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PERTURBADOR ENSAMBLAJE

El libro "Las fronteras azules de Colombia" acusa la ausencia de un editor

18 de marzo de 1985

En doce metros cuadrados de fotografías encontrará el lector una visión de ese archipiélago de San Andrés y Providencia. Cerca de 220 reproducciones, la mitad de ellas a color, el resto a blanco y negro, y doce páginas de texto conforman el libro "Las fronteras azules de Colombia", que con el patrocinio del Banco Central Hipotecario, la autoría de Hernán Díaz y la diagramación de Benjamín Villegas, entra en circulación. Comparte el espécimen una cierta filosofía nacionalista al iniciar con la bandera patria y rematar con el propio Presidente a bordo de una nave de la Armada, con el tricolor y el escudo pintados sobre cubierta y el sugestivo pie de foto: "Centinela". Después de recorrer el libro surge una esquiva preocupación nacida de la generosidad del material impreso. La duda estriba en la selección fotográfica. Quizás sobraron láminas máxime si algunas panorámicas de mar, de manglares o personas no pasan de ser fotos buenas, frente a otras donde la excelencia del ojo, revela un descubrimiento. Qué es en esencia el objeto de la fotografía: mostrar en lo cotidiano y trivial un enfoque nuevo con sicología y perspicacia.
Si adicionalmente encontramos defectos de reproducción en la impresión, la carencia de un rigor es evidente. Caras ensombrecidas, montañas oscuras y sin detalle, son lunares que demeritan la edición. Con un aspecto peculiar: el tratamiento de algunas fotografías a base de efectos de laboratorio con los cuales vivos colores se transforman en tonos pasteles. Este tipo de experimento compite con otras fotos nítidas y normales en páginas enfrentadas, confundiendo muchas veces al lector. La variedad de tratamiento en el aspecto gráfico, color, blanco y negro, y fotos sepias y retocadas produjeron un efecto perturbador en su ensamblaje, donde el interés técnico de buscar texturas produce más deformación que interpretación. Sin embargo, el problema acusa la ausencia de editor, esa persona responsable que orienta un impreso y da las pautas. Pareciera que el Banco hubiese dado carta blanca en un proyecto que no sólo requería fotógrafo y diseñador. Un punto de vista editorial con perspectiva crítica hubiese permitido mejorar y pulir este género de libros tan de boga en la actualidad y tan necesarios. No es sino ir a una librería para preguntar por una buena edición sobre Colombia y el dependiente aducirá la inexistencia de estos especímenes.
Si es un libro al cual le faltaría una mínima serie de fotos aéreas de esas 17 islas que constituyen el archipiélago, o abundan fotos de personas donde no reconocemos a Hernán Diaz, el primer retratista colombiano, no por ello, en varias docenas de fotografías, ubicamos con fuerza y certidumbre la cara de este: país, en:un territorio bilingue, protestante y olvidado.

UN PARISINO EN ANTIOQUIA
Radicado hace diez años en tierras paisas, el fotógrafo Patrick Rouillard acaba de publicar su libro "Antioquia" (144 pág., 27.5 x23 cms). Ciento veinte fotografías a todo color recorren los municipios antioqueños, en sus casas, gentes, paisajes y momentos. Un estupendo documento gráfico con la intimidad que nace del observador antes que la del extranjero. A pesar de la carencia de pies de foto que demarquen el sitio exacto de la toma, con algunas excepciones, estos se dedican a prosificar: "Una luz fuerte, como los, trabajos del hombre en el oriente antioqueño, se adueña de la calle", el ejemplar esgrime una decorosa labor de impresión y una iniciativa privada de proveer libros sobre el país. El éxito editorial de este libro atestigua la curiosidad y el encanto con que nuestras gentes acogen y respaldan su propia imagen.

EL SUEÑO LATINOAMERICANO
El libro infantil ha logrado lo que gobiernos, ministros y pactos jamás lograron: la unidad cultural de este continente, vista a través de sus leyendas, escritores, ilustradores y público. "Coedición latinoamericana" es un plan de la Unesco y Cerlal que agrupa a 11 países americanos para editar e imprimir libros infantiles. Entidades públicas y privadas (en Colombia es de este último carácter y nos representa Editorial Norma) se asocian para divulgar en diversas entregas series temáticas por naciones (mitos, picaresca, espantos). A todo color, 15.5 x 21.5 cms, 100 páginas en promedio, esta colección que ha llegado a su tercer título en tirajes de 50.000 ejemplares, tiene un atractivo adicional: el precio. Por 140 pesos colombianos (el valor de dos historietas),usted no sólo hará patria sino continente tambien bién.
Camilo Umaña Caro