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MAL SABOR

El ultimo disco de Rubén Blades se caracteriza por un trabajo mediocre

12 de diciembre de 1983

No es fácil llamarse Rubén Blades cuando se tiene toda una reputación y un gran público por detrás pendiente de lo que él hace, esperando impaciente que salga al mercado su último disco. Y es menos fácil aún, mantener toda una imagen que él mismo se ha encargado de crear a través de sus entrevistas (¿cuánto cobrará Rubén por sus exclusivas?) porque en últimas, y él lo sabe, esa imagen es muchas veces la llave para una salida comercial de su trabajo.
Pobre Rubén. A veces pienso que no hay nada peor que verse de pronto comprometido con su gente, comprometido sin quererlo, a darles todo lo que se tiene. En su caso, buena música y textos que sacuden, que no pasan desapercibidos. Y nada mejor que la libertad que posee el anónimo para irrumpir en el medio sin presiones de ninguna clase, ya sea con un disco excelente, valioso en algún aspecto, a simplemente desastroso, honesto fruto de sus posibilidades.
Pero el caso de Rubén es el primero. Allí en ese puesto (¿privilegiado?), no se puede salir con un trabajo mediocre como su último álbum "El que la hace la paga". No, no se puede. Porque el verdadero público se defrauda, se desilusiona. Y un músico no es nadie, o muy poco sin su público.
Rubén Blades ha sabido ganarse ese lugar que ostenta entre los grandes de la salsa actual, gracias a un original carrera musical donde ha prevalecido entre otros, el criterio ideológico de recrear el mundo urbano. Sin dejarnos descrestar por los títulos siempre envolventes de "sociólogo y renovador de la salsa", podemos eso sí, asegurar que Rubén Blades es bueno. Sobre todo como cantante. Esperemos que su historia no termine como la de tantas llamas que se apagan porque, a la final, no tenían la madera suficiente para sobrevivir en ese difícil medio del espectáculo.