más importante es que el término break en español significa quiebre, ruptura, partición... así que nada más apropiado para lo que hago con la estética de La Mamba, que al final propone una ruptura con lo preestablecido. La palabra salsa, al final del nombre compuesto, representa el centro de gravedad de todo el proyecto, la salsa neoyorquina y el songo cubano son parte fundamental del sonido que busco. Así que el nombre “Break Salsa” se acomoda a mi búsqueda musical de manera perfecta.

¿De dónde provienen los sonidos de La Mambanegra?

Hay un hilo conductor que tiene su origen en África, que cuenta una historia de cómo la música de este continente migra hacia América y empieza a mezclarse con otras músicas del mundo para generar nuevas estructuras, entre ellas, por supuesto, la salsa neoyorquina, la Fania All Stars, Rubén Blades, Hector Lavoe, Richie Ray, entre otros; alrededor de la salsa orbitan el funk de James Brown y Maceo Parker, el Hip Hop de Ice Cube y África Bambata, el songo cubano de los Van Van es clave; el Dance Hall, el Ragamuffin de Yellowman y algunos elementos del latin jazz de la vieja escuela: Gillespie, Mongo Santamaría, entre otros héroes.

Finalmente, los sonidos de la Mambanegra provienen de la banda sonora de mi vida y por supuesto de las influencias de los grandes músicos que me acompañan.

¿Cómo surgió la banda, hace cuánto?

La primera Mambanegra aparece en Nueva York hacia el año 1943, fundada por mi bisabuelo, al que le decían ‘El Callegüeso’. Después de tratar de llegar a la Gran Manzana desde el puerto de Buenaventura, él ingresa ilegalmente como polizón en un carguero japonés en 1933, pero es descubierto por los tripulantes del barco cerca de La Habana y es lanzado al mar después de recibir una fuerte golpiza que por poco le quita la vida.

Al parecer su destino no era terminar en el fondo del Caribe. Afortunadamente es rescatado por un pescador que además era un poderoso babalao (como un sacerdote) que después de curarlo durante varios días lo bautiza como ‘El Callegüeso’, ya que mi bisabuelo había perdido la memoria después de casi morir ahogado y no recordaba su nombre -probablemente por la golpiza que recibió-. Este babalao, llamado el Malembe, sabía que se encontraría con él en el mar. Desde niño tenía la misión de resucitarlo y bautizarlo con este nombre que está relacionado con poderes mágicos, cuando el destino los hiciera encontrar.

En La Habana, el Callegüeso vive unos siete años. Allí conoce a Chano Pozo, un legendario conguero clave en la formación del latin jazz. Después de una entrañable amistad con mi bisabuelo, Chano le regala una flauta traversa capaz de curar la enfermedad del olvido al ser tocada. Esa flauta, forjada en África a finales de 1800, fue bautizada por su creador, un poderoso gedi africano llamado Batunda, “el gran señor de lo antiguo”, como la Mambanegra. Es por esa razón que cuando mi bisabuelo logra recuperar la memoria, gracias a ese mágico instrumento, emprende de nuevo su viaje como polizón y finalmente llega a la ciudad de Nueva York. Instalado en la Gran Manzana arma una orquesta y la bautiza con el mismo nombre de la flauta que le regaló Chano Pozo, La Mambanegra.

Al final es deportado por ilegal y lo último que se sabe de él es que está vivo y vive en algún lugar de África. La última información que me llegó es que estaba en Ciudad del Cabo.

La nueva Mambanegra empieza en el 2012. En ese año tengo un extraño encuentro en el barrio Obrero de Cali con un personaje que se hacía llamar ‘El Callegüeso’ y aseguraba ser mi bisabuelo. Este señor, que no sé si era mi bisabuelo, me dio la misión de seguir su legado. Por esta razón es que ahora me conocen como ‘El Callegüeso’ y tengo una banda que se llama La Mambanegra.

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Y los integrantes del grupo… ¿talento del Pacífico colombiano para el mundo? Cuéntele a los lectores un poquito de ellos.

El baterista se llama Harold Orozco, un versátil y contundente músico con un sólido conocimiento del jazz y la música latina, entre otros géneros, originario de Salento (Quindío), también director de una banda llamada Los Chamicos de Salento.

El conguero, Juan Carlos Arrechea, es uno de los fenómenos en la percusión latina y afrocolombiana con más relevancia en el país. Un virtuoso y contundente percusionista nacido en Bogotá, pero con sus raíces y sus ancestros en Puerto Tejada (Cauca).

En el bajo está Jeffry Obando Carabalí, productor, compositor y un instrumentista excepcional, con una gran influencia del funk y experto en géneros latinos y afrocolombianos. Es uno de los más versátiles a la hora de tocar el bajo en Colombia, de origen caleño.

Daniel Gutiérrez en el piano, prolífico, gran compositor, productor y un pianista con un peso devastador, también muy versátil a la hora de tocar jazz, latin jazz, funk y un sinnúmero de géneros que lo hacen una pieza clave en el sonido de la banda. Caleño también.

Carlos Peralta, tal vez el mejor guitarrista de jazz que hay en Colombia en la actualidad, compositor y un gran improvisador, es el lado más ‘jazzero’ de la banda, un verdadero animal. Nacido también en Cali.

En el barítono cuento con el placer del sonido portentoso del gran Brayan Parker, un músico nacido en Bogotá, pero con todas sus raíces en Buenaventura (Valle del Cauca). Uno de sus fuertes más poderosos es su conocimiento de la música tradicional del Pacífico colombiano.

En el trombón está Mifa Lukumí, trombonista virtuoso y gran bailarín encargado de las coreografías de la banda, originario de Miranda (Cauca).

Roger Torres está en la trompeta, uno de los más poderosos trompetistas de la escena salsera caleña, gran improvisador y uno de los coristas de la Mamba, caleño de nacimiento.

Sergio Ramírez es el corista, pero además toca el güiro, instrumento considerado como el alma de la salsa. Bailarín y además mi partner (compañero) y apoyo en las segundas voces.

Para terminar con broche de oro está Carolina Mosquera, una cantante con un poderoso chorro de voz, su versatilidad navega entre la música del Pacífico, el funk y la salsa, entre otros géneros. Además, interpreta un instrumento de origen afrocubano llamado el chekere. También es mi partner en las segundas voces y una fabulosa corista.

Ya han tocado en el exterior en varias ocasiones, pero hablemos de esta gira…

Esta gira es especial porque estamos lanzado un remix realizado por el gran Richard Blair, productor de La Tierra del Olvido, de Carlos Vives, y director de la banda de culto Sidestepper. El tema se llama ‘Me parece perfecto’, dedicado a un legendario percusionista colombiano llamado Wilson Viveros, un gran músico que ha grabado gran parte de la salsa de Niche y Guayacán, entre otros grandes proyectos, también conocido como ‘El Hombre Caimán’. Por eso, y en su honor, esta gira se llama el European Caimán Tour.

Ya se presentaron en Alemania, Francia, Holanda, entre otros. ¿Cómo fue la experiencia?

Esta gira ha tenido una característica muy interesante: el público nos ha pedido salir después del segundo ‘bis’ (un ‘bis’ es cuando termina un concierto y los asistentes aplauden para pedir otra canción). La conexión ha sido muy fuerte y los promotores han terminado emocionándose; espero que sigamos así.

¿Habían estado alguna vez en Turquía, Polonia, Azerbaiyán? ¿Por qué esos destinos?

El por qué de esos destinos no lo sé, pero para mí es un sueño hecho realidad. Turquía, por ejemplo, me llama la atención por ser el paso entre Asia y Europa, la maravillosa mezcla de culturas antiguas, los persas, el imperio griego, los romanos, el imperio bizantino y el otomano. Es un patrimonio cultural único. Sueño con ver la Mezquita Azul, me emociona pensar que voy a conocer el palacio Topkapi, su gastronomía, su gente; mejor dicho, este destino en especial, es un maravilloso regalo de la vida.

Polonia me llama mucho la atención, especialmente por sus construcciones medievales. Además, creo que todo ser humano debería ser testigo de un lugar que vivió y superó los campos de concentración; es un espacio lleno de historia que me invita al respeto. En Azerbaiyán espero poder ver la ciudad amurallada, es un lugar que me intriga por su historia antigua y reciente.

En pocas palabras, cada uno de estos lugares han sido parte de mis sueños que ahora, gracias a la música, se convierten en realidad.

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¿Qué significa para La Mambanegra representar a Colombia en el exterior?

No me gusta identificarme con pasiones nacionalistas, creo que esas tendencias mal manejadas son contraproducentes, sobre todo cuando remarcamos las diferencias que tenemos con otras culturas exaltándolas desde la comparación. Por supuesto, tengo gratitud por mis orígenes, pero también me siento parte de un todo.

¿Qué viene después de la gira?

Llegamos a grabar, a terminar otras grabaciones ya empezadas, a rodar un video y a planear más destinos inesperados a dónde poder llegar a contar esta maravillosa historia llamada La Mambanegra.

*Agencia Anadolu. Por: Diego Carranza.