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Y SIGUE TAN CAMPANTE

A PUNTO DE CUMPLIR 95 AÑOS Y LUEGO DE DELICADAS AFECCIONES RESPIRATORIAS, EL POETA ESPAÑOL RAFAEL ALBERTI DECIDIO REGALAR A SUS LECTORES ALGUNOS POEMAS INEDITOS.

27 de mayo de 1996

Por estos meses España y Latinoamérica viven tiempos de literatura inédita, o mejor, de la que ha dejado de serlo. Hace poco apareció al público la novela desconocida de Julio Cortázar, un enorme volumen con lo que puede ser una de las mejores aproximaciones al escritor John Keats. Poco después el mundo se enteró de que Pablo Neruda, tan de moda ahora por la película El cartero, había dejado unos cuantos versos secretos. Pero el turno también ha sido para Rafael Alberti.La noticia se produjo en febrero, cuando este célebre poeta, nacido en El Puerto de Santa María (Cádiz, España) en 1902, fue dado de alta en el hospital y se marchó a casa plenamente restablecido. Ese día decidió dar a la publicidad 17 poemas que tenía escritos en sus cuadernos personales.En su gran mayoría son versos de amor. Sin embargo los hay también cargados de erotismo y de deseo. Según el propio poeta, fueron escritos a mediados de la década de los 70, es decir, 50 años después de Cielo nuevo, su primer poema. Con este trabajo Alberti supera las 20 selecciones de versos publicadas, entre las cuales se hallan igualmente Marinero en tierra, La amante, Trece bandas y cuatro estrellas y El trébol florido. SEMANA reproduce tres de los nuevos sonetos de este fiel exponente de la Generación del 27 y defensor acérrimo de las ideas comunistas _durante la guerra civil española fue secretario de la Alianza de Escritores Antifascistas_.Alberti, con su larga melena blanca de canas, se ha convertido en una leyenda viva en el mundo de habla hispana. Es uno de los personajes preferidos de la prensa. Aún vive en su tierra natal, a orillas del Atlántico, donde se dedica diariamente a caminar descalzo en la plaza y a tomarse una copa de vino tinto. Ni siquiera las recientes afecciones respiratorias que ha sufrido, por las cuales ha ido a parar más de una vez a la sala de cuidados intensivos, lo han llevado a renunciar a esta última costumbre.