Liga de campeones

El fútbol terco

Miércoles 25, 18:00 horas. En un sorprendente partido el Liverpool se llevó la Liga de Campeones después de ir tres goles por debajo en el marcador. Adolfo Zableh Durán escribió para SEMANA.COM la crónica del partido de clubes más esperado del año.

Adolfo Zableh Durán*
22 de mayo de 2005, 12:00 a. m.

"Sin duda el partido más corto que recuerde la Liga de Campeones en sus trece años de historia: menos de sesenta segundos. Todo lo planeado, todo lo esperado, todo lo anhelado se acabó cuando Paolo Maldini conectó ese centro de Pirlo en el primer minuto  para marcar el 1-0 a favor del Milan".

Así comenzaba la crónica original de esta final de Europa. Pero el fútbol, caprichoso como el que más, insiste en romper pronósticos e irrespetar la lógica. Eran pocos los que apostaban por una remontada de los ingleses cuando los italianos vencían 3-0 antes del descanso.

Después del tempranero gol de Maldini todo fue cuesta abajo para Liverpool. Harry Kewell, el as bajo la manga de Rafa Benítez (nadie contaba con la titularidad del australiano) se lesionó antes de los 20 minutos; Luis García no encontraba ese preciso remate de zurda que lo acompañó durante el torneo; Hyypia volvió a ser el desastre de la Liga Premier y Milan Baros, único delantero, le corría a todos los balones pero no le llegaba a ninguno.

Para rematar, sus compañeros no se daban cuenta de que el checo perdía siempre por arriba con Jaap Stam e insistían en mandarle centros. Era inútil; todos saben que el holandés se desayuna a diario al menos con media docena de estos envíos.  

La tragedia se siguió escribiendo cuando el árbitro español Manuel Mejuto González no sancionó una mano de Nesta en su propia área y del contragolpe nació el 2-0, obra de Hernán Crespo a pase de Shevchenko. La generosidad del ucraniano -inusual para un número nueve- le permitió al ex Lazio ser el primer argentino en anotar en una final de este tipo desde que Alfredo Di Stefano le marcara tres al Eintracht Frankfurt en 1960. 2-0 al minuto 39.

240 segundos después volvía a aparecer Crespo para recibir un pase de Kaká y levantarla suavemente a la salida de Dudek, demostrando que nada tiene que ver jugar bonito con ser letal. El atacante, de opaco andar y discutido hasta última hora, prácticamente le daba la séptima corona a su equipo.

Todos eran felices en el Milan: Ancelotti mantenía su puesto gracias a la fácil victoria y  complacía a su presidente -Silvio Berlusconi- alineando al gaucho pese a que sus opciones inmediatas eran Filippo Inzaghi, Jon Dahl Tomasson o simplemente salir con un atacante.

¿Qué pasó entonces? ¿Virtud del Liverpool o bajonazo del Milan? Nunca se sabrá. Lo cierto es que los hombres de Rafa Benítez supieron reponerse a una desventaja grosera y vencer en los penales para llevarse la quinta copa de paseo a Anfield. 

Los tres goles de diferencia hacían presagiar lo peor para el segundo tiempo: goleada de antología o un partido muy aburrido. No hubo tal. El club británico sacó fuerzas quién sabe de dónde (¿Su rica historia? ¿Amor propio?) para poner la igualada en apenas seis minutos.

Steven Gerrard, Vladimir Smicer -que finaliza su contrato con la institución en pocos días y no le han preguntado si quiere renovar- y Xabi Alonso supieron vencer no con poco esfuerzo a Dida, luengo arquero protegido por murallas con nombre propio: Maldini, Stam y Nesta.

Lo que ocurrió entre los minutos 54 y 60 es algo que excede al lenguaje, hay que verlo con propios ojos. Cabezazo del capitán rojo a centro de Riise, remate desde fuera del área del checo y penalti fallido y posteriormente convertido por el ex Real Sociedad. Medio estadio quedaba mudo y un nuevo partido comenzaba.

Lo demás es anecdótico: Carragher haciendo cierres pese a estar lesionado, Smicer -también lesionado y sin contrato- haciendo tacos; todo Liverpool quitando el pie del acelerador para volver a ser el equipo del 3-0, sin ideas y sin el balón. Así, las opciones más claras fueron para el Milan, la más peligrosa de ellas en tiempo extra cuando Dudek olvidó lo mal arquero que es para sacarle dos remates consecutivos en el área chica a Shevchenko.

Fueron precisamente el ucraniano y el polaco quienes decidieron buena parte de la historia en la tanda de penales. El primero dilapidó el cobro decisivo, mientras que el segundo imitó los bailes de Bruce Grobbelaar en la final de 1984 para contener dos remates que a la postre valieron un título.

Los ingleses lograron superar sus limitaciones y reponerse a 20 años y 45 minutos de oscuridad en Europa (porque la goleada parcial del primer tiempo hace ya parte de la historia negra). Al mismo tiempo, el español Benítez saca el carné de ganador con dos Ligas españolas, una UEFA y una Champions en apenas cuatro años   

Una advertencia para cerrar. Dice la leyenda que el trofeo no debe tocarse en el momento que los equipos salen al campo. Del Piero la acarició en 2003 y su Juventus perdió. Este 25 de mayo, no uno sino tres -Shevchenko, Gatusso y Kaka- osaron ponerle un dedo encima y ahora están con las manos vacías. La copa sólo debe perder la virginidad después de la fiesta.

*Periodista independiente. Colaborador de las revistas Fútbol Total, Soho y Rolling Stone. Columnista de Futbolred.com.

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