| Foto: Cortesía Alcaldía de Rionegro

EDUCACIÓN

El pacto por la educación en Medellín

Medellín fue reconocida por la Unesco como la primera Ciudad del Aprendizaje en Colombia. El profesor Julián de Zubiría reflexiona sobre la nominación y los retos que se derivan para la ciudad y para el país.

12 de diciembre de 2017

Medellín llegó a ser considerada una de las ciudades más violentas del mundo. El momento más crítico se alcanzó en 1991. Era la época en la que Pablo Escobar ofrecía 2 millones de pesos por un policía muerto y en la que César Gaviria, expresidente de la República, estima que el capo mandó matar 400 policías solo en el mes de enero de 1990. Escobar se entregó el 8 de mayo de 1991 y fue detenido en la cárcel de Envigado, conocida popularmente como la “Catedral”, por los lujos con los que él mismo quiso adornar su “prisión”. Para aquel momento, el número de homicidios por cada 100.000 habitantes era de 369. Hoy dicha cifra ha bajado a 19,2. Por ello, desde hace mucho, Medellín no está en la lista de las ciudades más violentas ni de Colombia ni del mundo. Es un logro gigantesco en tan solo 26 años.

Hoy Medellín sobresale por otras cosas y es de una de ellas que vamos a hablar en estas líneas. Se trata del gran pacto que se viene realizando en la ciudad en los últimos años entre la alcaldía, el sector empresarial, las universidades públicas y privadas, los principales colegios de la ciudad, el Parque Explora, el Centro de formación de docentes MOBA y medios de comunicación tan importantes como El Colombiano y El Mundo. Se trata de la Alianza más importante que se haya realizado en el país con el propósito de garantizar el derecho y la mejora en la calidad de la educación. Prácticamente están todos los que deben estar en un Pacto por la educación, por lo que es un verdadero ejemplo para el país, convertido ya en referente de otras ciudades como Cali y Manizales que avanzan un poco más lentamente.

El Pacto ya dio su primer fruto de talla internacional: Medellín ha sido nombrada como la primera Ciudad del aprendizaje de Colombia y la catorceava de América Latina. Esta es una iniciativa de la UNESCO que busca impulsar los Objetivos de Desarrollo Sostenible previstos para el 2030, entre los cuales, se enfatiza en la necesidad de “asegurar la calidad y la pertinencia educativa y de promover oportunidades de aprendizaje para todos” (Objetivo No. 4). Para lograrlo, la entidad internacional busca comprometer a los habitantes de una ciudad y al Estado a trabajar por garantizar educación inclusiva, aprendizaje para toda la vida y el uso de los más variados y diversos escenarios posibles como los parques, el transporte público, el hogar o el trabajo, entre otros. Se trata de realizar diversos procesos educativos, muy especialmente ligados al arte, la inclusión, la participación y la lectura.

La Revista Semana Educación convocó el pasado 5 de diciembre un encuentro para conocer las experiencias de Villa María, en Argentina, y Miraflores, en Perú, y para ver qué hizo Medellín para recibir la distinción y qué retos se le plantean a la ciudad frente al futuro. Estas dos pequeñas ciudades latinoamericanas son también pioneras en sus respectivos países como Ciudades del Aprendizaje nominadas por la UNESCO. Su experiencia es muy rica en lo que tiene que ver con la participación de la música, la danza, la escultura y el circo en múltiples escenarios públicos de la ciudad. También en programas de inclusión, en bibliotecas públicas y en participación ciudadana.

Medellin ha implementado diversos programas tendientes a consolidar el derecho a la educación. Entre ellos, los principales serían: Contamos con vos, un esfuerzo institucional por volver a traer a la escuela a los estudiantes que la han abandonado; Tejiendo red, un programa para vincular a las madres a los procesos educativos de los menores; Buen comienzo, para garantizar atención educativa a madres gestantes y a niños hasta los tres años. Territorio STEM + H, que es la versión de los programas de Ciencias, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas, pero incorporando el contenido de Humanidades. También se destaca un programa de formación integral contra el matoneo: Entornos protectores.

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Sin duda, lo logrado en Medellín es algo especialmente importante. Es evidente el compromiso, la voluntad política y la amplia alianza entre los diversos niveles del sistema educativo y el conjunto de las fuerzas vivas de la ciudad, impulsada para seguir trabajando por el derecho y por la calidad. Eso es lo que le reconoce UNESCO con la nominación de Medellín como la primera Ciudad del aprendizaje en Colombia, lo cual le garantiza intercambios y transferencias de conocimiento con otras ciudades del mundo. Sin embargo, la nominación debe entenderse esencialmente como un reto y si no se asumen adecuadamente los obstáculos, es posible que no tenga los efectos previstos a mediano plazo. El próximo año habrá nuevas elecciones de mandatarios en el país y es esencial que se garantice la continuidad y potencialidad a futuro.

El principal reto que tiene Medellín en la actualidad en materia educativa es, efectivamente, generar un cambio de modelo pedagógico. Si no lo logramos, el esfuerzo de toda la ciudad habrá sido en vano. ¿De qué serviría un gran compromiso político y social para construir una Ciudad del aprendizaje si en las escuelas siguiéramos centrados en la trasmisión de informaciones impertinentes y fragmentarias sobre símbolos químicos, algoritmos o datos históricos o geográficos? ¿De qué serviría que llenáramos la ciudad de bibliotecas públicas, si los niños en las escuelas siguieran estudiando gramática, caligrafía y ortografía, en clases que deberían estar dedicadas a consolidar las competencias comunicativas para hablar, escribir, escuchar y leer? Necesitamos cambiar el modelo pedagógico de las escuelas, para que efectivamente los niños consoliden sus competencias y no se dediquen a acumular informaciones, como desafortunadamente sigue siendo la costumbre y la tradición en la mayoría de instituciones educativas actuales. Por ello, en las escuelas actuales los niños todavía no aprehenden ni a leer ni a escribir ni a pensar. El cambio, por tanto, es más profundo y está asociado a una muy completa transformación curricular, la cual debe apuntar a una formación más integral de los estudiantes y a un trabajo más conjunto entre los docentes, algo en lo que seguimos muy atrás hoy en día.

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El sistema educativo actual no está contribuyendo al desarrollo humano, ya que no consolida las competencias blandas, ni favorece el cuerpo ni la sensibilidad. Es un sistema que sólo reconoce la inteligencia matemática, aunque también fracasa en su intento de desarrollarla, precisamente por el modelo formalista, tradicional y rutinario que domina. Un sistema educativo que no incluye la integralidad y en el que uno de cuyos principales talones de Aquiles está en el excesivo énfasis a los aspectos académicos, en detrimento de los socio afectivos, emocionales, éticos, estéticos y corporales.

Aprehender es reestructurar las ideas previas. Aprehende quien en realidad cambia los conceptos, los procesos y las ideas que tenía al inicio. Y esto no se logra con los currículos de 15 asignaturas, los cuales siguen siendo dominantes en los colegios de Medellín y del país.

Si queremos en realidad asumir el reto que significa convertirnos en una Ciudad del aprendizaje, entonces necesitamos impulsar la reforma pedagógica que no hemos hecho en el país. Esta reforma no será posible si no cambiamos de manera completa y estructural los actuales programas de formación de docentes en las universidades y en las Escuelas Normales del país. Los futuros docentes tienen que fortalecer sus propios procesos de lectura crítica para que puedan impulsarla en los estudiantes. Es preciso que quienes el día de mañana se convertirán en maestros consoliden las competencias ciudadanas que trabajarán en el futuro con sus estudiantes. Y nada de eso se está logrando actualmente en la gran mayoría de las facultades de educación del país. Necesitamos nuevos sistemas de formación de maestros, si en verdad queremos contribuir al desarrollo de ciudades que aprehendan de sí mismas y en múltiples escenarios y espacios. Habrá que fortalecer la formación in situ: Maestros que forman maestros.

Si no garantizamos un cambio en el modelo pedagógico, en los sistemas de formación de los docentes y en el currículo, la gran alianza que han logrado en Medellín no tendrá los frutos que se esperan.

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La voluntad es fundamental para transformar algo, pero no basta por sí sola. Sin compromiso no es posible cambiar la realidad, pero tampoco se lograrían las transformaciones buscadas si los factores estructurales siguen intactos.

Por lo anterior, y tal como lo expresé a las autoridades, a los empresarios, a los directivos y a los docentes durante el evento, hay que felicitar a Medellín por el compromiso, el trabajo conjunto y el esfuerzo, pero entre todos también debemos transformar de manera más profunda las principales variables que hoy en día frenan la calidad; entre ellas, la formación de los docentes, presa hoy de modelos tradicionales, y el currículo, que en esencia sigue siendo más parecido a uno del siglo XIX que a otro del siglo XXI. Sin estos dos cambios, no será posible pasar de una enseñanza centrada en la transmisión de informaciones a otra centrada en el desarrollo humano.