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Fintech: El capitalismo en los dedos del “Pueblo”

Las redes sociales permiten a cualquier persona expresar su opinión libremente, lo cual ha traído casos de estudio positivos y negativos para el bienestar común de una o muchas sociedades.

5 de febrero de 2021

Tal como lo explica Moises Naím en su famoso libro Power, de principios de la década pasada, las redes sociales permiten a cualquier persona tener acceso al poder, pero también facilitan que este lo pierda en un periodo de tiempo corto.

Uno de estos casos extremos ocurrió en Libia, donde el pueblo logró liberarse del dictador Muammar Gaddafi cuando la resistencia compartió con sus aliados, en la llamada cruzada por la libertad, las coordenadas del dictador usando Twitter. Esto parece increíble, pero la persona que compartió dicha información lo comentó de forma tranquila en uno de los programas de cocina de Anthony Bourdain.

En casos recientes, el uso de redes sociales ha permitido a Estados Unidos tener un presidente bien intencionado y después un presidente mal intencionado, confirmando la teoría del profesor Naím.

Desde mi punto de vista, los casos con consecuencias desafortunadas son ampliamente superados por aquellos eventos donde el uso de redes sociales y de la tecnología han tenido un impacto positivo para el desarrollo de las comunidades, construyendo prosperidad, generando fuentes de empleo e incrementando la calidad y el acceso a la educación.

De esta manera, la economía ha sido testigo de nuevas tendencias orientadas a compartir activos y servicios, que han llevado a la transformación de como la de la hotelería y el turismo, democratizando el acceso a estos servicios y empoderando a la gente del común en la tarea de emprender con pocos recursos en un sector tradicionalmente conocido por cuantiosas inversiones de capital. Hoy, en plena pandemia, es evidente que las grandes cadenas hoteleras bajo el rígido modelo de operar vastos activos perdieron flexibilidad, la cual si tienen pequeños operadores que están rentando propiedades por medio de plataformas tecnológicas y redes sociales.

Adicionalmente, la industria del transporte ha permitido que el “Pueblo” pueda prestar un mejor servicio a cualquier persona sin tener que pagar cupos para operar, ni tener que seguir los lineamientos de una industria con acciones oligopólicas. Si bien ha sido este modelo criticado y prohibido en países como Colombia, tal como lo dice Adam Smith, la mano invisible termina resolviendo la ineficiencia del mercado, dado que el “Pueblo” demanda productos y las plusvalías son incentivos que el “Pueblo” no deja de reconocer, por más que algunos pocos se opongan a perder el poder que tienen.

Pero si bien, estos ejemplos son lo más cercanos al empoderamiento del “Pueblo” para ser una parte activa en el capitalismo, este nunca había tenido una presentación de poder tan grande como la vista recientemente por inversionistas independientes y de pequeños ahorros en plataformas de inversión.

El fundamento de las fintech es la construcción de compañías que prestan servicios financieros bajo una gran base tecnológica que les permite dejar de lado acciones oligopólicas para empoderar al “Pueblo” utilizando estos servicios financieros en su beneficio, con menores costos, con mejores productos y con la capacidad de alcanzar mercados globales, sin limitarse a una jurisdicción específica.

Hoy son bien conocidas compañías en el segmento de pagos que permiten a personas tener una cuenta, hacer transferencias y tener acceso a crédito de forma rápida, sin costos y con mejores tasas de interés. Si bien, este nicho del sistema financiero es el más desarrollado, tal como lo sustenta la firma consultora 11FS, hoy solamente se ha desarrollado el 1% del potencial que tiene fintech en todo el universo del Sistema Financiero.

Una actividad que no ha sido desarrollada al nivel que ha vivido el segmento de pagos, es la de inversiones, porque existen menos usuarios educados en cómo manejar sus finanzas y muchos quisieran que otros las manejaran. No obstante, este comportamiento está cambiando ya que los millennials y generación Z son la población de mayor educación en la historia, más independientes y hacen uso constante de los dispositivos digitales.

En este segmento, existe una empresa llamada Robinhood que opera como plataforma de inversión en activos financieros, reemplazando las actividades de una comisionista de bolsa. Esta fintech tiene como slogan “Todos Somos Inversionistas” y se enfoca en democratizar las inversiones para el “Pueblo”, permitiendo hacer transacciones de cualquier activo, con bajos montos y a bajo costo.

Lo interesante es que recientemente un grupo de pequeños inversionistas se ha coordinado por medio de redes sociales, al mejor estilo de la resistencia en Libia, para enfrentarse a los grandes fondos de inversión que basados en estrategias de inversión cuantitativa y el uso de derivados, mueven grandes volúmenes de dinero para tomar posiciones que otros (sin tanta capacidad analítica y/o educación) no han identificado.

Estos pequeños inversionistas, que podríamos denominar como el “Pueblo” para nuestra analogía, hoy no carecen de capacidad analítica y/o educación, son tan capaces como los empleados de un gran fondo de inversión y por esto, se han organizado para invertir, a través de Robinhood, billones de dólares en posiciones contrarias a las de los grandes fondos de inversión, haciendo que estos últimos pierdan dinero, al tener que salir de sus posiciones.

Este movimiento tiene tanto impacto, que la capacidad de Robinhood para soportar este nivel de transacciones y del monto que ellas consolidan se ha visto comprometida, generando penalizaciones por parte del regulador del mercado de valores de Estados Unidos hacia la compañía. Por lo cual, Robinhood ha tenido que realizar una ronda de inversión inesperada para poder cumplir su propósito: que todos seamos inversionistas, sin importar nuestro apellido o el monto de los recursos disponibles para invertir.

Si bien, esta historia tiene mucho de populismo, y he intentado escribirlo así para demostrar este punto, lo importante no es si el pequeño le gana al grande, lo importante es que seamos conscientes del momento de transformación que las Fintech están generando en el sistema financiero, al igual que las redes sociales amplían el desarrollo y la economía colaborativa de una sociedad que cada día requiere menos líderes políticos populistas para ser más justa, menos oligopolios liderando el sistema financiero para tener mejores productos y empodera a una sociedad que puede convertirse en un conjunto de personas más educadas y autónomas en el manejo de sus ahorros.

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