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| Foto: AP

MUNDIAL SUDÁFRICA 2010

El hombre que se hizo rico con las vuvuzelas

Si el defensor Neil Van Schalkwyk no hubiera marcado un gol con el equipo juvenil Santos de Ciudad del Cabo hace 15 años, quizás las vuvuzelas no estarían en el Mundial.

RAF CASERT
19 de junio de 2010

Entre la celebración del público ese día, de pronto vio una larga trompeta de lata artesanal que sonaba y de ahí le vino la idea.

"Ese momento se me clavó en la mente", dijo Van Schalkwyk, quien se denomina como el innovador de la trompeta local que es adorada por los sudafricanos y que ha traído una avalancha de quejas de televidentes alrededor del mundo.

Van Schalwyk se metió a una fábrica de plásticos a buscar cómo producir una trompeta similar a la que vio.

"No dormí en muchas noches", dijo Van Schalkwyk, de 37 años. "Ahora me disculpo con todos los turistas que no están pudiendo dormir", por el sonido de las trompetas que pueden escucharse en las noches en Ciudad del Cabo.

Por ahora, miles de vuvuzelas se venden con un par de tapones para los oídos incluidos.
Comenzó con 500 trompetas en el 2001 y un año después despuntó cuando una compañía le compró 20.000 para una promoción.

No pudo registrar la trompeta como una marca en sí, "porque una trompeta es una trompeta y ha existido en el mundo por siglos", dijo. Así que su empresa Masincedane Sport registró el nombre "vuvuzela", lo cual define como "rociarte o bañarte de ruido".

Ahora hay rusos y brasileños tocando a su puerta para hacer tratos de vender las "vuvuzelas" genuinas en esos países.

"Sucedió hace unos pocos días y parece que la vuvuzela va a llegar hasta Rusia", dijo.

Mediante la empresa alemana Urbas-Kehrberg, Van Schalkwyk obtiene un porcentaje de las ventas en la Unión Europea.

Las trompetas se han vuelto un fenómeno mundial. Hay videos de ellas en YouTube y aparecieron en el Fenway Park de Boston, subiéndole decibeles a un juego de béisbol entre los Medias Rojas y los Diamondbacks.

Pero hay muchos que detestan el estruendo que producen. En Francia, un canal de televisión ofrece los partidos sin el ruido de las vuvuzelas, el cual han suprimido de forma digital.

Los jugadores critican el ruido porque no les permite escucharse entre sí cuando están en la cancha ni las instrucciones de su técnico en la banca. Pero entre sus connotados defensores están el presidente de la FIFA Joseph Blatter y el premio Nobel de la Paz Desmont Tutu, que los consideran elementos característicos de la cultura africana.

Mientras tanto, la compañía tiene a 100 trabajadores durante el Mundial. Y de los siete millones de dólares facturados durante la última década, la mitad los ha tenido en el último año.

Con vuvuzelas que cuestan desde cinco dólares, miles de aficionados seguramente regresarán a casa con alguna en sus maletas desde Sudáfrica.