Home

Deportes

Artículo

CRIOLLOS A LA COPA

Los técnicos nacionales se impusieron en el octogonal de fútbol y derrumbaron el mito de los entrenadores estrellas venidos del Río de la Plata.

14 de enero de 1985

Al cierre de esta edición de SEMANA era imposible anticipar al campeón del fútbol colombiano de 1984. Un cuarto de punto separaba a Millonarios del América cuando faltaba todavía la última fecha. Millonarios y América, fijos para disputar la Copa Libertadores de América, dependían todavía de los decepcionantes Junior y Nacional. Pero cualquiera que haya sido el desenlace de este torneo, es necesario resaltar la labor cumplida por los técnicos Jorge Luis Pinto de Millonarios, Gabriel Ochoa Uribe del América y Germán "Cuca" Aceros del Bucaramanga. Estos tres técnicos colombianos armaron sus equipos y lograron inscribirlos en las casillas de honor. Hacía mucho tiempo que esto no ocurría. Exceptuando a Ochoa, especialista en lograr títulos desde finales de los años cincuenta, los nombres ganadores solían ser apellidos foráneos: Bilardo, Varacka, Hormazábal, Soiari, Pastoriza, quienes dedicaban sus éxitos a la fanaticada del respectivo equipo con acento rioplatense. Este año el único "che" que tiene de qué ufanarse es Gottardi, el goleador del Santa Fe y del año a pesar de no haber jugado los catorce partidos del octogonal.
Pinto Ochoa y "Cuca" Aceros han sido los grandes triunfadores de 1984. El primero logró poner a Millonarios a las puertas de un título, cosa que no ocurría desde 1978. Ochoa supo mantener la continuidad de un trabajo que este mes de diciembre cumple seis años. Y Germán Aceros armó al equipo sorpresa del año.

MILLONARIOS A GANAR
Hacía muchos años que Millonarios no lograba un carisma como el que ahora tiene entre sus hinchas. Asistencias y taquillas récord durante el octogonal reflejan la alegría de un público que vibra con un equipo que gana y juega bien al fútbol. Esto, unido a una formidable campaña publicitaria, ha resucitado el fenómeno de Millonarios.
Los tiempos de Juan Martín Mujica forman parte de un triste pasado que ningún hincha quiere recordar. El trabajo de Jorge Luis Pinto ha dado como resultado un equipo casi que inexpugnable en la defensa, muy sólido en el medio campo y rápido y contundente cuando se lanza al ataque. La experiencia de José Daniel Van Tuyne le dio gran seguridad al resto del plantel y con base en las virtudes de la línea defensiva, Pinto conformó un equipo práctico y efectivo, que se lució ante su gran rival y "padre" en los últimos tiempos, el América. Dos excelentes presentaciones en Bogotá y Cali ante el equipo de Ochoa ratifica ron el gran momento que pasan jugadores como Iguarán, Peluffo y Córdoba. En plazas tan difíciles como Bucaramanga e Ibagué, Millonarios mostró su otra cara, la del equipo disciplinado a lo largo de 90 minutos de fútbol poco vistoso, en los que el rival se resigna al empate. En Santa Marta, otra plaza difícil, Millonarios logró dos puntos de oro que lo acercaron más que nunca al título. Aquella victoria fue la que comenzó a apagar los cantos de victoria que el América anticipaba desde la mitad del octogonal. Millonarios, salvo su primer partido ante Nacional y su empate en Bogotá ante el Medellín, fue un equipo versátil, muy peligroso y capaz de afrontar con éxito a rivales que frenaron a otros grandes.

AMERICA, O LA IMPORTANCIA DE LA BONIFICACION
Cuando se inició el octogonal, la mayoría de los comentaristas deportivos del país sostenían que la bonificación de dos puntos que había logrado el América era casi que suficiente para asegurar el título del América. En la primera vuelta América sólo perdió en Bogotá ante Millonarios. Sacó empates como visitante y ganó de local, la media inglesa casi que perfecta. Pero en la segunda vuelta se encontró con un Millonarios agresivo que le arrebató un punto en Cali, con un Tolima que lo venció en Ibagué y para colmo, empataba a cero goles ante el Magdalena en el Pascual Guerrero. Este bajón le costó al América mantenerse en el primer lugar y la famosa bonificación, que al principio le sirvió para sentirse sobrado de lote, en la segunda vuelta fue la tabla de salvación que impidió el hundimiento definitivo del equipo a lugares intermedios. Para rescatar de este América confundido de la segunda vuelta, el triunfo en Bucaramanga, que impidió que Millonarios diera la vuelta olímpica en el Campín. Sin Willington Ortiz, América acabó dependiendo de los goles salvadores de sus defensas Puche González y Pimentel, curiosamente jugadores de Millonarios a préstamo este año. América fue, sin embargo, el mejor equipo a lo largo del año, resultado obvio del trabajo serio y continuado de Gabriel Ochoa.

BUCARAMANGA, EL PRIMER EQUIPO SORPRESA
Cuando se habla del Bucaramanga hay que tener en cuenta que éste es un equipo chico, con todas las limitaciones que implica su condición: nómina reducida, estadio pequeño que no le permite recaudaciones muy altas y por lo tanto un presupesto que no le permite contar con jugadores de gran cartel. Por eso, lo hecho este año por el Bucaramanga es más que meritorio. Un equipo casi que invencible en su patio y que de visitante salia a arriesgarlo todo en el ataque. De ahí la gran cantidad de goles que logró este año, repartido entre "el pirata" Ferrer, el "negro" Miguel Oswaldo González, Díaz y Sossa. Bucaramanga mostró un fútbol honesto con el público que paga por ver un espectáculo. Sacó a relucir la garra santandereana y fue el primer equipo del octogonal que irrespetó como visitante a uno de los grandes.
La campaña del Bucaramanga, en términos numéricos, fue irregular.
Espectacular victoria en Medellín ante Nacional, decepcionante empate ante el Magdalena en Bucaramanga, gran partido ante Millonarios en Bogotá, inexplicable derrota ante el América como local. Pero el equipo de Germán Aceros nunca dio su brazo a torcer y siempre ganó, empató o perdió buscando ante todo la victoria y practicando un fútbol vistoso.

RETAT Y OSORIO, LOS COLOMBIANOS QUE NO PUDIERON
Dos técnicos colombianos fracasaron en este octogonal Gilberto Osorio del Nacional y Eduardo Retat del Madgalena se resignaron a ver sus equipos en la cola de la tabla. Lo del Magdalena se explica. Fue un equipo que entró al octogonal a última hora, más por los desaciertos del Santa Fe que por méritos propios. Al Magdalena le queda la satisfacción de haberle dañado el caminado al América y al Bucaramanga. De resto, fue un equipo ultradefensivo, practicante de un antifútbol que a veces sirve para sacar empates pero nada más. Lo que nadie se explica fue la debacle del Nacional. Para algunos comentaristas fue la racha de lesiones la que acabó con el equipo. Sin embargo, la opinión más generalizada fue que Osorio perdió autoridad ante sus jugadores y éstos no cumplieron en la cancha sus órdenes. Gilberto Osorio, quien logró resonantes campañas al frente del Pereira, no pudo manejar a las superestrellas del Nacional.
El octogonal de 1984, además de dar un campeón imposible de señalar a la hora del cierre de esta edición, fue el de los técnicos colombianos. Tres triunfaron y dos fracasaron, tres cumplieron de sobra ante la afición de sus ciudades y dejaron muy en claro que Colombia, tierra fértil que produce innumerables teóricos del fútbol, ya sean periodistas o simples aficionados de café, es un país, propicio para que surja una escuela de técnicos capaces. Este año no sólo se habló de Ochoa. Se habló también de Jorge Luis Pinto y de Germán Aceros, para bien del fútbol colombiano.