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El ayuno en el mes de Ramadán es uno de los rituales que los musulmanes realizan en este mes, y tiene que ver con "la paciencia y la disciplina", explica a la Agencia Anadolu el líder religioso, Sheikh Omar al Kiswani, de la Mezquita de Al Aqsa, en el corazón de la ciudad amurallada de Jerusalén. | Foto: Mostafa Alkharouf - Agencia Anadolu

RELIGIÓN

En el último día del Ramadán, un Sheikh explica su significado

Desde Jerusalén, el líder religioso de la Mezquita de Al Aqsa, Sheikh Omar al Kiswani, explica las festividades de este jueves, cuando culmina el mes sagrado del ayuno para los musulmanes.

14 de junio de 2018

El Islam es la religión monoteísta más joven del mundo, fundada por el profeta Mahoma en la primera mitad del siglo VII d.C., cuenta hoy en día con cerca de 1.500 millones de fieles repartidos por todo el mundo, aunque la mayoría vive desde el norte de África hacia Turquía y se extiende por las regiones de Oriente Medio, cuenta Javier Martín, uno de los corresponsales españoles con más experiencia en el mundo árabe-musulmán en su libro "Suníes y Chiíes, los dos brazos de Alá".

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El mes de Ramadán es el noveno del año musulmán, que se rige por el calendario lunar y no por el gregoriano, como lo conocemos en el resto del mundo.

Ayuno

El ayuno en el mes de Ramadán es uno de los rituales que los musulmanes realizan en este mes y tiene que ver con "la paciencia y la disciplina", explica a la Agencia Anadolu el líder religioso, Sheikh (sacerdote musulmán) Omar al Kiswani, de la Mezquita de Al Aqsa, en el corazón de la ciudad amurallada de Jerusalén.

"Todos pueden beber y comer, pero este mes está para demostrarnos a nosotros mismos y a Alá que podemos esperar. Este mes nos sirve para recordar también a las personas que no tienen nada", afirma.

"Desde el amanecer hasta el atardecer, los musulmanes se abstienen de consumir alimentos, beber líquidos, fumar y mantener relaciones sexuales. También reciben instrucciones para abstenerse de realizar comportamientos pecaminosos que pueden negar la recompensa del ayuno, como el discurso falso (insultos, murmuraciones, maldiciones, mentiras, etc.) y la lucha, excepto en defensa propia", puntualiza el Sheikh.

El ayuno comienza tras la primera llamada a la oración, Al Adan, una de las cinco que tienen lugar en el Islam, suele ser en torno a las cuatro y media de la madrugada hasta que el sol se oculta, en torno a las siete y media de la tarde, cuando tiene lugar el Iftar (momento en el que rompen el ayuno).

"Las comidas previas al ayuno, antes del amanecer, se conocen como Suhoor, mientras que las de después de la puesta del sol se llaman Iftar. También se cree que la recompensa espiritual (thawab) por ayunar se multiplica durante el mes de Ramadán", continúa al Kiswani.

El Sheikh asegura que además del ayuno, generalmente se "incluyen más oraciones (salat), mayor número de recitaciones del Corán y un aumento de las buenas obras y la caridad".

El ayuno de Ramadán es uno de los pilares del Islam, y solo se puede romper por alguna de estas razones, asegura el al Kiswani: "una excusa legítima como enfermedad, viajes o menstruación”, así como una mujer embarazada o los menores de 16 años. “Lo que debe hacer es recuperar los días en que no ayunó, según el consenso académico", agrega al Kiswani.

"En cuanto a alguien que deliberadamente no ayuna o rompe el ayuno en el mes de Ramadán, por descuido, incluso si es solo un día del mes, ha cometido un pecado mayor y debe arrepentirse" y "tiene que compensar los días en que no ayunó, y arrepentirse ante Alá", declara el Sheikh.

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Rezo

La oración de Tarawih, la sexta que hacen los musulmanes, se realiza solo durante el mes de Ramadán después de la oración de Isha, la última de las cinco que realizan todos los días del año, y que tiene lugar desde la primera noche lunar (inicio del día para los musulmanes) hasta el último día del Ramadán.

Los musulmanes creen que es costumbre intentar una "recitación completa" del Corán como una de las celebraciones religiosas del Ramadán. Las oraciones de Tarawih se consideran opcionales, no obligatorias.

Tradición

En las calles de Jerusalén Este, como en los tiempos del profeta, hay un hombre que se pasea con un bombo por las calles despertando a la gente para que coman el Sohoor antes de empezar con el ayuno, previo al primer rezo, para tener energía durante las largas horas del día.

Hoy en día se le puede escuchar gritando el nombre de las familias que viven por la zona: ¡Abu Mohammed, despierta!, ¡Omar Saleh, levántate!

En la ciudad vieja, tras pasar el arco de la puerta de Damasco, una de las siete que se abren a la ciudadela, los comerciantes preparan sus productos para la venta mientras combaten el calor entre dormidos y hambrientos.

Si uno se para a mirar hacia arriba, verá cables con luces de colores que no solo están presentes en esta parte de Jerusalén Este, sino también en los aledaños de la zona árabe de la ciudad y en el resto de los territorios palestinos.

"En Ramadán continuamos colocando las luces desde hace generaciones y especialmente ahora, por las circunstancias que vivimos, intentamos hacer felices a los niños y nuestras familias", asegura Wadiah Halouani, propietario de un comercio de fanus, como se conoce a estos adornos luminosos.

Incluso antes de que llegara la electricidad, cuando sonaba la primera llamada a la oración, la gente tenía que utilizar velas para iluminar el camino hasta Al Aqsa. Estas velas se guardaban en unas cajitas de cristales de colores, una tradición que hoy en día se puede ver en todos los rincones de Oriente Medio.

"Nos gusta esforzarnos para hacer estas fechas especiales, pero este año tuvimos problemas en colocarlas porque dos días antes de que empezara el mes de Ramadán, los israelíes celebraron la marcha de las banderas", continúa Halouani.

El comerciante se refiere a una marcha que se celebra todos los años en Jerusalén y en la que Israel conmemora la "unificación de la ciudad".

Israel ocupó Jerusalén Este en 1967 y la anexó en 1980, un movimiento no reconocido por la comunidad internacional y que hoy en día continúa sin cambios. Además de Jerusalén Este, Israel ocupó el valle del Jordán, la península del Sinaí, Cisjordania y Gaza.

"La atmósfera en Ramadán es hermosa, nos reunimos con la familia después del Iftar y comemos todos juntos", comenta Aia Kabaja, una joven de Hebrón, al sur de Jerusalén. "Mi madre cocina carne, pollo, arroz... Esperamos a Ramadán para comer buena carne", continúa.

"Es importante tener ataif (una especie de panqueques rellenos) en la mesa, -asegura entre risas-, en realidad cualquier dulce, porque la gente necesita mucho azúcar estos días", aclara Kabaja.

Entre los productos que más se consumen, como dice Kabaja, están los dulces: qataif, sha‘bieh, namuraah iljib´le, y otros nombres incomprensibles pero dulces hasta el extremo, algunos con toques de canela, otros de pistacho y otros de queso árabe, imprescindibles en las casas musulmanas palestinas en estas fechas.

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Muy cerca de una de las entradas a Al Aqsa se encuentra Ima Amar, una de las vecinas de la ciudadela, que tras el rezo comprará lo que necesita en casa para cuando llegue el Iftar.

"Yo empiezo a cocinar a las tres de la tarde, me lleva unas tres horas hacer la comida para la familia. Siempre les pregunto qué quieren comer, y si cada uno quiere algo diferente, lo hago, solo quiero que todos estén a gusto porque sé que vienen cansados del colegio y del trabajo", afirma.

Durante el mes de Ramadán, la Explanada de las Mezquitas, o Monte del Templo como la denomina la tradición judía, y donde se encuentra la Mezquita de Al Aqsa, tercer lugar sagrado para los musulmanes después de La Meca y Medina, recibe la visita de 50.000 personas al día, mientras que los viernes, día sagrado para los musulmanes, como lo es el domingo para los cristianos, acoge a más de 250.000 fieles, según las cifras que maneja el Sheikh.

*Agencia Anadolu