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TOMANDO PRESTADO

En Cali, Carmen Aldunate (Chile) y Anselmo Carrera (Perú) exiben obras recientes. Experiencias viejas para planteamientos contemporáneos y un sólo argumento: la figura.

6 de junio de 1983


Coinciden exposiciones individuales de dos artistas destacados en la última IV Bienal Americana de Artes Gráficas. Carmen Aldunate de Chile (Viña del Mar, 1940) y Anselmo Carrera del Perú (Lima, 1950). La primera mencionada en dibujo, junto con Heriberto Cogollo (Colombia), Dennis Geden (Canadá) y Esther Vainstein (Perú). El segundo ganó uno de los premios en la misma modalidad; el otro fue para Flavio Garciandia de Cuba.

Ambas muestras recurren al argumento figurativo y en particular a la mujer para sustentar sus respectivos planteos. Aldunate comienza a exhibir individualmente desde 1963; es en primera instancia abstracta y poco a poco se adentra en la figura hasta desembocar en un interés por la representación de impronta renacentista (italiana, germana, flamenca) a la vez que evoca el realismo --en este caso referido a la historia del arte--; se inscribe igualmente dentro de esos practicantes interesados en ejercer el arte sobre el arte. Generacionalmente es de los años setenta en su país.

El dibujo de Carmen Aldunate, resulta impecable en el sentido de una realización artesanal y paciente. Algunas obras son collages de sus propios impresos y en muchos el óleo y sus veladuras complementan una factura de estampa. Según sus propias palabras los artistas que más estima y de los cuales acepta una influencia fuerte son, Piero della Francesca (La Virgen del Políptico de la Misericordia, la Virgen del Parto, los frescos de Arezo: Historia de la verdadera Cruz, el Díptico de los Duques de Urbino, la Virgen de Senigallia, supongo), y el alemán Lucas Cranach (1472-1553), en sus grandes retratos (Hans Luther, Lutero, Federico el Sabio, Catalina y Mauricio de Sajonia, o el de los padres de Lutero, Margarita y Juan). Claro que ninguna de las grandes características de della Francesca (nuevo sentido del espacio, color y juegos compositivos) o Cranach (aguda observación, impronta sicológica y gravedad de tratamiento, por ejemplo) aparecen en los retratos imaginarios de la dibujante chilena.

La muestra que ahora se puede apreciar en el Museo de Arte Moderno La Tertulia, exhibe 33 obras sobre papel cuyos temas son el retrato en plano medio, y algunas figuras seccionadas. Los títulos remiten a circunstancias intimistas relacionadas con estados de ánimo, pero el resultado no deja de ser meramente referencial.

Ante estos trabajos, es bueno volver a recordar que la calidad en el dibujo consiste en las nuevas connotaciones que la línea provoque y no necesariamente en la habilidad malabarística del ejecutante. Más aún si los elementos usados remiten a hechos reconocidos que se limitan a hacer memoria de argumentos re-vistos. Los incipientes símbolos que Aldunate incorpora, sus encuadres historicistas y el acabado correcto, no les impide ser superficiales y vacíos, más en una línea decorativista y locuaz, que en una dinamización del medio y la temática abordada.

Anselmo Carrera realizó su primera exhibición individual en 1979. En 1981 ganó el Premio en La Bienal de Cali con su trabajo Espejo con Personaje III, un dibujo neo-figurativo con tintas y acrílico sobre papel. En ésta, su primera muestra individual en Colombia, que ahora está arreglada en la Galería de la Cámara de Comercio, se aprecia el desarrollo de su argumentación y tratamientos.

Toda la serie muestra circunstancialmente un tronco de mujer, que sometida a variantes de posición, se dinamiza en los accidentes provocados y controlados con que Carrera ataca su argumento. Rociados, manchas, rayones, van acumulando una materia pastosa que se densifica y revela tanto emocionalidad como desparpajo.

Hay naturalmente una gran distancia entre la obra premiada en la Bienal del 81, hoy en la Colección del Museo La Tertulia, y sus trabajos actuales. Lo interesante es que sus realizaciones actuales usan la referencia formalista como mera circunstancia y se ha decidido por un ejercicio matérico, que no sólo robustece los elementos abordados --acrílico, tintas etc.-- sino el argumento que resulta gesticulante, dramático y eficazmente contestatario.

Anselmo Carrera se formó durante los años sesenta; desde 1974 participa en muestras colectivas. Su obra fue influida por el neo-figurativismo y de hecho lo era. Le tocó un síntoma actual que contagia las diversas actitudes: es lo que podría llamarse un revivir: con nostalgia consciente y manierismo inevitable. Hay presente en el trabajo de Carrera, tanto el chorreado del expresionismo abstracto como los gestos y emociones ungentes de la pintura sígnica, al tiempo que un neo-aprovechamiento de grafismos. Además de la pastosidad, mostruosismo y drama con que el grupo Cobra europeo patentó sus productos. Su eclecticismo sin disimulo lo tipifica como un pintor actual.

Lo interesante de ese tomar prestado en las distintas experiencias históricas es la dinámica que pueda producirse y al tiempo desmitificar los sucesos. Conservando al tiempo el ímpetu y tiranía del inmediato pasado, sin traicionar en decorativismos ni amaneramientos --como a menudo acontece-- unas razones plásticas revertidas en emociones prestadas. Esa circunstancia se da con Anselmo Carrera, de allí el interés de su trabajo que sabe sacarle partido tanto a las contradicciones como a los conflictos.--

Miguel González.