Educación

Inclusión escolar: transformando la discapacidad para niñas y niños más sociables

Esta institución educativa promueve la socialización efectiva de las niñas y niños con y sin problemas de discapacidad, en un entorno igualitario de derechos y deberes. El principio es el amor.

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7 de agosto de 2025, 2:18 a. m.
Educación y natalidad
Educación e inclusión infantil. | Foto: Adobe Stock

Colombia no tiene cifras unificadas acerca del número de personas que presentan discapacidad física o mental. El Departamento Nacional de Estadística (Dane) informó, después del Censo Nacional de Población (2018), que hay 3.134.037 casos de esta condición en el país. Sin embargo, las cifras del Ministerio de Salud y Protección Social, en el boletín poblacional del año 2020, hacen referencia a un total de 1.298.738 personas.

Pero más allá de esa diferencia en los datos, que solo refleja la frialdad de los números, existe un distanciamiento mayor y más preocupante: aquel que se origina en la apatía y la exclusión de la sociedad frente a las personas que padecen cualquier tipo de discapacidad.

Útiles escolares
El acceso a la educación representa un obstáculo para los niños en condición de discapacidad. | Foto: Foto del Ministerio de Educación / Cortesía

Según los registros del MinSalud, las personas con discapacidad en Colombia pertenecen, en su mayoría, a la tercera edad, con un 39 %. Los adultos representan el 37 %; los jóvenes, el 15 %, y las niñas y niños llegan a ser el 8 % de los casos nacionales.

La población infantil con discapacidad sufre, principalmente, de enfermedades del sistema digestivo, seguido de trastornos mentales y del comportamiento; enfermedades del sistema respiratorio, del sistema nervioso y malformaciones congénitas. Y aunque la ciencia no lo registra en sus estadísticas, las niñas y los niños en condición de discapacidad padecen las consecuencias de otro mal generalizado en la sociedad: el rechazo.

Uno de esos obstáculos que hace de sus vidas un verdadero reto es el acceso a la educación. Aunque la ley en Colombia garantiza este derecho como un deber de las instituciones públicas y privadas, la realidad que enfrentan madres y padres de menores en condición de discapacidad, en muchos casos, representa una frustración que no se compara con ninguna otra.

Sebitas busca colegio

Gina Paola Uribe es la mamá de Sebastián González, un menor de 11 años que vive en la ciudad de Bogotá y que en sus primeros años de vida, estando en un jardín infantil, fue diagnosticado con autismo funcional. Desde ese mismo día, la psiquiatra le recomendó buscarle un colegio con inclusión, es decir —según el contexto de la Secretaría de Educación del Distrito—, aquel que garantiza que todos los estudiantes tengan acceso a una educación de calidad, en un entorno educativo común, independiente de sus características individuales.

Familias y niños discapacitados
Sebastián González Uribe | Foto: Suministrada

Lo que nunca imaginó Gina Paola fue que semejante definición fuera tan difícil de encontrar en la práctica, en la calle, visitando colegio tras colegio de los que encontraba en su camino y recibiendo de estos el rechazo a la necesidad de educación de Sebitas.

“Busqué colegios en los que pagaba formularios de admisión y en las entrevistas con psicología me decían que no estaban preparados para recibir al niño. No lo aceptaban por la condición que él tenía, porque no contaban con las instalaciones adecuadas o porque no tenían el personal especializado. Eran varias las razones que nos daban para rechazarlo”, dijo Gina Paola.

“Salía llorando de los colegios. Es duro darse cuenta de que en nuestro país no estamos preparados para ese tipo de diagnóstico, ni preparados como sociedad, comenzando por la falta de empatía”, agregó.

Con el autismo funcional que tiene Sebastián, las personas no necesitan demasiado apoyo para desenvolverse en sus actividades cotidianas. De hecho, quien lo padece, dice la misma Gina, puede hablar, leer, escribir y realizar tareas viviendo de forma independiente. Sin embargo, estas razones parecían no ser suficientes para obtener un cupo escolar en los colegios que visitaban.

Frustrada, llegó una mañana a un parque en la localidad de Suba, después de recibir negativas de al menos dos colegios de la zona ese día, cuando se percató de una pequeña institución educativa de preescolar y primaria que apenas se distinguía entre las casas del vecindario. Su nombre extraño no decía mucho, pero la humanidad de las personas que la atendieron allí le devolvió de inmediato una esperanza que creía perdida.

Familias y niños discapacitados
Familia de Sebastián González Uribe | Foto: Suministrada

“Por las experiencias anteriores, lo primero que mencioné fue la condición del niño, a lo que la rectora me respondió que ese no era ningún problema. Le hizo algunas preguntas a Sebastián y le dijo que era un niño muy pilo. Eso fue suficiente para saber que había llegado al lugar indicado”, aclaró Gina.

Anne, siempre sonriente

Anne Vega tiene 14 años y dos hermanas mayores. Una de ellas ya terminó sus estudios, mientras la segunda los culminará con éxito el próximo año, en la misma institución que la mayor. Pero la idea de que Anne pudiera estudiar y terminar el bachillerato en el mismo colegio de sus hermanas fue un propósito familiar que nunca se pudo dar.

Familias y niños discapacitados
Anne Vega Ramos | Foto: Suministrada

Anne sufre una condición llamada ataxia cerebelosa, que así como lo explica su papá, Wilson Vega, se presentó cuando la bebé tuvo un infarto dentro del vientre de su mamá, afectando el cerebelo, y puntualmente la función motora, ocasionando pérdida de coordinación muscular, principalmente en las manos y piernas.

Esta condición hace que Anne necesite ayuda para realizar actividades de movimiento, lo que fue rechazado por la institución educativa, obligando a sus padres a llevarla a un colegio del sector público, donde, a pesar de recibirla sin objeciones, fueron testigos del desplazamiento al que sometieron a su hija, dejándola prácticamente sola, en un rincón, mientras los demás estudiantes realizaban sus actividades de manera normal.

“Ha sido una batalla compleja la escolarización de mi hija, porque a pesar de ser ley, el acceso y la aceptabilidad en los colegios de Bogotá, y debe ser igual a nivel nacional, son muy complicados, principalmente porque hay discriminación”, afirma Wilson.

Familias y niños discapacitados
Familia de Anne Vega Ramos | Foto: Suministrada

Entonces inició también un peregrinaje por diferentes colegios en la búsqueda de uno que le abriera las puertas a Anne, rechazada por la mayoría, con las consabidas razones de incapacidad operativa, escasez de infraestructura, falta de personal de apoyo y demás.

“Comenzamos un recorrido de al menos diez colegios, recibiendo rechazos, hasta que llegamos al que tocaba, donde la recibieron, la incluyeron, donde fue siempre sonriente y la hicieron sentir querida por todos”, asegura Wilson.

La institución bogotana con nombre alemán

Para la rectora del Gimnasio Psicopedagógico Nicolás Stemberg, María Ruth Parra, los niños son lo más importante del mundo y más si tienen dificultades. Todavía recuerda el nombre del primer menor con discapacidad que tocó la puerta de su colegio, Diego Fernando, sin duda, la inspiración para el 40 % de alumnos con discapacidad del total que tiene en la actualidad en sus aulas.

“Porque todos los seres humanos somos iguales y debemos tener las mismas oportunidades de estudiar, de vivir en sociedad. Lo más satisfactorio es ver cómo van avanzando, gracias a la paciencia y dedicación impartida por todos en la institución”, dice la profe Ruth, como la llaman sus niños.

Educación Colombia / Colegios
Según boletín del Ministerio de Salud (2020) hay 1.298.738 personas con discapacidad. Foto: Getty Images. | Foto: Getty Images

Pero lo más destacado es la manera en que lo hacen. Cada indicación, cada norma, cada propuesta, cada actividad que se piensa para los niños con condición, no va dirigida a ellos, sino al restante 60 % de estudiantes, a aquellos que no tienen discapacidad. Todo desarrollo debe darse desde los niños sin dificultades y hacia el 40 % de menores con discapacidad.

Una especie de aprendizaje mutuo, de dependencia los unos de los otros, de comprender que uno conoce, sabe, entiende e inspira algo que el otro necesita, que le resulta útil. Así, cada vez que alguien aprende algo, tiene a su lado a un compañero o compañera al que debe ayudar a entender, le explica, le cuenta, le enseña.

Es subir y bajar las escaleras de la mano de alguien; es sacar la maleta y demás objetos del compañero hacia la ruta. Es compartir algo durante el almuerzo. Es proteger a quien, en apariencia, es más débil.

Dato de la Fundación Saldarriaga Concha
Dato de la Fundación Saldarriaga Concha | Foto: Fundación Saldarriaga Concha

“Por supuesto, son niños y se presentan fallas, hay errores, pero la ventaja es que son llevaderos, perdonables, corregibles. Mejor aún, se les da importancia, pero no trascendencia”, señaló Elsa León, una de las profesoras del plantel.

Los pilares que acompañan cada paso:

Amor: Para mí y para los demás.

Respeto: A todos, sea grande o chico.

Ayuda: A quien sea, cuando sea.

Felicidad: Para todo lo que hagamos.

Inclusión en todos los niveles

Gobierno escolar: Para este 2025 se produjo en el gimnasio la postulación de un niño autista al cargo de personero de los estudiantes dentro del Gobierno escolar.

Al estudiante de grado quinto Juan Martín Zuluaga, que había insistido en su intención de ser candidato, se le facilitaron las condiciones para que pudiera dirigirse a sus compañeros, en todas las aulas, y que expresara sus ideas y propuestas.

El tema activó la participación activa de su familia y de sus amigos de grado, para hacer de la campaña electoral un propósito diferente y novedoso en su vida.

Artículo de inclusión escolar
Juan Martín Zuluaga, elegido personero de los estudiantes. | Foto: Suministrada

El apoyo que recibió fue suficiente para convertirse en Personero de los estudiantes para la vigencia 2025. Lo que confirma la filosofía educativa y de formación que la institución busca impartir.

“Formar en los estudiantes la autonomía suficiente para interiorizar conocimientos y reflexión crítica que aporte al desarrollo de los principios de amor, respeto y solidaridad hacia sus compañeros y su entorno, formando personas constructoras de paz y sociedad”, señala la rectora María Ruth Parra.

Integración cultural: En el colegio todos los niños y niñas participan de las actividades programadas. Todos bailan, todos cantan, declaman, lanzan coplas y cuentan chistes. No importa que sean autistas, con síndrome de down, con problemas cognitivos o de motricidad. Se trata de descubrir los talentos internos y hacer que sean estos los motores de sus vidas.

Apoyo familiar

Hoy, padres como Wilson Vega y Gina Uribe lamentan que la institución no pueda ampliar todavía sus labores hacia el bachillerato, pero agradecen de corazón la entrega de sus docentes hacia los pequeños con y sin discapacidades.

Sebastián González está terminando la primaria. Sus padres ya están buscando un colegio para que continúe sus estudios en la etapa del bachillerato. Solo esperan encontrar un lugar que les brinde condiciones similares para que Sebitas se acople de la mejor manera, con inclusión y humanidad.

“Qué bonito que hay personas que no son excluyentes, porque todos tenemos derechos, especialmente a la educación. Agradecimientos totales al Nicolás Stemberg por dar la oportunidad que necesitamos todos”, expresó Gina Uribe.

Por su parte, Wilson envió un saludo de gratitud hacia la institución, acompañado de bendiciones para sus funcionarios, padres y estudiantes. Anne ya está en séptimo grado, en otro buen lugar donde también la aprecian y ayudan mucho. Pero dice que no olvida su primaria y su colegio, donde recibió la mejor enseñanza que se pueda adquirir: que la inclusión no es otra cosa que una simple y sincera demostración de amor.

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