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NUEVE GRANDES ESCRITORES

El "Boom" a través de un libro de entrevistas. Aspectos de la personalidad creadora de los narradores, que no nos proporcionan sus cuentos y novelas, van brotando espontáneamente al calor del diálogo.

7 de junio de 1982

SON ASI, de Eligio García. Editorial Oveja Negra.
Estamos sobresaturados del Boom? Al que no quiere caldo se le dan dos tazas. Este nuevo ensayo lo escribió alguien que para colmo se apellida García Márquez. Pero no hay que declararse fatigados. Después de 84 años de análisis y publicaciones exhaustivas, los escritores españoles del 98 siguen tan campantes. Y el río no se detiene sino que aumentará con la proximidad del centenario. A 9 novelistas de talla mundial, seguidos en la misma época, en el mismo idioma (aunque Onetti alega que se expresa en uruguayo y Cabrera en cubano), ¿por qué no habría de corresponderles algo semejante? Por lo pronto, como el autor de este enfoque se llama Eligio, igual que su padre -quien también es Gabriel- hétenos de sopetón en el mundo de las reiteraciones nominativas propio de los Buendías, el que nos traslada a la mañana de enero de 1965 cuando a todos les varió la suerte porque el hermano mayor "manejando su automóvil por la carretera de Ciudad de México a Acapulco, pudo por fin descifrar las claves de Melquiades". Entonces obtuvo inesperadamente su título de cronista, colocándose inesperadamente en el centro del cogollito, a fin de utilizar testimonios, reportajes y grabadoras, amén de otras artes, como retorcidos alfileres para clavar mariposas.
La primera figura que nos ofrece es la de Borges, pero parece el más lejano, por encima del Boom, antes del Boom -reflejo de un espejo en otro espejo- al que guía por las calles de París una niña que le sirve de lazarillo, siempre distinta, siempre Antigona. Lo sigúe Onetti, exiliado en un Madrid ardiente, cansado y casado cuatro o cinco veces, de cuerpo entero con sus pesadillas sobre Larsen y sus obsesiones eróticas, los dedos manchados de nicotina y su ciudad imaginaria, Santa María, consumida por un incendio. Contrasta en su desprevención con Carlos Fuentes, actor, estereotipo, hasta que descubrimos que en su caso personaje y persona se confunden. Un gran "collage" de Cortázar es el que le sucede, otra vez con París al fondo, y con el dato sobre las actuaciones del novelista en favor de los presos políticos, lo que ha perjudicado su obra literaria aunque con la compensación de contribuir a despertar conciencias.
Obviamente desde el comienzo el lector se prepara para lo que supone el plato fuerte: la entrevista con el hermanísimo, que descorrerá tantos misterios. Pero cuando llega el momento se impone el respeto fraternal y se nos obliga a leer entre líneas. Para sacar únicamente en conclusión que el sentimiento de soledad que invadió por paradoja al novelista triunfante cuando lo colmaron el poder y la gloria, le sirvió para introducirse en los entresijos del hijo de Concepción Alvarado, pues por entonces componía precisamente El otoño del patriarca. A continuación no nos convence la figura de Sábato, como si se escabullera sin concretar si sus opiniones demasiado simplistas y tajantes son las suyas propias, o tal vez una máscara. La entrevista siguiente con Alejo Carpentier unos meses antes de su muerte -es el primer miembro del grupo que da el salto al otra lado- padece de sustracción de materia debido a la negativa en otorgarla por parte del novelista que odiaba a los entrevistadores (¿Odiarán los árboles a las orquídeas?). Pero Eligio vence tamaño obstáculo y esas páginas representan un acierto. Vargas Llosa aparece en permanente lección de literatura, como lo era de política cuando le fue tomado el reportaje en 1967. Ahora es un antecedente que induce a meditar en lo que va de ayer a hoy. Cabrera Infante cierra el desfile con una de las siluetas más esclarecedoras y la que exige mayor espacio (45 págs.). La descripción de su casa londinense vale por el guión de una película.
Para terminar se recuerda lo que el autor advierte desde el primer instante: en Son Así falta uno. No pudo entrevistar a Rulfo. Pero de algún modo queda incluido ya que donde está Pedro está Juan, y de Pedro Páramo no es posible prescindir ni en la más elemental mención del Boom. Esta no lo es sino todo lo contrario: matizada y con evidente deseo de aproximarse a cada escritor. Casi una novela con 9 protagonists y Eligio, también un personaje, bajo el patrocinio de un santo mártir del siglo IV por el nombre que lleva y que no eligió.