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UN VAQUERO EN LA GUERRA

Alrededor de la vida de David, un joven obsesionado por las películas de vaqueros, el director canadiense Max Fischer plasma los horrores de la Segunda Guerra.

22 de noviembre de 1982

El cine canadiense es muy poco conocido en nuestro medio. Algunas películas animadas de Norman McLaren son quizás las más cercanas. Sin embargo, directores como Pierre Harel, Harry Rasky, Micheline Lanctot, Donald Shebib o Gilles Carle, para sólo nombrar algunos, son totalmente desconocidos para la gran mayoría del público de nuestro país. Max Fischer, director de "La Estrella de David", es otro de estos ignorados directores, aunque su trayectoria en el cine tenga más de veinte años. En 1962 dirigió su primer largometraje "Of Men and Mind".
Basándose en una historia de Roland Topor, Fischer dirigió el año pasado "The Lucky Star", pelicula en la que cuenta la última aventura vivida por David, un adolescente perteneciente a una familia judía holandesa, durante la ocupación alemana en 1940.
David va a cine todos los días, pero no a cualquier tipo de películas. Es el western lo que lo atrae, en forma tal que ya sólo sueña con llegar a ser un "Sheriff" y luchar contra los bandidos. Sus héroes son Jesse James y Hopalong Cassidy. Con sus ahorros y algún dinero que roba de la tienda de su padre, compra un viejo "Colt" que se ha convertido en su más grande obsesión desde que lo vio colgado para la venta en una vitrina de Amsterdam.
Todas las noches juega con el revólver sobre los tejados cercanos a su habitación. Desde allí le dispara a pillos imaginarios, enfunda y desenfunda con gran habilidad y realiza duelos contra los más rápidos del oeste. En esas está cuando llegan los alemanes con el propósito de "reubicar" a las familias judías. Su padre y su madre son detenidos. La guerra sólo está comenzando.
David, quien no ha sido detenido milagrosamente, se siente aturdido por lo ocurrido y decide viajar hacia el campo. Llega hasta un pequeño poblado donde la persona más relevante es el alcalde, quien ha recibido órdenes, por parte de los alemanes, de informar sobre cualquier judío que se encuentre en su jurisdicción.
Pronto, David pone en marcha un plan que lo llevará a capturar a un general nazi. La simplicidad e intensidad con que realiza su acción están marcadas por lo que ha visto en las películas del oeste. Apenas se percata de lo arriesgado y complejo de los acontecimientos. Para él, sólo existe el código moral y justiciero que ha visto en las pantallas. El, que cree que ha sido nombrado sheriff del pueblo cuando el alcalde le coloca la estrella de David en el pecho para señalarlo como un judío, piensa que su misión es limpiar a la región de los bandidos que la asolan, en este caso de los alemanes.
Inesperadamente el general alemán entra también en la lógica del juego. Se siente prisionero y empieza a sentir simpatía por David, pues según sus palabras "también yo tuve trece años". Sin embargo, sabe de antemano que el juego no tendrá un final feliz. Pronto será encontrado por los organismos secretos del ejército.
Alrededor de la historia de David el muchacho influenciado por las películas de vaqueros, el director ha ido reconstruyendo en forma poética los momentos de barbarie que vivió Europa durante la dominación fascista. Más allá de la anécdota que nos narra se encuentran plasmados, con gran sensibilidad, los sentimientos de impotencia de los habitantes frente al invasor, la complicidad de algunos de ellos, la angustia por la persecución, la solidaridad anónima, en fin, las vivencias de los años de la ocupación.
Max Fischer ha realizado un buen trabajo. Es una película sólidamente construida, con un hilo narrativo bien estructurado, bien interpretada, con personajes convincentes y una excelente fotografía, obra de Frank Tiddy.
Rafael Parra