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"MI TRABAJO SE IDENTIFICA CON LO SUPER"

Contestatario y con una personalidad artística definida, el joven artista antioqueño se enfrenta a un público que años atrás lo rechazó. SEMANA lo entrevistó en Washington

7 de noviembre de 1983

La expresividad del dibujo, el poderío de las imágenes, la capacidad de dinamizar las representaciones y la actitud abiertamente crítica son características que el crítico Germán Rubiano Caballero le señalaba hace cuatro años a la obra del antioqueño Félix Angel. Joven, 34 años, un tanto desconocido en Colombia, aunque no así en los Estados Unidos, su obra tiene ya una personalidad defnida. Dibujante innato, sus trabajos se remontan a los años 60 pero es en 1971 cuando su nombre empieza a destacarse. Obtiene entonces el primer premio de pintura en el II Salón de Arte Joven del Museo de Zea de Medellín, con un screen titulado "Tribuna lateral frente a la sombra", una pintura que reúne seis personajes en la tribuna de un estadio. Desde entonces, se hace evidente su interés por el tratamiento de temas como los ídolos deportivos y "la falsa comunicación y lo grotesco que puede resultar el darle una importancia fundamental al espectáculo que, como su nombre lo indica, no sirve sino para desviar la atención de la realidad que circunda a cada individuo, creando otra ficticia donde todo está calculado, dirigido y canalizado ", como afirma él mismo.
Luego de graduarse de arquitecto en 1974, Angel viajó a los Estados Unidos donde se sintió fuertemente impresionado por la cultura underground, el poder de la publicidad y algunas manifestaciones del movimiento gay. Posteriormente tuvo la idea de hacer un libro -texto e ilustraciones- que tituló "Te quiero mucho, poquito, nada" abiertamente homosexual que produjo una violenta reacción en Medellín, su ciudad natal. Félix Angel resolvió, entonces, realizar su segundo viaje a los Estados Unidos.
En mayo de 1976, el Museo de Zea de Medellín reunió la producción de collages de Angel, pero la exposición fue retirada al cuarto día por las fuertes presiones del público y de la curia. Dentro de estos trabajos se destacaba un collage, "Historia del arte colombiano", con la tapa de una publicación homónima de Salvat y un cóndor de Obregón con sonrisa de pasta de dientes y tennis.
Desde comienzos de 1977 se estableció en Washington y ahora prepara un viaje a Medellín en donde expondrá su obra más reciente en la galería Autopista. "Seguridad en la línea, cohesión al deformar, rica plasticidad del volumen estático o en furia dinámica "son, según el crítico José Gómez Sicre, cualidades del buen oficio artístico que viene desarrollando Félix Angel y que pondrá nuevamente a prueba ante ese público que hace unos años lo rechazara escandalizado. SEMANA lo entrevistó en Washington días ante de su viaJe.
SEMANA: ¿Se considera un buen pintor?
FELIX ANGEL.: Lo único que sé, es que voy a llegar a ser un buen pintor y también sé que soy mucho mejor que otros.
S.:¿Por qué salió usted de Medellín?
F.A.: El medio me asfixiaba. En un momento dado me di cuenta de que la sociedad denunciaba y cargaba verdades absurdas, que existía una moral sin que hubiera una estructura de valores éticos... y este vacío se aplicaba a todo, a la política, a la economía, a las relaciones inter-personales. Medellín es un país... una ciudad muy conservadora... A pesar de que uno hiciera grandes esfuerzos, no había espacio para la gente creativa y la farsa social acababa por ahogarlo.
S.: ¿Qué es lo que más rechaza de la sociedad antioqueña?
F. A.: La contradicción tan grande que existe entre ese espíritu fuerte y emprendedor de los antioqueños y ese terrible temor por afrontar lo que les rodea, esa inseguridad, que les impide imponer un sistema más original, porque viven aferrados a obsoletas tradiciones que no tienen fundamento.
Por ejemplo ellos no son religiosos... son rezanderos. Son muy trabajadores pero no saben disfrutar de los beneficios del trabajo. Ellos son como unos personajes que quieren pecar y por miedo lo hacen a medias.
S.:Existe un nuevo planteamiento en su trabajo: ¿Por qué ha abandonado el dibujo y está haciendo pintura?
F. A.: Mis nuevos trabajos no son pintura, son trabajos a color; tienen la misma energía y el mismo espíritu orgánico que tienen los dibujos, pero en otra escala.
Los dibujos en blanco y negro y los de color responden a motivaciones iguales, pero son soluciones distintas que no pueden ser juzgadas desde el mismo punto de vista.
S.: ¿Cuáles son las motivaciones que lo llevan a pintar?
F. A.: Son unas ideas básicas que han estado siempre conmigo. Abstracciones que tienen que ver con el ídolo deportivo, que implica fuerza, poder, atracción de la masa, simbolo.
Mi trabajo se identifica con esa idea de lo "super"; aquello que la sociedad siempre admira, lo que va más allá de lo normal. Con esto quiero decir que son normales, pero que existe cierto grado de distorsión por parte de la publicidad y los medios de comunicación. Son ellos los que los convierten en ídolos.
S.:¿Pero porqué solamentesu tema son los ídolos deportivos?
F. A.: Porque hay en ellos algo orgánico. El cantante, a la larga, tiene un don artístico, pero el ídolo deportivo sustenta toda su fuerza en su capacidad física y esto está generalmente desligado de la actividad intelectual, pero igualmente adquiere prestigio y admiración social. Además, existe algo curioso que me atrae. Este es un personaje que derrumba las barreras sociales, ya que casi siempre el ídolo deportivo proviene de una clase social humilde.
S.: Pero usted también tiene una serie dedicada a los caballos...
F. A.: En los caballos que pinto, la gente revierte todas sus frustraciones, porque ellos no son simples caballos, son super-caballos. Yo planteo una relación totalmente orgánica y emocional. En el fondo ellos se comportan casi como personas, y digo casi, porque emanan una energía que es humano-animal.
En una exposición alguien me comentó que estaban enamorados de mis caballos... porque eran como personas.
S.: Si el personaje humano está simbolizado en el código del caballo, ¿por qué sigue existiendo el jinete?
F. A.: No... Es tal vez la ridiculización del público. Es la ridiculización de esa parte de los ídolos de los cuales todo el mundo quiere hacer parte. Es esa parte de insatisfacción que llevamos todos por dentro, de algo que se quiso ser pero que nunca se fue... Eso es el jinete.
S.: ¿Y qué puede decir de esa serie que se llamó "espectador-comentarista-ídolo" ?
F. A.: En ella quise organizar a todos los personajes que intervienen en esta idea. La admiración y el fanatismo por estos personajes equívocos en los cuales se filtran esperanzas personales totalmente frustradas. La relación entre el espectador y el idolo muchas veces dada a través de un comentarista. Es una situación patética ver a miles de personas pegadas a un aparato escuchando o viendo un partido de fútbol. Ellos son los intermediarios entre sus inseguridades e insatisfacciones.
S.: ¿En qué medida su residencia en el exterior ha modificado su obra?
F. A.: Yo realmente me nutro de lo que me rodea. Diría que mi trabajo se ha ido transformando y que las imágenes se han ido disolviendo. La idea original se mantiene presente, pero los personajes ya no son identificables, las imágenes se han ido convirtiendo en símbolos. Ya no existe Cochise, sino la idea ciclística, ya no es Villanueva del Medellín, sino cualquier futbolista. Se ha creado una especie de simbología, existe un nuevo código.
S.: Hace algún tiempo Marta Traba afirmó que la crítica de arte no existe en Colombia. ¿ Qué piensa al respecto?
F. A.: Estoy de acuerdo y así como sé que la crítica que ella hizo es un caso aislado y es muy buena, sé que existen algunos muy malos.
S.:¿A quién se refiere?
F. A.: A Eduardo Serrano.
S.: ¿Cuáles son los artistas colombianos que más admira?
F. A.: Bueno, yo diría que hay varios; Santiago Cárdenas, Luis Caballero... Pero ¿por qué no me pregunta cuales son los que no me gustan?
S.:¿Cuáles son?
F. A.: Diría que no me gusta ni Antonio Barrera ni Ana Mercedes Hoyos.
S.:¿Quiénes han ejercido influencia en su pintura?
F. A.: Me han impresionado mucho pintores como Rauschenberg, Andy Warhol y Francis Bacon.
S.: ¿Mencionaría a algún colombiano?
F. A.: Admiro mucho a Obregón, a pesar de sus altibajos: Botero, Grau, Ramírez Villamizar... Tengo que nombrar a esa generación de los 50, porque yo no conocí en mi etapa formativa a los anteriores. Yo tarde vine a conocer a el maestro Cano. En Medellín sólo existía el museo Zea... Es triste ver el aislamiento y el olvido o abandono de nuestro pasado cultural.