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"SOMOS DURMIENTES QUE GRITAN"

En el Colón, Shakespeare halla su mejor intérprete colombiano.

7 de junio de 1982

"EL SUEÑO DE UNA NOCHE DE VERANO", de William Shakespeare.
Dirección: Kepa Amuchastegui, Bellien Maarschalk e Iván Martelo.
Gasas, tules, cuerpos semidesnudos que se rozan o entrelazan en la noche, donde todos los seres se tránsforman en perversos monstruos sin ninguno de los frenos morales de los habitantes del día. En una atmósfera llena de erotismo en sus varias formas -el amor bueno, el amor odio, el amor animal, el amor viejo, decrépito, el amor convencional, político-, se nos ofrece este espectáculo visual, no solo como una de las más divertidas comedias de Shakespeare, sino una de sus más complejas e insinuantes.
Por más de veinte años, ese impenitente hombre de teatro que es Kepa Amuchastegui, venía soñando con hacer el montaje de "El sueño de una noche de verano", pero sólo hasta ahora halló la manera de hacerlo pasar de la franquicia de los sueños. Desde ese remoto pasado cuando estudiaba arquitectura en los Andes y una de sus profesoras, von Hildebrandt, le mostró la obra, Amuchastegui empezó un recorrido por una larguísima oscuridad donde esta comedia de Shakespeare era una obsesión y un desafío.
Con una beca del Concejo Británico viajó a estudiar teatro en Londres con la Royal Shakespeare Company y allí vio por primera vez representada la obra bajo la mano diestra de Peter Brook, director de la Compañía. Años después, como profesor de la Escuela Superior de Arte Dramático de Estrasburgo, Kepa intentó el montaje de "El sueño...", pero en esa época no resultó. Fue solo hasta el año pasado, cuando Colcultura organizó un festival de teatro, en el cual Kepa presentó "Rosencrantz y Guildenstern han muerto", donde conoce un núcleo de actores y se decide a emprender el proyecto. Kepa había estado ausente de las tablas por algún tiempo, dedicado a la publicidad.
"Shakespeare es el dramaturgo más delicioso para representar" dice Amuchastegui. "Todo en él está sugerido a través del texto. Uno puede entonces, hasta donde es posible y válido, interpretar libremente al poeta". Y eso es precisamente lo que ha hecho este hombre que se agita y se mueve nerviosamente mientras ensaya la realidad de un sueño. Ha interpretado libremente a Shakespeare, pero con un curioso resultado: Shakespeare es Shakespeare y Kepa Amuchastegui no aparece para nada. El resultado es prodigioso cuando se piensa que nada de lo que aparece puesto en escena -excepto los artesanos- podría sugerirnos ser una dramatización de los tiempos de Shakespeare.
Un plato de ocho metros de diámetro cubierto por una alfombra que desborda el escenario y se introduce peligrosamente en la platea, tules y un puente colgante, son los únicos decorados cuando empieza la función. Los personajes -Teseo, Hipólito, la corte ateniense- van apareciendo vestidos con túnicas vaporosas con reminiscencias de saris, de mantas guajiras, de ropas incaicas, de túnicas griegas o romanas o, de pronto, de la película de ciencia ficción Flash Gordon. La imagen total de personajes y escenografía, bien puede ser un supermodernismo del año 2080 o el mundo lejano de Creta. No hay tiempo en la obra, pero jamás se tiene la sensación del absurdo. Todo allí es posible, hasta ese viejo envuelto en ropas oscuras que pasa durante medio minuto por el fondo del escenario sin pronunciar una palabra.
La suspicacia y profundidad de los personajes es tal vez el mayor logro de este original montaje de Shakespeare que se presenta en Colombia por primera vez. Abordando el espíritu maquiavélico de Shakespeare, Kepa Amuchastegui logra el desarrollo de personajes convencionales como Teseo, Hipólito y Filóstrato, a través de esos personajes de las sombras y del mundo mágico de las hadas que son Oberón, Titania y Puck. El desdoblamiento sicológico de los protagonistas cuando empieza "El sueño..." es, sin duda, de una exquisita delicadeza, y un recurso completamente válido que no conocíamos de esta célebre comedia, tratada con frecuencia como algo pintoresco y frívolo, destinado a la simple diversión.
Toda esa inserción de caracteres universales expresados en la obra de Shakespeare que nos presenta este grupo de jóvenes actores colombianos, revive las afirmaciones de Bloy: Somos durmientes que gritan en el sueño. No sabemos si tal cosa que nos aflige no es el principio secreto de nuestra alegría ulterior.