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UN No. 1 DESCONOCIDO

Colombia es el primer productor del mundo de libros animados

7 de abril de 1986

Dentro de la industria colombiana, hay pocos productos que tienen un reconocimiento internacional. Sin embargo, los libros animados producidos por Carvajal S.A. abarcan el 60% del mercado mundial, lo que ni siquiera es logrado por el café, nuestro producto bandera. Guillermo Holguin, el gerente de Mancol (filial de Carvajal S.A., en cargada de la producción y el mercadeo de estos libros), relata a SEMANA que todo empezo hace diecisiete años, cuando Manuel Carvajal; el presidente de la empresa, se interesó por buscar nuevos mercados en el exterior. Al darse cuenta que Colombia podía competir favorablemente, por sus ventajas comparativas de mano de obra, encontraron el producto ideal: los libros animados. Si multáneamente, Carvajal ofrecía la ventaja de poder imprimir los cuentos, a diferencia de muchos lugares en donde los pueden armar, pero no tienen los elementos para completar el proceso. Después de muchos esfuerzos, las grandes editoriales, como Random House, McGrow Hill y Hallmark, entre otras, aceptaron el riesgo. Actualmente, Mancol vende libros en 18 idiomas. Fuera de las lenguas más internacionales, imprime los cuentos en islandés, afrikaans, chino, sueco, finlandés, galés, danés, griego, hebreo y japonés. Se producen aproximadamente seis millones y medio de libros al año, los cuales se exportan a unos cincuenta paises, reservando 500 mil que Editorial Norma (otra filial de Carvajal S.A.) mercadea en América Latina.
En el mundo hay solamente dos grandes productores de libros animados o pop-ups, como se conocen en Europa y Estados Unidos: Carvajal S.A. y Tien Wah, una fábrica que queda en Singapur, la cual produce el otro 40%.
La filial Mancol tiene tres fábricas en el Cauca: en Popayán cuenta con quinientas empleadas, en Santander de Quilichao con 320 y en Tunía, la más reciente, con 80. Es decir, un total de novecientos empleados, de los cuales el 95% es personal femenino, debido a su destreza manual. Las tres fábricas están ubicadas en una de las zonas guerrilleras más conflictivas del país. Pero aquí "ni siquiera la sentimos", dice una de las empleadas. El último taller que montaron, en Tunía, contó con la colaboración de todo el pueblo, incluyendo al cura y al Alcalde, porque ello representa una posibilidad de trabajo única para las mujeres, quienes además de ganar un sueldo superior al mínimo, cuentan con toda clase de facilidades de la empresa. De otra parte, el gerente de Norma, Mario Ernesto Calero, explica: "Carvajal hizo varios estudios tanto en el Valle como en el Cauca, para encontrar dónde estaba el tipo de mujer más capacitada. Por eso escogió estos lugares para montar los talleres". El ambiente que se respira, fuera de la cola animal que impregna todo, es muy agradable. Las empleadas hacen su trabajo con entusiasmo y concentración. Una de ellas, Gloria Isabel Fernández, quien trabaja en el Departamento de Estudios Preliminares, declaró a SEMANA: "Yo entré a trabajar aquí en 1970, cuando tenía 19 años. Estoy muy contenta porque la empresa es buena y ofrece distintos servicios a los empleados, como el del centro educativo familiar, por ejemplo. Cuando sucedió el terremoto de Popayán, todos dimos un día de sueldo y a mí me dieron 21 mil pesos para arreglar mi casa, que no sufr¿ó daños mayores. Fuera de eso, la cooperativa les dio crédito a todos los trabajadores necesitados". SEMANA también conversó con otras cuatro empleadas, y la mayoría, fuera de que lleva trabajando en la compañía más de cinco años, está feliz con su labor. El trabajo allí es realmente impresionante, porque todas las etapas del proceso se hacen manualmente. Primero, las hojas impresas se colocan en un troquel cuyas cuchillas van delineando la figura de cada desprendible, luego estas planchas se meten a una máquina Bobst (la única máquina del proceso), la cual corta las figuras o las deja listas para plegar y, después, el material pasa a las mesas de ensamblaje. Las mujeres se ubican en mesas largas y trabajando en cadena recortan, arman los mecanismos, unen los cuadernillos y engoman los lomos. Es muy interesante ver cómo, en pocos minutos, queda un libro animado listo para empacar.
Porque el último paso es el del empaque, según el deseo del cliente, con o sin polietileno.
Antes de llegar a la realización concreta del libro, es necesario hacer m estudio preliminar. El cliente llega a Carvajal -y generalmente también va a Singapur-con un dumy, que equivale a la premaqueta del libro, para que le coticen costos. Comienza entonces un análisis que esta vez se hace en forma completamente manual: calcan el trazo, sacan las figuras y empiezan a armar, recortando cada pieza a mano antes de ensamblar. El proceso de análisis también comprende la verificación del funcionamiento de los mecanismos y detectar todos los problemas que éstos presenten.
Precisamente cuando SEMANA visitó la fábrica de Popayán, estaban supervisando la realización de unos libros, el inglés Barry Martell, quien es el gerente de producción de la casa editorial inglesa Methuen, y el holandés radicado en Londres hace casi veinte años, Ron van der Meer, diseñador de mecanismos, precisamente de los pop-ups. El primero vino a ver cómo iba el libro See You Later Alligator, del que mandó a hacer en Carvajal 40 mil ejemplares (20 mil para EE.UU. y los otros 20 mil para el Reino Unido), mientras que Van der Meer revisaba su libro de fotografía (sobre los mecanismos y funciones de la cámara fotográfica) y Snowman ("El hombre de la nieve"), del que se están haciendo 100 mil ejemplares para la editorial Hamilton Hamish. "Lo mejor que se puede hacer es dar a los adultos y a los niños la sensación de crear magia y esto se logra con los pop-ups, afirma Van der Meer.
En efecto, los libros animados que produce Carvajal S.A. son de pasta dura y bastante resistentes, puesto que son elaborados con cartulina esmaltada de 220 gm. por m2, material que debe ser importado. Tanto niños como adultos de todas las edades gozamos con ellos, porque son más un juguete que un simple libro. Están divididos en tres niveles, según las dificultades de sus mecanismos, que entre más complejos, se vuelven más didácticos. Hay uno, por ejemplo, sobre la historia de la aviación, que además de enseñarla, es muy visual, ya que se pueden observar las distintas avionetas y aviones que se han utilizado en la historia de la humanidad.
La idea del libro animado no es nueva. Según Van der Meer, el primero apareció en 1640 y su tema eran las razas del mundo. Pero, aunque después se hicieron intentos en el Japón, al concluir la Segunda Guerra Mundial, el costo de la mano de obra subió mucho en la mayoria de los paises, por lo que los pop-ups dejaron de ser fabricados. Hace 17 años la visión de Manuel Carvajal permitió que esta industria comenzara en Colombia. Sin embargo, hace un año y medio, el empresario Waldo Hunt, quien impulsó el negocio a partir de los años cincuenta, montó su propia fábrica, Intervisión, en México, y en tan corto tiempo, ya tiene 250 empleados.
Con el 60% del mercado mundial de los libros animados, Carvajal se ubica a la vanguardia de la industria colombiana y de los pop-ups en el siglo XX, como lo prueban las ventas de siete millones de dólares en el exterior, correspondientes a los seis y medio millones de libros que produce anualmente. --
Diana Lloreda ---