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Jackson Pollock murió en un accidente automovilístico cuando tenía apenas 44 años

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Un pintor de acción

Este mes se cumplen 50 años del fallecimiento de Jackson Pollock, figura emblemática del expresionismo abstracto.

26 de agosto de 2006

Al terminar la Segunda Guerra Mundial, en un granero cerca de Nueva York, un hombre tímido de Wyoming que había evitado el servicio militar gracias a una carta de su siquiatra, estaba a punto de cambiar la historia del arte. Su técnica consistía en acometer desde los cuatros costados un lienzo puesto en el piso y salpicarle pintura bien diluida con un palo. Estos goteos o drippings, que cautivaron en una exposición en la galería Betty Parsons, fueron el punto más alto al que había logrado llegar Jackson Pollock, "el pintor más impactante de su generación", según el influyente crítico Clement Greenberg.

¿Quién podría haber imaginado que una obra hecha de esa forma por un rudo fumador empedernido que tenía problemas con la bebida desde los 15 años, mal hablado, pendenciero, que pateaba perros en la calle y que maltrataba a las mujeres, iba a alcanzar en 2004 la cifra récord de 10 millones de dólares?

De no haber sido por sus 'pinturas de goteo' y por el apoyo de la también artista Lee Krasner, su esposa, que creyó en su talento desde que lo conoció, Pollock no habría llegado a ser tan importante. Gracias a él y a otros miembros del movimiento American Type Painting, Estados Unidos entraba a disputar con París la supremacía como centro mundial del arte.

Pollock creó lo que llamaría Action Painting, método en el que es más importante el proceso o acto de pintar que el contenido. Prefería trabajar sobre el piso, porque así se sentía como parte de la pintura y podía caminar alrededor de ella, dejándose llevar por un ritmo espontáneo para crear. "Esto es similar a lo que hacían los pintores rupestres indios del Oeste. Continúo alejándome de las herramientas usuales del pintor, tales como caballete, paleta, pinceles. Prefiero palos, cucharas, cuchillos y gotear pintura fluida o una densa pasta con arena, vidrio molido u otros materiales inusuales adicionados".

Paul Jackson Pollock había nacido en enero de 1912 en el pueblo vaquero de Cody. LeRoy McCoy Pollock, su padre, un granjero fracasado, había abandonado el hogar cuando aquél tenía nueve años. Su madre, Stella McClure, una mujer fuerte, muy autoritaria y capaz, quedó al frente de una familia de cinco hijos en medio de la más absoluta pobreza.

A los 11 años, durante una visita a una reserva indígena en Arizona, Jackson, que ya era un lector regular de revistas de arte, quedó fascinado con las danzas ceremoniales y con los rituales de pintura en la arena de los aborígenes. Y, pese a que era consciente de que no tenía talento para ser dibujante, se convenció de que iba a convertirse en un gran artista.

En el otoño de 1930 arribó a Nueva York, en donde estudió en la escuela de arte de Thomas Benton. Entró en contacto con el trabajo de los muralistas mexicanos José Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros y pensó en hacer obras de gran formato. En un comienzo, sus pinturas siguieron el estilo regionalista y figurativo de su maestro hasta que la obra cubista de Picasso le descubrió un nuevo horizonte.

Estaba convencido de que las pinturas de caballete iban a desaparecer y que la tendencia moderna iba hacia el cuadro mural. Creaba dejándose llevar por un ritmo espontáneo, sin miedo de hacer cambios, de destruir la imagen, porque toda pintura tiene una vida propia.

A finales de dicha década inició un tratamiento siquiátrico. Aunque la terapia no tuvo éxito, le fue útil para conocer los conceptos de Jung sobre el inconsciente, la subjetividad y el simbolismo, los cuales aplicó en su obra.

Al comienzo lo catalogaron como surrealista. Vendía poco pero la marchanta y galerista Peggy Guggenheim le contrató con un sueldo básico de 150 dólares por mes y 60 por ciento del valor sobre las ventas. Además, le encargó un 'mural portátil' en el que ya se vislumbraba su tránsito hacia lo abstracto, hacia el all-over, creaciones en las que líneas enmarañadas y manchas de color recubren la superficie en ausencia de una composición centrada.

En noviembre de 1945 la situación económica de los Pollock no era buena. Decidieron mudarse a una casa sin calefacción en Long Island, en un ambiente campestre donde Pollock, en el granero que había transformado en taller y con base en las técnicas de la escritura automática, inventaría el drip painting o goteo espontáneo. "Lo que había que plasmar en el lienzo no era una imagen sino un suceso", como dijo el crítico Harold Rosenberg.

Dejó de beber y salió a relucir un Pollock sensible, simpático y amable. Sus colores se hicieron más brillantes, sus composiciones se diversificaron, sus imágenes reflejaron una nueva respuesta a la naturaleza. "En el arte moderno los pintores no tienen que buscar un tema por fuera de sí mismos. Trabajan a partir de su interior, explicaba. La técnica es lo que me permite expresarme. Cuando pinto tengo una idea general de lo que voy a hacer. Puedo controlar el flujo de la pintura. No es algo casual".

En 1949, la revista Life, preguntó: "¿Es Jackson Pollock el artista vivo más importante de Estados Unidos?" La fama le atraía, pero debido a su carácter introvertido y taciturno, sintió demasiada presión. No sabía cómo manejar tanta popularidad y volvió a caer en la bebida. Mientras conocía la gloria y el éxito, acrecentados por la difusión de la imagen mítica del cowboy artista del Far West que conquistó Nueva York, su dedicación se fue apagando. Una serie de fríos lienzos en blanco y negro parece recordar la época en que solía pasar la noche inconsciente en la calle, cerca de un bar.

Al tiempo que retomaba el colorido intenso y aumentaban sus ingresos, Pollock se iba hundiendo en su adicción al alcohol. Su esposa, hastiada de los conflictos conyugales, se marchó a Europa, mientras él se refugió en los brazos de Ruth Kligman.

En París, la mañana del 12 de agosto de 1956, Lee Krasner recibió una llamada de larga distancia: como si estuviese apostando carreras con el fantasma de James Dean, muerto un año atrás en un choque automovilístico, Pollock había dejado caer la gota que rebosa la copa. La noche anterior, borracho, había querido desahogar toda su frustración acelerando a fondo su coche convertible. Perdió el control, se salió de la vía y murió al instante.