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EN ENTREDICHO EL FORO NORTE-SUR

En la recta final, la asamblea de la UNCTAD amenaza con terminar como empezó.

25 de julio de 1983

Se viene realizando en Belgrado, capital de Yugoslavia, la sexta conferencia de las Naciones Unidas sobre comercio y desarrollo (UNCTAD), donde participan 166 países que empezaron deliberaciones el 6 de junio y terminarán el 30 del presente mes.
La reunión se desarrolla en un momento crucial, ya que recientemente los países más poderosos se encontraron en Williamsburg, en la búsqueda de un plan de acción conjunto para enfrentar la recesión mundial, que constituye también el objetivo de Belgrado.
En la instalación de la asamblea el secretario general, Germani Correa, observó que la cumbre era una ocasión para colocar a la economía del mundo, y en particular a la del Tercer Mundo, en una nueva vía. Por eso pidió a las naciones industrializadas una política de reducción de las tasas de interés, estabilidad cambiaria, desmantelamiento de las restricciones arancelarias existentes, modificaciones favorables en los precios de las materias primas y renegociación de la deuda externa.
El presidente argentino, Reinaldo Bignone, presentó el documento del "Grupo de los 77", denominado "la plataforma de Buenos Aires", que en opinión de las delegaciones es un hito histórico, ya que por primera vez los países en vías de desarrollo presentan una proposición unificada en este evento.
El documento recalca la urgencia de un programa concertado para reactivar la economía y asegurar el crecimiento de las naciones del Tercer Mundo y afirma que las actuales reglas del comercio internacional no son las más adecuadas ni las más equitativas; también formula demandas concretas, como por ejemplo que "los países desarrollados deben abstenerse de imponer nuevas restricciones u otras medidas proteccionistas contra las exportaciones de los países en desarrollo, y de tomar decisiones unilaterales que perjudiquen el comercio de estas naciones". En el mismo sentido intervinieron los representantes latinoamericanos, africanos y asiáticos, quienes enfatizaron la necesidad de un nuevo orden económico internacional para solucionar los desajustes de la balanza de pagos y de la balanza comercial.
La delegación colombiana, presidida por el canciller Rodrigo Lloreda Caicedo, criticó en su intervención la declaración de Williamsburg, calificándola de "minidecisiones desconcertantes" y planteó que sólo un gran acuerdo mundial permitirá salir del desorden económico y social.
LA RESPUESTA NORTEAMERICANA
La delegación norteamericana, dirigida por el Secretario de Estado Adjunto Kenneth Dan, difundió las tesis del presidente Ronald Reagan, sostenidas recientemente en la cumbre de los siete grandes de Virginia, con lo cual sorprendió a los asistentes que no esperaban planteamientos tan rígidos.
El discurso del Secretario Adjunto se centró en intentar convencer al auditorio de las virtudes del libre mercado, en el sentido de que si Estados Unidos reactiva su economía el resto del mundo se beneficiará de ello, y afirmó que la propuesta sobre los precios planteada por el "Grupo de los 77" no era conducente, además de que la modificación de los criterios del Fondo Monetario Internacional para la renegociación de la deuda eran inconvenientes y desestabilizadores.
El planteamiento norteamericano fue reafirmado por el director ejecutivo de dicho organismo, Jacques De Larosiere, quien además sostuvo que los argumentos de la "plataforma" eran equivocados.
Después de la intervención de la totalidad de las naciones representadas, la asamblea de la UNCTAD entró en la recta final, que fue calificada por los expertos internacionales como una fase de negociaciones para la búsqueda afanosa de fórmulas de convergencia, intentando evitar un fracaso estruendo de este gran foro Norte-Sur, porque hasta donde van las cosas, lo discutido en Belgrado sólo amplía la tradicional brecha entre las naciones ricas y las naciones pobres.