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OPINIÓN

¿Por qué Tunja está en la cima de la calidad educativa en Colombia?

Interviniendo las variables claves de la calidad educativa, Tunja se convirtió desde el año 2013 en la capital con mejores resultados en las pruebas SABER. El país debería aprehender de su exitosa experiencia.

*Julián De Zubiría
11 de noviembre de 2016

De tiempo atrás, Tunja ha sido considerada una ciudad educadora. Debido a ello, ha acogido en sus aulas universitarias diversa población de toda Colombia. Sin embargo, hace cuatro años, la capital de Boyacá fue distinguida como la ciudad que más había avanzado en calidad educativa, y desde entonces, como la capital que ha alcanzado los mejores resultados en las pruebas SABER ¿Cómo explicar sus excelentes resultados? ¿Por qué supera a ciudades que tienen mejores condiciones en capital social, infraestructura, economía o formación, como Bogotá o Medellín? Los siguientes factores son esenciales para dar respuesta a los interrogantes anteriores.

Primero: La voluntad política. La alcaldía de Fernando Flórez decidió priorizar el trabajo educativo. La primera infancia fue el eje de su programa de gobierno. Elegido con el aval del Partido Verde, el alcalde decidió priorizar recursos y acciones en educación. De manera ejemplar, la política pública del municipio se construyó de forma colectiva y después de un prolongado y amplio proceso de participación ciudadana. Se logró, en la práctica, la construcción colectiva y ciudadana del PEI de la capital del departamento de Boyacá.

Segundo: El liderazgo. El alcalde eligió al Padre Víctor Manuel Leguízamo como su secretario de Educación. El liderazgo del Padre fue un impulso decisivo en la calidad; muy acertadamente él vinculó a los rectores al proceso innovador que se gestó con el acompañamiento del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Ellos, a su vez, se desplazaron del ámbito administrativo hacia el pedagógico y allí comenzaron a ejercer su liderazgo. Se volvieron expertos en interpretar los resultados, comenzaron a participar en los procesos de formación y en las discusiones pedagógicas, además de que aprehendieron a cualificar los sistemas de seguimiento a las instituciones educativas bajo su orientación.  

Tercero: Formación. Con el acuerdo de todos los rectores y docentes del municipio se generalizaron las reuniones institucionales de formación pedagógica en cada institución educativa. Los maestros fueron los actores claves del proceso. Fue un esfuerzo al que todos apostaron de manera creativa, incluyendo al sindicato de maestros de la ciudad.

Cuarto: La lectura. Desde el primer instante se eligió la lectura como una de las prioridades educativas de la ciudad. La Secretaría de Educación encargó al equipo de calidad educativa para que acompañara a los colegios en la tarea de cualificar las competencias comunicativas de la población. De esta manera, la Secretaría realizó, no labores de “inspección y vigilancia” –como muy equivocadamente hacen en muchos municipios del país–, sino que se dedicó a impulsar procesos innovadores en los colegios, con acompañamiento in situ, para fortalecer los niveles de lectura y escritura de docentes y estudiantes.
Quinto: El Programa Todos a Aprender. El PTA fue una política pública diseñada por la ex Ministra María Fernanda Campo para apoyar colegios de muy mal balance en primaria en las pruebas SABER. Tunja recibió un gran apoyo e impulso con formadores y tutores, lo cual fortaleció el trabajo en lectura y escritura de todos los docentes y estudiantes.

Sexto: Pensamiento. El país ha creído, equivocadamente, que el trabajo de pensamiento se está fortaleciendo en el área de matemáticas. Esto es falso, ya que matemáticas es muy seguramente el área que se enseña de manera más mecánica y rutinaria; lo que se hace allí poco o nada tiene que ver con entender, reflexionar e inferir, que es lo que hace el pensamiento. En Tunja, el desarrollo del pensamiento se convirtió en un área transversal. Con el apoyo del equipo de calidad de la Secretaría se trabajó para que todas las asignaturas ayudaran a promover procesos de pensamiento relacionados con la clasificación, la reflexión y la argumentación.

Séptimo: Vinculación de los padres. A diferencia del país, en el que la gran mayoría de padres evita asistir a los colegios de sus hijos, porque se les suele llamar para regañarlos y decirles que ellos van mal, en Tunja se optó por hacer equipo con los padres de familia. Son invitados a los procesos de formación en los colegios. Se vinculan al relanzamiento de los PEI. Participan para discutir la política pública del municipio. Al hacerlo, los padres asumen el papel de copartícipes de la educación de sus hijos en los colegios.

Octavo: Ambientes escolares. Se logró incrementar y fortalecer la capacidad de respuesta institucional mediante la creación de Unidades de Orientación Escolar, lo que permitió brindar un manejo adecuado a las complejas problemáticas de la comunidad educativa. Estos grupos interdisciplinarios de profesionales, conformados por psicólogos, psicopedagogos y trabajadores sociales, siguen funcionando a través de las Zonas de Orientación Escolar (ZOE).  

Finalmente, se creó un equipo amplio en el que participaron docentes, directivos, representantes del sector productivo, gobernantes, estudiantes y padres de familia. La idea era fortalecer la calidad de la educación en el municipio. Se firmó un pacto por la calidad de la educación con participación de los 1.000 docentes, con sus respectivos rectores, delegados de padres de familia, de estudiantes y del PNUD. Algo parecido a lo que en Brasil se llamó “Todos por la educación” y a lo que en Colombia han venido impulsando los jóvenes con el mismo nombre, pero todavía sin contar con el apoyo de la sociedad y el gobierno nacional y municipal.

El caso de Tunja ejemplifica muy bien cómo el país podría mejorar la calidad de su educación. Es necesario elevar el compromiso político de los gobernantes, repensar el currículo hacia las competencias transversales relacionadas con el pensar y el comunicarse, fortalecer la formación de los docentes, cualificar los ambientes escolares, convertir a los rectores en líderes pedagógicos y consolidar el trabajo conjunto y las comunidades educativas en los colegios. Estas medidas tienen un impacto muy alto en la calidad. Tunja lo demostró contundentemente en sus últimos años. Por ello, el alcalde que se posesionó para el nuevo periodo de gobierno, Pablo Emilio Cepeda, reeligió al secretario de Educación, a pesar de que representaba a un grupo político diferente al que accedió al poder. Al hacerlo, el nuevo alcalde logró lo que todavía no hemos podido hacer a nivel nacional: garantizar una política pública educativa y no una política de gobierno; pero eso es algo imposible de implementar en un país que duró 72 días sin Ministro de Educación y no pasó nada. 

*Director del Instituto Alberto Merani, consultor de Naciones Unidas en educación para Colombia. Sígalo en Twitter @juliandezubiria