El pueblo judío decide absolver a Barrabás. | Foto: Commons

LITERATURA

El hombre más querido que Jesús

El pueblo decidió absolverlo a él, y no al Mesías. Cristo fue condenado y el otro liberado. Desde entonces, se habla más sobre el sufrimiento y la muerte, que sobre la vida.

14 de abril de 2017

Es muy conocida la historia del juicio de Jesús. Fue capturado por las autoridades, encerrado y condenado. Después, lo llevaron ante los romanos. Poncio Pilatos, el procurador imperial en Jerusalén, tenía la última palabra. Pero se lavó las manos, dejó a la multitud decidir sobre la vida del que se hacía llamar ´rey de los judíos´. Pilatos le pidió a los asistentes del juicio que escogieran quién debía ser absuelto: Jesús, un supuesto mesías, o Barrabás, un bandido vulgar. El pueblo judío gritó sin parar que debían perdonar a Barrabás.

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Los evangelios cuentan los detalles sobre la muerte de Jesús, pero no dicen mucho sobre la vida de Barrabás. Guardan silencio sobre su mirada, un poco angustiada, cuando lo liberaron, y sobre cómo se deslumbró con la imagen de Jesús: no por ser el mesías, sino por la luz que encadelillaba sus ojos, acostumbrados a la oscuridad de una prisión. Tampoco describen cómo se paraba, desconcertado, frente a las cruces. Se había salvado.

Al terminar la ejecución, Barrabás caminó por los barrios de Jerusalén y por la noche entró en la casa de una buena amiga. Cuando los apóstoles sufrían por la muerte, él celebraba entre angustias y regocijos. Tomaba vino, hablaba con amigos, hacía el amor con una mujer robusta, y después, ya cansado, dormía. Así, mientras que los seguidores de Cristo hacían parte de su credo los padecimientos, Barrabás disfrutaba los placeres de la vida. 

Al día siguiente, Barrabás caminaba hacia la gruta en la que fue enterrado Jesús, mientras reflexionaba, algo incrédulo. Cómo era posible que el hijo de un Dios hubiese decidido morir, después de largas torturas, por la humanidad. No lo entendía. Quizá, solo quizá, el supuesto Mesías había muerto para salvar las almas de los hombres. Pero lo que sí era seguro era que los romanos lo habían crucificado para salvarlo a él. Eso no lo dudaba.

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Jesús había dicho, para temor de los líderes hebreos, que todos serían iguales en el reino del Señor y que hasta los leprosos podrían entrar en los templos. Sin embargo, a Barrabás los seguidores de Cristo lo excluían. Entonces, cuando pasaba, las miradas cristianas estaban tan cargadas de desprecio, que harían parecer a cualquier ofensa, el más bello de los cumplidos.

Todo esto se cuenta en Barrabás, la novela escrita por el Premio Nobel sueco, Pär Lagerkvist. Es una historia sobre exclusión y odio, y sobre las persecuciones a los cristianos en Roma y en el Medio Oriente. Pero en especial, describe la crisis existencial de un hombre, muy cercano a uno de los acontecimientos más importantes de la historia, que le costaba creer que un Dios hubiera decidido sufrir para salvar a la humanidad.

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