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Billetes cien mil pesos y cincuenta mil pesos colombianos
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Billetes cien mil pesos y cincuenta mil pesos colombianos Foto Guillermo Torres Reina / Semana | Foto: GUILLERMO TORRES REINA

FINANZAS

Tendencias en finanzas sostenibles para acompañar en 2021 - parte 2

Además de las tendencias apuntadas para los instrumentos financieros, existen también aquellas para el abordaje en finanzas sostenibles.

30 de abril de 2021

La incorporación de estos temas en políticas, prácticas y decisiones de inversión será cada vez más demandada. En el primer artículo de esta serie sobre tendencias en finanzas sostenibles para 2021, hablamos de dos instrumentos financieros que deben seguir ganando tracción este año. En el presente artículo discutiremos prácticas en finanzas sostenibles que serán prioridad en las instituciones más avanzadas en el tema.

Evaluación de impacto

En primer lugar, es importante recordar que inversión responsable (IR), inversión de impacto (II) y filantropía son temas distintos. Asimismo, la II es viable en diferentes clases de activos: renta fija, variable, private equity, entre otras. Este tipo de inversión creció de US$50 billones en 2010 a US$715 en 2020.

Sin embargo, su participación en el total de las inversiones mundiales (~1 %) se mantuvo igual, además de estar concentrada en pocos mercados, como EE. UU. y Europa. Por otro lado, su crecimiento absoluto y consolidación de la proporción frente al total de las inversiones es alentador, considerando el enorme avance de los mercados de capitales en los últimos años.

Lo que se observa es que la II viene sofisticándose. Hay más investigaciones y profesionales dedicados al impacto, una mayor exigencia por retorno financiero y transparencia sobre el impacto generado y los resultados financieros para las II.

En paralelo, los inversionistas utilizan con más frecuencia marcos analíticos internacionalmente reconocidos para la medición de impacto, tales como Impact Management Project, IRIS+ y GIIRS. Es un avance frente a la práctica de mantener sistemas internos de medición, que eran mayoritariamente utilizados hace 10 años.

La transparencia es otro factor relevante. La preocupación con el green/social washing viene aumentando. Hay una demanda clara de mejora de la transparencia para la comparación de desempeño con sus pares. Sin embargo, este último punto aún necesita avances y representa una oportunidad en el mercado, así como la revisión independiente de estas cifras.

Un punto interesante sobre la medición de impacto es que puede ser utilizada para todos los tipos de inversiones. Así, inversionistas pueden entender sus impactos ambientales y sociales –intencionales o no–, e identificar los activos con mayores impactos positivos y ajustar sus portafolios.

De hecho, esto ya viene ocurriendo. Los bonos sostenibles son un ejemplo, dado que sus frameworks deben contener indicadores de impacto. Las instituciones financieras de desarrollo también exigen un reporte de impacto para sus inversiones. Esto influencia para que los desarrolladores de proyectos y bancos financiadores de los activos subyacentes a estas inversiones también avancen con la medición y reporte del impacto.

Latinoamérica y el Caribe (LAC) concentran el 12 % de los activos de II, un porcentaje superior a su participación en el total de inversiones. Siendo una de las regiones con más retos ambientales y sociales, la necesidad de la II es enorme. Asimismo, LAC presenta cifras elevadas de crecimiento en II y, dado el contexto que vivimos, la expectativa es que avance aún más.

Estrategia climática

Las “finanzas climáticas” es otro término que genera confusión. Comúnmente es utilizado como sinónimo de finanzas verdes o incluso sostenibles. Es importante aclarar que las finanzas climáticas son aquellas que se refieren exclusivamente a las iniciativas para mitigación de las causas del cambio climático y adaptación a sus consecuencias.

Las finanzas verdes, además de la cuestión climática, cubren también otros temas ambientales, como la biodiversidad. Por su vez, las finanzas sostenibles tratan también de temas sociales y su retroalimentación con el medioambiente y la economía.

Es importante resaltar que el tema clima puede servir como una metonimia para los retos ambientales y sociales que enfrenta la humanidad. Eso debido a la amplitud de la crisis climática y sus consecuencias: reducción de la productividad agrícola, impactos físicos en viviendas, entre otras, hasta nuevas pandemias.

Por eso, no sorprende que el clima sea considerado unos de los temas críticos para el mercado financiero. Varias regulaciones vienen siendo diseñadas para que sus actores consideren los riesgos y oportunidades climáticas en sus políticas, prácticas y decisiones de inversión. Recientemente, la Superintendencia Financiera de Colombia emitió una circular en este sentido.

Asimismo, hay otras iniciativas relevantes. El Task Force on Climate-Related Financial Disclosures (TCFD), creado a partir de la demanda de ministros y bancos centrales del G-20, en conjunto con el Financial Stability Board (FSB), es un destaque. La iniciativa tiene amplia aceptación por parte de bancos, aseguradoras, empresas y otros agentes de mercado en el mundo.

El TCFD establece recomendaciones para la incorporación del tema clima en la estructura de gobierno corporativo, estrategia, gestión de riesgo y métricas y objetivos de instituciones financieras y no financieras. Sus recomendaciones también vienen siendo incorporadas por la ya citada regulación formal, como en los casos de la Unión Europea y Brasil.

No obstante, la descarbonización de portafolios de inversionistas, creación de líneas verdes para proyectos climáticos y emisión de bonos verdes son algunos movimientos relevantes en los últimos años. Con el avance de las discusiones climáticas en el mundo, deben ganar aún más fuerza en este y los próximos años.

Consolidación del tema

Entre los nuevos instrumentos financieros y abordajes para integrar los temas ambientales y sociales, existe un hecho concreto: las finanzas sostenibles y sus diferentes dimensiones ya son un punto crítico para los diferentes actores de mercado. Más que enfocarse en la emisión de un bono o tener una metodología de impacto, es esperado que las diferentes instituciones tengan políticas y estrategias formales en el tema.

Adicionalmente, tales políticas y estrategias deben convertirse en acciones prácticas y estar integradas a otras políticas y estrategias institucionales, retroalimentándose con otras iniciativas con enfoque comercial. Asimismo, se debe contar con metas significativas, alcanzables y medibles, a nivel ejecutivo y operativo, y sus avances deben ser mensurados y transparentados.

Como mencionado en el inicio de esta serie de artículos, 2020 fue el año de las finanzas sostenibles. Sin embargo, los años a seguir consolidarán esta tendencia.

Por Fred Seifert

* Jefe de operaciones LAC de SITAWI Finanzas para el Bien